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El genio de esta semana

Como si fuera un reto de su vida, el deterioro físico de Stephen Hawking contrasta con su induplicable coeficiente intelectual. En esta película, mitad biográfica y parte la vida de quien fue su primera esposa, tenemos una película entretenida que nos lleva, así sea superficialmente, a la mente de uno de los más grandes genios de la historia

The Theory of Everything
Eddie Redmayne, Felicity Jones, Emily Watson, Charlie Cox
Dirigida por James Marsh
Universal/2014

MAYO, 2015. ¿Qué es más difícil, vivir con un esposo ordinario o con un genio cuya inteligencia es superior a la de Einstein o Newton? La pregunta es importante y trata de contestarla Jane Hawking, quien fue la primera esposa de Stephen Hawking, a lo largo de su biografía la cual fue estrenada en cine a principios de este año. Pero ya se sabe, en su primera vez pasó inadvertida en cartelera hasta que fue nominada y fue capaz de negarle el Óscar a Michael Keaton, quien parecía tenerlo asegurado por su rol en Birdman.

La respuesta quizá la tenemos en el hecho que la señora Hawking tardara hasta tres años en que la convencieran para que su libro fuera llevado a la pantalla.

The Theory of Everything, como sabrá el lector promedio, es el título del libro más conocido de Stephen Hawking y que hasta la fecha lleva vendidos 100 millones de copias. Pero es también una de las mejores cintas del año que, aparte de su autora, nos permite adentrarnos en lo que ha sido la vida de Stephen Hawking, el cómo era antes de su enfermedad y el cómo ha logrado mantener vivo lo más preciado de su existencia, su privilegiado cerebro. Por ello cuando en una escena un doctor suizo recomienda a Jane (la bella Felicity Jones) que desconecte a su marido luego que éste entra en coma, logramos sentir su furia. Pero más de eso líneas adelante.

La historia inicia en el Londres de 1963, pocos meses antes del estallido de los Beatles. Stephen Hawking (Raymane) es un estudiante en Cambridge, un tipo con apariencia de nerd pero que no duda en seguir y pretender a Jane hasta que la hace su novia. Hawking es uno de los alumnos más brillantes de su generación, lo cual constata cuando entrega unas complicadas ecuaciones a su maestro aunque no en el papel sino en unas envolturas. Los resultados son exactos, hasta el último detalle, lo cual lleva a su profesor a llevarlo al mismo laboratorio donde trabajó Neils Bohr y donde el átomo fue separado por primera vez.

El suyo es un noviazgo poco convencional, pero funciona. Jane se siente en su ambiente al visitar a la familia de Stephen, toda ella constituida por cerebritos, en especial su padre, quien considera absurdo que Jane quiera estudiar literatura medieval española.

Sin embargo Stephen percibe que sus torpes movimientos se hacen más frecuentes hasta que un día tropieza en el campus y no logra levantarse. Los exámenes confirman lo peor pues padece una enfermedad conocida como el Síndrome Lou Gherig la cual progresivamente no le permitirá mover un solo músculo y del cual el médico le pronostica le quedan máximo dos años de vida. Eso no es lo peor: "tu mente se mantiene intacta pero llegará un momento en que no podrás comunicarte con nadie", le advierte.

Hawking ni pierde tiempo. Tras rechazar la posibilidad de seguir con Jane, decide desposarla al tiempo que comienza a desarrollar una de sus primeras teorías que le permiten doctorarse en Astrofísica con honores. Curiosamente, mientras más se debilitan sus músculos, el cerebro de Hawking se ha haciendo más poderoso. Para su fortuna, se cumple el lapso y continúa vivo, lleno de ideas y anhelos, entre ellos disfrutar en vivo un concierto con música de Wagner.

Pero el desgaste termina agotando a Jane. A petición de su madre se inscribe en un curso vocal en la iglesia local donde conoce a Jonathan (Cox) un viudo que luego se convierte en maestro de piano de los niños y ayudante de la familia. Cuando nace el tercer hijo de los Hawking comienzan las habladurías sobre el verdadero padre. Y aunque los dos temen que ocurra una relación extramarital, las cosas se irán dando para que ello ocurra.

A diferencia de otras películas como, por ejemplo, A Beautiful Mind, Hawking no es un genio atormentado que desquita su frustración con otros, tampoco sufre alucinaciones... bueno, hay una casi al final que presenta un frecuente recurso hollywoodense; de hecho, el director Marsh maneja uno de los momentos cumbres de la vida de Hawinkg su viaje a Estados Unidos donde, a una pregunta sobre la existencia de Dios, contesta no como un físico renombrado sino como un gurú: ¿nuestro destino está dentro de cada uno? Vaya, es una idea que nunca antes habíamos escuchado.

Asimismo, a esta película le funcionó el coqueteo hacia el Óscar que tanto suele consentir a los personajes con algún impedimento físico que logran salir adelante. Pero también sirvió para que Redmayne lograra darnos una caracterización de altura aderezada con algunos momentos graciosos, sobre todo luego que se le proporciona un artilugio con voz electrónica (¿no le puede cambiar el acento americano?", pregunta Jane).

Independientemente de algunos momentos cursis, sobre todo la conclusión --aparentemente el final del libro no dejó satisfechos a los espectadores en las funciones de prueba-- The Theory of Everything es una película hecha para ver con la familia y sin mayor compromiso que el entretenimiento.

 

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