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todos nosotros, de una forma o de otra, en un momento o otro, nos ha preocupado
la cuestión de nuestras deudas espirituales.
De forma intuitiva, sin saber explicar cómo o porqué, intuimos
las existencia de una cierta Jerarquía, un cierto Orden Natural de
las Cosas, una Ley Reguladora que se interesa de forma personal de nuestras
quehaceres cotidianos, tomando buena nota de cuando nos equivocamos y de cuando
obramos bien.
Es como una Ley invisible que está ahí, en cada momento, en
cada instante, en cada lugar, procesándose de manera misteriosa, desobedeciendo
la lógica y la razón, basándose únicamente en
dos premisas: JUSTICIA y MISERICORDIA.
El
Rayo de la Muerte reduce el hombre a una simple quintaesencia molecular.
De la misma forma en que una tonelada de flores puede reducirse a una simple
gota de perfume esencial, la energía de la muerte, por ser tan fuerte,
destruye totalmente al organismo humano. Es una corriente de tan altísimo
voltaje, que inevitablemente destruye al organismo cuando llega a circular
por éste. Este es el único tipo de energía que el organismo
no puede resistir.
El Rayo de la Muerte, de la misma forma que el Impulso Vivificador, conecta
la Muerte con la Concepción y así los dos extremos se tocan.
Cuando la Esencia se desprende del viejo vehículo físico, a
raíz del impacto del Rayo de la Muerte, se produce una tensión
eléctrica tremenda en una determinada nota clave, cuyo resultado axiomático
es el movimiento y combinación de los genes determinantes del futuro
cuerpo físico. Como resultado, los sutiles constituyentes del futuro
huevo fecundado asumen su lugar e disposición para nuestra futura existencia,
teniendo en base esa tensión eléctrica y la nota clave resultante
del proceso de la Muerte. Los así llamados Ángeles de la Muerte
cortan a la persona lo que comúnmente se llama el Hilo de la Vida o
Cordón de Plata en su día y hora, de acuerdo con la sabia Ley
del Destino.
La
Muerte Psicológica o Muerte en Marcha es la práctica de la eliminación
de nuestros defectos psicológicos. A través de esta práctica
empezamos a vivir el auténtico Trabajo Esotérico Gnóstico.
Todos nosotros tenemos en nuestro interior una chispa divina o Esencia. Esta
parte divina, hoy por hoy, se encuentra atrapada entre nuestros defectos psicológicos
que impiden su manifestación.
Con el trabajo de eliminación de nuestros agregados o defectos psicológicos
nuestra Esencia va creciendo y se va convirtiendo en eso que llamamos Alma.