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El Churro de Noviembre

Antes era un agente del M-16 y ahora es de la CIA. Hablamos de Pierce Brosnan, quien regresa al cine de acción en esta película cuyo argumento es más predecible que el de una cinta porno.  De lo peorcito que ha hecho este actor irlandés, húyale como si del mismo Blofeld, el archirrival de Bond, se tratara. Para churros, mejor cómprese unos con chocolate. Le serán más provechosos 

The November Man
Pierce Brosnan, Luke Bracey, Olga Kurylenko, Bill Smitrovich, Lazar Ristovski 
Dirigida por Roger Donaldson
Relativity Media/2014

DICIEMBRE, 2014. Una escena recordable de GoldenEye, James Bond (Pierce Brosnan) le dice a Xenia Onatopp (Famke Jansen) que "está acostumbrado de entrar a Rusia y salir disparado". Así pues, a 12 años de haber encarnado al agente inglés por última vez --y de participar en una serie de películas mediocres, incluida ésta-- Brosnan vuelve a ponerse el saco de espía en la Madre Rusia solo que ahora como parte de la CIA, pero igualmente porta una pistola, se mete en escenas de acción, intrigas, y de nueva aparece en un thriller. La diferencia es que ahora se trata de uno chafa, una de esas historias que uno no entiende por qué Hollywood se empeña en producir sin advertir que incluyen más clichés que historia.

The November Man, no debiera extrañarnos, es uno de los fracasos fílmicos del año que está a punto de concluir pues al momento de escribir había recuperado apenas la cuarta parte de su inversión. Tampoco debiera ser sorpresa: ¿cuántos de nosotros realmente nos animamos realmente a ver una película en la que ya sabemos de antemano quién será el villanazo? En las novelas de Agatha Christie usualmente era el mayordomo pero hubo un momento en que tuvo que cambiarse el malo, cosa que sabiamente hizo Madame Christie. Pero en un Hollywood políticamente correcto donde ya no caben en esa categoría ni los árabes ni los rusos --y lo que nos faltaba, ya ni los norcoreanos--, ¿quiénes serán los chicos malos de The November Man? Si mencionó usted a la CIA, permítanos felicitarle y enviarle un abrazo navideño.

Pero veamos brevemente de qué trata este bodrio. El año es el 2008, el agente de la CIA Peter Deveraux (Brosnan) se encuentra en Montenegro en un restaurante departiendo con David (Brucey), a quien regaña por andar de coqueto en sus horas de trabajo ya que besa a una mujer bellísima (las damas son lo único bueno que aparece en esta cinta), "¿qué harías si el enemigo te chantajeara al enterarse que llevas una relación romántica?", le espeta Bond, perdón, Deveraux. Gigantesca ironía que ese trate del mismo actor que encarnó a un espía que se llevó al lecho a una importante cantidad de bellezas, incluida una rusa. "¿Y cuál es la diferencia?", le responde David, "si tienes la necesidad de hacerte de compañía cómprate un perro". 

Tras una infaltable escena de acción en una misión que no termina bien regresamos al presente. Deveraux se ha retirado de la CIA y ahora es el dueño de una cafetería (verso sin esfuerzo). Cierta ocasión lo visita John Hanley (Bill Smitrovich), su ex jefe en la organización. Pero Hanley no quiere tomarse un cafecito para hablar de los viejos tiempos sino para mostrarle las fotos de tres agentes asesinados. De acuerdo a las pistas, un matón a sueldo llamado Alexa (Amila Terzimehic) se encargó de liquidarlos por órdenes de Arkady Federov (Ristovski), un sujeto que encabeza las preferencias para las elecciones presidenciales en Rusia y quiere eliminar todo rastro por sus aparentes crímenes de guerra en Chechenia.

Así pues M, perdón, Henley, le pide a Deveraux que regrese en una misión a Rusia donde se encontrará con Natalia Ulanova (Musilovic), quien es una agente secreta que ha logrado colarse en el séquito de Ferov pero quiere liquidarlo; esa liga también lograría juntar los hilos que descubran el pasado tenebroso de Ferov. Para ello el espía retirado deberá sacar a Natalia de Moscú y llevarla a San Petersburgo para su protección.

El thriller comienza lentamente a enredarse. Aparte de encontrarse de nuevo con David (quién podría o no estar ligado con Federov), la entrada a escena de otro chica Bond --la bella Olga Kurulenko-- balazos y más balazos, una chica muda que sin mayores explicaciones recupera el habla, un reportero de The New York Times (¡esta película todavía los asume como periodistas íntegros!) y hasta alguien que ostenta dos personalidades al mismo tiempo, cuando comienza a medio resolverse este desmadre de película un tal Denisov termina por soltar la sopa: Tras afirmar que lo que realmente está haciendo Federov es "limpiar la casa" pues hay mucha larga cola de la CIA en el asunto, entre otras cosas el crear un conflicto en Chechenia que permitiera a los locales vender su petróleo. 

"¿Para qué eliminar a Fedorov?", se pregunta Deveraux. Ah, bueno, porque ya como presidente podría chantajear a los norteamericanos, "no solo la CIA estaba al tanto del operativo sino que lo apoyó", resume Denisov. Y más adelante, para que a los espectadores se les quite el mal saborcito que deja esta revelación que Hollywood supone es novedosa para la mayoría de nosotros, tenemos una escena candente entre Sarah y David, otra mujer bellísima. Por fin se le hizo al coqueto. 

Así pues todo se debe a una explosión orquestada por la CIA que encendió una segunda guerra en Chechenia. ¿Cuándo nos habríamos imaginado que los guionistas pondrían de villana a esa siniestra organización? Ni en sueños.

Para resolverle a usted el caso (y para evitar que vaya al cine a gastar su dinero en este disparate), le diremos que las revelaciones sobre el pasado de Federov salen a luz y se evaporan sus posibilidades de llegar a la presidencia, y más tarde, a bordo de un yate, Federov es alcanzado por un balazo que le hace estallar la cabeza. ¿Fue David queriéndose cobrar cuentas con el malvado Federov? Si no fue él, entonces échele la culpa a la CIA.

The November Man representa una decadencia brutal en la carrera actoril de Pierce Brosnan. Mejor que le siga a las parodias de Austin Powers en sustitución de Mike Myers. Se vería más real que en este bodrio ultrapredecible. Para cosas de noviembre, preferimos la fría lluvia que cantaba Guns 'N Roses hace años.

 

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