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Quiso ser Lo Mejor y se quedó a  la mitad

Lo que se perfilaba como un romance que renace luego de dos décadas de interrupción y como parte de una segunda oportunidad en la vida se desbarranca como teledramón cuando el director no logra cerrar la pinza. Pero con sus abundantes clichés, esta enésima versión de Romeo y Julieta basada en un libro merece un vistazo como opción comodín en la cartelera

The Best of Me
Michelle Monaghan, James Marsden, Luke Bracey, Liana Liberato, Gerald McRaney
Dirigida por Michael Hoffman
DiNovi Pictures-Relativity Media/2014


FEBRERO, 2015. "Donde hubo fuego cenizas quedan", reza el viejo dicho, aunque a veces las cenizas no reencienden de inmediato. The Best of Me fue uno de los fracasos fílmicos más discretos del año --apenas y recuperó la inversión de 26 millones de dólares-- lo cual es una lástima pues se trata de una buena película aunque nos enfrentemos aquí con la paradoja de que está llena de clichés. ¿Acaso los espectadores ya detectaron cuando Hollywood les quiere recetar las mismas muletillas argumentales?

Hay otras posibilidades: los protagonistas provienen en su mayoría de la televisión, excepción hecha de Mardsen, a quien vimos recientemente en la última incursión de los X-Men, o bien de películas que tuvieron un recibimiento mediocre, como es el caso del australiano Luke Bracey, quien apareció junto a Pierce Brosnan en El Churro de Noviembre, perdón, November Man. Es un actor inexpresivo pero que en ocasiones parece aspirar a ser la nueva versión de Kevin Tocino, perdón de nuevo, Bacon. Es un elenco desconocido pero en ocasiones esa situación contribuye al éxito de una película. ¿Qué ocurrió, acaso al director Michael Hoffman (Gambit, Sueño de una Noche de Verano) se le desinfló el sufflé antes de tiempo?

Antes de contestar esa pregunta apuntemos que The Best of Me trata un tema común para muchos espectadores, el del primer amor que nunca se olvida. ¿Pero si en realidad es así, porque unos optan por casarse con alguien más y otros, si bien se mantienen sexualmente activos, optan por no acercarse al círculo del compromiso matrimonial con otra persona?

Dawson (Mardsen) es empleado en una torre petrolera. Aunque no se nos dice, desde el principio asumimos que es un trabajo malpagado, muy lejos de sus expectativas profesionales. En eso una fuga en el pozo provoca un estallido que lo lanza al fondo del mar a donde va cayendo, inconscientemente, hacia las profundidades (haga de cuenta Daniel Craig en Skyfall, de donde esta escena fue evidentemente copiada). Sin embargo logra sobrevivir milagrosamente. Ese mismo temor fue sentido, a unas millas de distancia, por Amanda (Monaghan) cuando veía las estrellas en el cielo.

Días después un abogado contacta por separado a Dawson y a Amanda para comunicarles la muerte de Tuck (McRaney), un amigo en común, quien les ha heredado buena parte de sus bienes y propiedades. Ambos fueron almas gemelas pero en el presente ella está casada con un millonario alcohólico, tiene un hijo adolescente y aún sufre por la muerte por leucemia de su segunda hija. El reencuentro entre ellos es frío, distante, "iremos a ver al abogado por la mañana y rápido me iré a casa", le advierte ella, quien aún guarda un rencor cuya razón, por ser clave en la película, nos abstendremos de revelar aquí.

Entonces damos un brinco a 1992 cuando Amanda (Liberato) y Dawson (Bracey) se conocen. Él es un muchacho tímido que devora libros de astronomía y ella una muchacha vivaraz, de las "buenas familias" de Louisiana y a quien no duda en echarle en cara a él que la haya dejado plantada en una nevería. Dawson vive con Tommy (Bridgers), un padre abusivo quien en una paliza le deja un ojo morado a su hijo, quien decide huir y refugiarse en el taller de Tuck, quien lo despierta con la punta de una escopeta. Al final Tuck, un veterano de la segunda guerra mundial, le permite quedarse ahí y ahuyentará a Tommy a punta de destrozarle con balas su pick-up cuando exige regresar a Dawson.

Los dos formalizan el noviazgo aunque con muchas dificultades, sobre todo porque el padre de Amanda es un rico coleccionista de autos quien promete financiar la carrera a Dawson a condición de ya no verse con su hija.

De vuelta al presente, o eso creemos: Dawson y Amanda comienzan a tratarse de nuevo y descubren que aún se necesitan, que siguen enamorados y que el destino les dio la oportunidad de restañar las heridas y los rencores de su relación. Tuck ha dejado una carta de despedida a ambos: "no sé que ocurrirá entre ustedes dos, pero quiero que sepas que siempre estaré orgulloso de ti", le escribió Tuck en la misiva, algo que siempre rehuyó decirle en vida, quizá ante el temor de volver a encariñarse tanto con otra persona como lo hizo con su esposa.

El padre de Dawson contratacará y esa pelea resultará en la muerte de su primo, quien deja a su novia en estado de gravidez. Un planteamiento de The Best of Me sobresale claramente: ¿por qué el destino permite una reconciliación de Dawson con Amanda pero se niega a hacer lo mismo con su familia paterna?

Como habrá intuido ya el lector, nos encontramos ante una versión más de Romeo y Julieta, claro que con algunas variantes, pues aquí el amor de ambos sí se consumó y terminó abruptamente cuando Dawson tuvo que pagar su culpa. Y ahora, amigos, pasemos al departamento de los clichés: el padre de Dawson y sus hijos descarriados --se dedican a fabricar crack hasta que son arrestados por la DEA-- es un redneck inspirado indudablemente en la serie televisiva Duck Dynasty, que a juicio del Hollywood liberal son una sarta de semisalvajes abusivos que dan de golpes y escopetazos ante la mínima provocación. 

Lo mismo pasa con todos los sureños retratados aquí, como el esposo de Amanda, un yuppie corredor de bolsa que juega golf --pensábamos que ese deporte, ahora que lo practica Obama, había dejado de ser políticamente incorrecto-- y quienes se empeñan en vivir a todo lujo como antes de la guerra civil, el accidente del hijo de ambos que unirá a la familia, los abogados, alguien que deja con el auricular en la mano a una persona que va a visitar a prisión, etcetetetera...

Basada en una novela de Nicholas Sparks, The Best of Me fracasa porque lo que se presentaba como una premisa interesante (por un lado, el destino inescapable y por el otro las consecuencias del abuso familiar) termina por convertirse en teledramón, como si al director le costara cerrar el círculo y donde surge una tragedia de la nada para que el espectador no comience a bostezar; ya casi al final el guión vuelve a dar otro brinco en la historia. ¿No bastaron tantos flashbacks en las más de dos horas que dura la película?

La posibilidad de sanar el pasado gracias al destino que inesperadamente reúne a sus protagonistas se presta mucho para ser un tema apasionante. Lamentablemente, The Best of Me se queda lejos de ese objetivo. Las deficiencias del guión hicieron que esta película no quedara entre lo mejor del año. Ni modo, Nicanor.

 

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