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Mejor banda sonora

50 Excrecencias de Buey

Cualquier éxito editorial, por más malo que sea su argumento, inevitablemente es llevado a la pantalla por Hollywood, pero en este caso el asunto se fue al exceso. Sin hilación ni coherencia alguna, este bodrio  resultó peor que el libro, sí ello era posible. No desperdicie su dinero en esta bazofia, por favor

50 Shades of Grey
Dakota Johnson, Jamie Dornan, Jennifer Ehle, Victor Rasuk, Luke Grimes
Dirigida por Sam Taylor-Johnson
Focus Features/2015

FEBRERO, 2015. Aunque suene engañosa, la palabra que titula este comentario de cine no tiene que ver con el excremento: se trata de una protuberancia que crece en los animales y las plantas y altera su apariencia. En tal sentido conviene apuntar que Hollywood padece de una excrecencia enorme al autorizar, financiar y producir películas como 50 Shades of Grey. ¿Tan mal anda la industria que ya recurre a cualquier porquería de novela --bueno, algún término hay que adjudicarle-- que insólitamente lleva rato siendo un éxito en librerías? Por lo menos con Harry Potter en los primeros libros, las versiones fílmicas reflejaban ese universo prolijo en imaginación que, lamentablemente, poco a poco se fue echando a perder cuando JK Rowling, su autora, quiso adaptarlo más a nuestra realidad que las andanzas en Hogwarts. Pero eran historias bien contadas.

Escrita por E.L. James, la novela fue adquiriendo un inexplicable estatus traducido en altas ventas. Confesamos que aquí solo aguantamos leer 46 páginas pero fueron suficientes para darnos cuenta que se trata de una historia carente de toda hilación, con más lugares comunes que un libro de Carlos Cuauhtémoc Sánchez, con un argumento caótico, lamentable mescolanza de Corín Tellado con Marqués de Sade.

Sin embargo, amigo lector --o lectora, dado que ese segmento constituye casi el 70 por ciento de quienes desataron el furor de este pasquín editorial-- la película es peor que la novela. Y la primera sí tuvimos que chutárnosla en su totalidad.

¿Por qué esta pobrísima propuesta ha tenido tanto éxito en taquilla? ¿Se deberá a ese gigantesco hueco afectivo producto de nuestros tiempos? ¿Abundan las mujeres que secretamente quisieran ser sometidas por un pervertido Príncipe Azul disfrazado de ejecutivo exitoso? Sepa Diosito.

Anastasia Steele (Dakota Johnson, hija por cierto, de Don Johnson y Melanie Griffith antes de su relación con Antonio Banderas) es una estudiante de Literatura. Su amiga Kate y compañera de cuarto le pide que vaya a entrevistar a Christian Grey (Dornan). La desprevenida e ingenua Anastasia queda en shock ante esa guapura de hombre, exitoso en los negocios, dueño de una fortuna gigantesca, impecable en el vestir y al que seguramente la boca siempre le huele a Altoids y a Astringosol. El rorro soñado, pues. El choque con tanta perfección encarnada hará que la pobre Anastasia se sienta atraída, sin poder ni querer evitarlo, hacia ese galán entre los galanes, sobre todo por ese misterio que parece rodear su persona.

El anhelo de Anastasia por Grey (Dorian Grey, ese personaje de Óscar Wilde que hizo un pacto con el chamuco para no envejecer ¿captan la profunda y filosa ironía de la autora de esta basura?) va a ser tanto que ella decide tirarle la onda. Él acepta, pero cómo no --después de todo es un forro la muchacha-- aunque rápido dicta sus propias condiciones. La pobre chica no sabe la que le espera: pese a proceder de una amorosa familia y de poder comprar lo que se le pegue la gana, Grey es un hiperposesivo, obsesionado por controlar todo.

Y como el estúpido argumento ya no da para más, la directora acude a una catarata de lugares que ya eran comunes en películas un poquito más pasables en el género, como 9 Semanas y Media ¡de eso hace ya 29 años! El listado de clichés incluye apasionados besuqueos apoyados sobre la pared de un elevador que se acaba de cerrar, faldas levantadas y close ups a las piernas de ella que permiten verle las medias y parte de la piel, quitarse la corbata con furia, penetrarla de pie y de espaldas, palizas seguidas de remordimientos y lloriqueos... ah, y como cerecita en este fétido pastel, vestimentas de dominatrix para practicar juegos sadomasoquistas sin faltar el besar los dedos del pie y atarse a la cama... ¡Caray! En serio ¿en dónde más habremos visto tanta originalidad como en 50 Shades of Grey?

Esta pestilente y desafortunada combinación de Henry and June, Bonnie and Clyde, Picasso y Gilot, es decir, hombres y mujeres a quienes el deseo sexual desaforado es el único lazo que los mantiene unidos, se estrella directamente al piso cuando apenas van 20 minutos de película, y quizá sea mucho. Lo que sigue son escenas absurdas dentro de situaciones construidas a lo pendejo y un argumento que parece rata de cloaca, es decir, se esconde, sale, de vuelta se esconde y reaparece por una tubería inesperada. Así de malísima, pésima, inmasticable y horrenda es esta cinta que ya recaudó 80 millones de dólares. Decir que 50 Shades of Grey es mediocre sería otorgarle una inmerecida alabanza. Es una porquería que hace preguntarnos, dado que hay gente que ha ido a verla por gusto, si efectivamente ya vamos en picada libre como sociedad occidental.

¿Dijimos al principio que esta película era una excrecencia? Es momento de una corrección: es excremento puro proveniente de los intestinos hollywoodenses, aunque la cinta haya sido filmada en Vancouver. Y lo peor es que ya están planeadas dos películas más. Qué asco.

 

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