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Ha habido peores osos que éste

El habitante más famoso del Parque Jellystone llega al cine donde se le ha recibido muy bien en la taquilla, para coraje de los críticos. Yogi Bear es otra película 3D con un argumento convencional que cumple su objetivo de entretener al público. Y es así como debería vérsele, por lo menos mientras llega la inevitable segunda parte

Yogi Bear
Voces en inglés de Dan Aykroyd, Justin Timberlake. Actuaciones de Anna Faris y Tom Cavanagh
Dirigida por Eric Brevig
Warner/2010


FEBRERO, 2010. Un episodio clásico de Los Picapiedra presenta algunos segundos al Oso Yogi, quien se roba la comida de Pedro y de la familia Mármol. Del extenso historial de Hanna Barbera, esta caricatura fue de las que juntó a más público pese a que tan solo estuvo al aire por dos temporadas. Asimismo, este ha sido uno de los DVDs más vendidos de toda la colección de caricaturas de una compañía que Warner terminó por adquirir en 1989. De ahí a que el paso para filmar una película sobre el Oso Yogi se veía inevitable, si bien hace muchos años llegaron a proyectarse sus aventuras en las funciones de matiné.

El porqué de la popularidad del Oso Yogi pudiera remontarse a que se trata de un personaje que se rebela contra las reglas y no hay niño que sienta más identificación con alguien que hace lo que se le paga la gana. De ahí que otra parte del éxito sea su comparsa Bubú, quien, como dato de trivia, está inspirado en Droopy, el perrito que por acá conocimos como Motita y que aparecía como caricatura adicional en Tom y Jerry. Si ya se tienen los derechos y un público potencial, carecería de sentido esperar que se filmara la película. Y en tal sentido los estudios tuvieron razón: desde su estreno en Navidad (acá nos llegó con casi un mes de retraso), esta cinta ha recaudado más de 80 millones de dólares, cantidad que supera a casi todas las postuladas a los premios más gordos del Óscar.

Los críticos, inevitablemente, la han odiado. Incapaces de entender que también hay gente que gusta de ir al cine para entretenerse, le han puesto hasta una estrella en su calificación como máximo, aunque Peter Travers, de Rolling Stone, le puso media. ¡Señores, es una película para público infantil! Y quien vaya con es espíritu de niño encontrará en Yogi Bear un motivo para esbozar sonrisas sobre todo si ha visto la serie animada. La presentación, nudo y desenlace de esta película son bastante sencillos, de ahí a que la sensación de que Yogi Bear es un larguísimo episodio queda más que de manifiesto entre los espectadores.

En la recaudación también tuvo que ver, sin duda, las voces que acompañan a esta película en inglés, y para ello se tiene a dos figuras de generaciones distintas. Una, Dan Aykroyd, quien da voz a Yogi y otra, el ex Backstreet Boy y ex galán de Britney Justin Timberlake. La historia transcurre con estos personajes computarizados mezclados con un ambiente real, modalidad resucitada con el mismo 3D, formato en el que se rodó esta película.

La trama, como referíamos, es sencillísima. Yogi, quien toda su vida la ha pasado en el Parque Jellystone, es un oso travieso que aprovecha para robarse las canastas de comida de los visitantes y del guardabosques Smith (Tom Cavanagh). De hecho es en una de esas escenas cuando se echa a perder la marcha de esta película pues el oso sugiere "orinar sobre la chica con la que quiere salir Smith", comentario que no tenía necesidad alguna de ser incluido aquí. Smith debe mantener a raya a Yogi debido a las constantes quejas sobre quienes pierden misteriosamente sus canastas de comida.

Pero hay otro peligro: la ciudad cercana al parque Jellystone se encuentra en bancarrota por lo que el acalde piensa vender el inmenso parque a un grupo de leñadores. La única manera de evitarlo será hacer financiable al lugar aunque naturalmente habrá quienes se opongan a ello. Es así como Smith, su novia Rachel (Angela Farris) y los osos llegan al acuerdo de hacer lo posible para mantener vivo el parque, situación que aprovecha el director Brevig para incluir una catarata de efectos tridimensionales, entre ellos una escena de esquí acuático donde el agua parece salirse de la pantalla. Al final del asunto queda claro que los efectos, al igual que casi todas las cintas 3D, Avatar incluida, han servido para encubrir argumentos débiles. 

De cualquier manera, William Hanna y Joseph Barbera, ya fallecidos, habrían sonreído de ver a un personaje de su creación en versión tridimensional. Luego de las espantosas dos películas sobre Los Picapiedra parecía que nadie se lanzaría a la aventura de llevar al cine a alguien más del clan hannabarberesco, el cual tradicionalmente ha sido mucho más lucrativo en televisión que en la pantalla grande. pero ahora lo que se ve inevitable es que Yogi Bear pronto tendrá su segunda parte dada la absoluta e inocultable carencia de ideas del Hollywood actual.

En síntesis, lo que aquí tenemos una cinta animada cuyo fin es entretener pese a la ligera crítica de que a los grandes capitales poco les importa la ecología. Póngase usted simple y disfrútela, más si decide llevar a sus hijos y a la esposa, más no a la novia: Yogi Bear podría hacerle preguntarle si a ella podría usted invitarla a una posible futura película de Barbie y Ken.

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