Cine
Nominada
Bienvenidos,
28 años después, a otra experiencia Tron
El
primer filme se adelantó a lo que sería el cine en el futuro por lo que
esta segunda parte se acomoda ad hoc los efectos especiales aunque
sin perder el balance. ¿Descarada promoción de un videojuego?
Seguramente, pero Tron: Legacy cumple su cometido de entretenernos;
en casos como éste la modalidad 3D sí encuentra una clara
justificación
Tron: Legacy
Jegg Bridgers, Garret Hedlund, Olivia Wilde, Bruce Boxleither
Dirigida por Joseph Kosinsky
Disney/2010
ENERO, 2011. Corría el lejano 1983 cuando Disney, ansiosa por atraerse público más joven, decidió jugársela con una película donde los efectos especiales quitaban el aliento, bueno, para su época. La película tuvo un recibimiento regular en la pantalla y la taquilla aunque con el tiempo logró convertirse en material de culto, algo que rara vez ocurre cuando hablamos de los estudios que el venerado Walt
construyó. Por años se especuló si habría remake de Tron y en vez de ello se apostó por la segunda parte, con el mismo protagonista, algo que rara vez ocurre, pero en esta ocasión Disney ha apostado a la sustancia al mismo nivel que el contenido, y con actor experimentado y que todavía ostenta su Óscar recibido hace menos de un año.
Tron se adelantó por muchos años a los juegos de video basados en películas, por lo que en esta película veremos escenas (naturalmente tridimensionales) que tienen el claro objetivo de ser
incluidas en tan infaltable modalidad. Sin embargo la historia tiene más sustancia hoy que en su primera parte, algo que se agradece y, segundo, es un guión bien sustentado, entretenido y
hecho a todo músculo. En tal sentido Tron: Legacy es más que un descarado intento por promocional de videojuegos.
Hay algunas trampillas. Por ejemplo, cuando nuestro protagonista Kevin Flynn (Bridges) le dice a su hijo Sam (Garrett Hedlund) que ha descubierto "algo increíble y asombroso" en un videojuego es el año 1989 cuando suponíamos que todo había transcurrido cinco años antes. Sam jamás se entera del secreto pues
su padre, director de ENCOM, empresa especializada en computación, ha desaparecido y se le da por muerto. La historia se mueve al presente y un adulto Sam logra entrar ilegalmente a la base central de ENCOM para exponer las fallas en su sistema de protección y se arroja en paracaídas cuando intentan atraparlo
Una vez liberado tras pagar su fianza, Sam se entera que su padre está vivo y se
encuentra dentro de Tron, uno de los videojuegos. Tras encontrar un pasadizo secreto Sam entra al sistema del videojuego y activa un componente que lo transporta al mundo digital con lo que es obligado a entrar al juego.
Posteriormente Sam recibe una armadura, su número de identificación y es enviado a una
arena donde peleará con Rinzler, escena extraída, adivinaron, de Gladiador.
Una vez finalizado la pelea Sam es llevado ante Clu, quien en realidad es su padre
Finalmente padre e hijo se reconocen: el primero afirma haber estado en el videojuego donde por más de 20 años había intentado crear una sociedad perfecta y que su desaparición de debió al surgimiento del programa ISO. Sam le propone
a su padre escapar por un portal antes que vuelva a cerrar sin embargo no será tan fácil pues si lo hace su identidad será robada. Pero finalmente ¿quién mandó la página con el acceso a
Sam? ¿Logrará Clu-Kevin Flynn reintegrarse al mundo real? Mientras todas esas preguntas son respondidas,
Tron nos lleva a un mundo de increíbles efectos especiales, donde la tercera dimensión encuentra una razón de ser (aunque ha habido espectadores a los que ha producido jaquecas).
Tron y la 3D parecen haber sido creados al uno al otro.
Bridges es el único veterano en la cinta. Su hijo y la bella Quorra (Olivia Wilde) ya llevan tiempo trabajando en
sitcoms por lo que están haciendo pininos en la gran pantalla. Acompañados por un
excelente actor como Bridges, tuvieron la fortuna de ser apadrinados por uno de los actores más versátiles con lo que hoy cuenta Hollywood.
Pero lo más importante aquí es que Tron entretiene enormidades. No pretende
darnos sermoneos tipo Matrix ni tampoco se percibe un abuso en sus efectos especiales. El director Kosinski logra dar un balance entre éstos y la historia, mucho mejor de lo que esperábamos antes de adquirir el boleto de entrada.
La trama parece haber quedado redonda, cerrada, pero uno nunca sabe. El olor a dólares a hecho al cine norteamericano modificar historias que por años mantuvieron inalteradas. Ojalá
Tron: Legacy quede como referencia del género de ciencia ficción, como sucedió con la primera
Tron. Hacerle al Matrix aquí equivaldría a aniquilar a uno de los mejores proyectos que el Disney contemporáneo ha tenido en sus manos. Incluidas las ganancias adicionales
recolectadas por el videojuego.
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