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Más fantasías animadas de Oliver Stone

Con los acostumbrados clichés de la izquierda, el conocido director de JFK y Nacido el 4 de Julio lanza la puntada de un documental donde abundan cañonazos de disparates en torno a Estados Unidos. La verdad, su humor involuntario lo convierte en obra ad hoc para entretenerse

FEBRERO, 2013. Un tema recurrente del cine tiene que ver con la difusa línea entre la realidad y lo que uno ve en la pantalla, como ocurrió hace algunos años con True Lies, protagonizada por Arnold Schwarzenegger y donde el espectador no podía distinguir cuál era uno y cuál era el otro. Por supuesto que tal recurso permite jugar más con la imaginación dentro de una película aunque, sabemos, intuimos, que al final la realidad, es decir, nuestro entorno, saldrá triunfante.

¿Pero qué pasa cuando se quiere adecuar, así sea a garrote vil, a la realidad con la fantasía? Entonces tenemos a cineastas como Michael Moore, quienes desde su muy particular visión hacen creer a los espectadores que son víctimas de una tenebrosa conspiración donde las cosas no son lo que parecen y donde el progreso de los Estados Unidos es una entelequia basada en el sometimiento a los más débiles y al saqueo inmisericorde de sus recursos.

Otro caso es el de Oliver Stone, quien también ya le entró al círculo selecto de los documentales "revisionistas" decididos a "denunciar" las mentiras de la historia, sobre todo la de Estados Unidos. El asunto está lejos de ser original, por supuesto: durante décadas gente como Howard Zinn, Noam Chomsky y Eduardo Galeano han insistido en defender esta conspiracionitis a la cual Stone acaba de brincar con una chulada de documental llamado The Untold History of the United States, transmitido por Showtime, canal de cable que es el principal competidor de HBO.

El "revisionismo" de Stone en el cine ya lleva rato. Hace dos décadas el director filmó JFK donde al fiscal Garrison se le dio la estafeta de hacerle al quijote en contra de los poderes fácticos que mandaron eliminar al idealista presidente, todo por la venta de armas y el negociazo de Vietnam. ¿Pero qué nos presenta Stone en esta ocasión? Son varias perlas, pero para no aguarle la fiesta, qué tal la afirmación contundente de que Estados Unidos no ganó la Segunda Guerra Mundial sino la Unión Soviética? (también Zinn sostenía algo similar). De ser el caso nos estaríamos topando con un caso sin paralelo en la historia donde un país que no resulta vencedor recibe en un barco a los delegados de su enemigo para firmar la rendición incondicional, un país derrotado que ocupa una de las zonas de la capital berlinesa, un perdedor que participa --y no precisamente como convidado de palo-- en los juicios de Nuremberg contra los criminales nazis. ¿Si no fue uno de los ganadores de la contienda, entonces qué diablos estaba haciendo Estados Unidos ahí?.

Si Estados Unidos no ganó la segunda guerra mundial, como dice Stone, ¿entonces para qué carajos los demás países de Europa acordaron con éste formar la OTAN? ¿Acaso los franceses y los británicos son tan estúpidos que entablaron una alianza de defensa estratégica con un país derrotado?

Si Estados Unidos no ganó la guerra, como dice Stone, entonces su paso posterior a potencia mundial es meramente coyuntural producto de oscuras conspiraciones imperialistas y multinacionales. Hemos vivido en el engaño y es hora de reescribir la historia, nos alecciona Oliver Stone. Por supuesto que la máxima paradoja de esta aseveración radica en que la Unión Soviética, sin duda un legítimo ganador en la segunda guerra, mérito que igualmente le corresponde a Estados Unidos, ya no existe hoy. Tal argumento suena tanto a tontería que apena rebatirlo.

Inevitablemente, Stone termina por hundirse en el pantano de los clichés antiyanquis que por acá hemos escuchado ad nauseaum: Kennedy, Granada, la CIA, Jacobo Arbenz, la United Fruit, la falsa llegada del hombre a la luna, el ataque a las Torres Gemelas como un inside job, la conspiración de la derecha para obtener espacios en la radio hablada. ¿Y quiénes son los perdedores pero al final campeones sin corona de tanta perfidia yanqui? Ya se sabe, los sandinistas --el fervor de Stone hacia ellos no muere pese a la escandalosa corrupción de Danny Ortega y sus secuaces-- los hermanos Castro, lo zapatistas y su nuevo amigocho Chávez: si Venezuela hoy es pobre se debe a presiones del "perdedor" Estados Unidos, aunque se cuide de decirnos que el imperio adquiere casi el 60 por ciento del petróleo que exporta ese país. Vaya curioso torniquete.

Lo que aquí tenemos pues es la misma capirotada de argumentos para decirnos que Estados Unidos es un país edificado en la mentira, el racismo, la explotación y la violencia. La diferencia es que si antes todo eso lo proferían Chomsky, Galiano, Zinn y Castro, hoy lo sostiene un cineasta de gran talento, sí, pero también alguien que ya perdió la línea entre lo real y lo imaginario. Un título más apropiado para The Untold History of the United States habría sido Las Mentiras de mis Ídolos.

 

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