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Se asoma un ciberescándalo para Obama

Cada vez se acumulan más las evidencias de que el gobierno norteamericano espía a sus ciudadanos con métodos propios de países totalitarios. Las recientes revelaciones de un ex empleado de la CIA ponen en entredicho a Obama ¿También ahora dirá que no estaba enterado?

Cuando estaba en campaña, el presidente Obama dijo que escucharía a todos... y efectivamente, es lo que ha estado haciendo...

                                                                                                                                                      Jay Leno

JUNIO, 2013. Cuando escribimos un mail difícilmente sospechamos que alguien más, excepto el destinatario, va a leerlo. En Facebook suponemos que solo se leerá aquella información que nosotros consideremos mantener pública. Y si en googl tecleamos en busca de ciertos datos, en ningún momento se nos ocurre que alguien más esté leyendo el texto, incluso al mismo tiempo. Pensamos, en suma, que la red es un sitio privado y donde debemos ser más precavidos es cuando manejamos claves y passwords relacionados con transacciones financieras.

Suponemos también que los hackers y quienes buscan vulnerar toda la secrecía y privacidad se encuentran en Rusia o Medio Oriente; nunca en Estados Unidos y, menos aun, por parte del gobierno de ese país. Es más, asumimos que si ahí se efectuaron esas prácticas fue con George W. Bush, quien, se nos dijo, era el peor enemigo de las libertades individuales quien utilizó como pretexto su "guerra contra el terrorismo".

El 20 de mayo un experto en sistemas llamado Edward Snowden tomó un vuelo desde Hawai a Hong Kong. Días antes había pedido un permiso en su empleo para someterse a un tratamiento relacionado con su , También le dijo a su novia que regresaría, aunque sin decirle cuándo. A llegar a Hong Kong se instaló en un hotel desde donde se contactó con el corresponsal del diario inglés The Guardian alegando que "tenía información que quizá podría interesarles". Su segunda llamada fue para pedir asilo político a las autoridades locales.

Horas después esa información se convirtió en la nota periodística de mayor impacto en el mundo. Snowden entregó a ese periódico datos esenciales sobre PRISM, un software empleado por la CIA para ingresar a cualquier cuenta de Facebook, Skype, buscadores como Google, Bing y aun de Apple. A diferencia de Julian Assange, Snowden no es un hacker: como trabajador de esa agencia, estaba percibiendo 200 mil dólares mensuales, "con una linda familia y con suficiente seguridad económica", dijo. El ya llamado squealer (soplón) por medios como The Washington Post --que publicó la exclusiva en Estados Unidos-- señaló que con PRISM había tenido acceso a información confidencial sobre muchas celebridades, deportistas, poderosos empresarios y, por supuesto, políticos, "Podía ver cómo se tecleaba la información en tiempo real", aseguró. 

Si Snowden ya tenía una vida con un futuro asegurado ¿entonces por qué lo hizo? "Me enferma la idea de que en mi país se estén realizando actividades propias de gobiernos autoritarios. El espiar lo que hacemos los ciudadanos no es parte de lo que somos los norteamericanos", dijo en otra entrevista. La nota apareció apenas unas horas después que el presidente Obama asegurara que "no revisamos los archivos que circulan en las redes, solo hemos realizado labores de supervisión para evitar ataques terroristas".

Y si bien PRISM permite accesar a los bancos de datos de los gigantes del Internet, Facebook emitió un comunicado donde señalaba que "no existe acuerdo alguno con el gobierno norteamericano para permitir este tipo de intromisiones a la privacidad de nuestros usuarios", el experto en sistemas Joseph Kyntre señala que "un tipo de software como el PRISM no podría pasar inadvertido mucho tiempo por los rígidos sistemas de seguiridad de esas compañías. La explicación más plausible es que el PRISM había ingresado al sistema con autorización dentro de esas compañías."

Con la revelación de Snowden, todas las piezas empezaban a encajar, entre ellos el "marcaje personal" por parte del fisco norteamericano a la organización conservadora Tea Party y el hackeo del gobierno federal a los mails de reporteros de la agencia Associated Press. El gobierno norteamericano ya señaló que esos rastreos son "con el fin de prevenir ataques terroristas", exactamente el mismo argumento empleado por el gobierno de George W. Bush cuando se le acusó de estar "husmeando" en cuentas privadas de e mail y de las redes sociales algo que, por cierto, nunca se le pudo comprobar.

Si se llega a refrendar que los gigantes de la Internet realmente cooperaron con el gobierno de Barack Obama, se estarían convirtiendo en cómplices del espionaje. ¿Lo habrían hecho por simpatía hacia Obama --algo totalmente palpable: Bill Gates, Zuckerman, los ejecutivos de Verizon y de Google lo han apoyado abiertamente-- o como parte de un plan para tener "fichados" a todos los ciudadanos que no estén de acuerdo con el mandatario, como es el caso del Tea Party?

Y es que, diferencia de los wikileaks de Assange, las revelaciones de Snowden hablan de actividades encubiertas de Estados Unidos no hacia otros países sino, más grave aún, hacia sus propios ciudadanos.

Lo que carece de duda son las repecusiones que el asunto tendrá entre los usuarios de la red en Estados Unidos. Con este escándalo también se dispia la interrogante sobre los afanes totalitarios del gobierno de Barack Obama... y muy probablemente, de sus aliados cibernéticos en el sector privado.

 

 

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