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A lo mejor se
acuerda: Cotorreando la Noticia
En tiempos de la
cerrazón priísta apareció un programa televisivo de crítica
política que creció más de lo que esperado. Al final se le domó pero
fue el primer paso para lo que vendría después en emisiones de
corte de análisis
ENERO, 2013. Décadas antes de Brozo, los programas de crítica política ya tenían varios antecedentes aunque el más influyente de todos fue uno cuyos conductores habían emigrado de Televisa a la televisión estatal. Uno era Chucho Salinas, por muchos años protagonista de
Chucherías, y el otro era Héctor Lechuga, quien además de ser su comparsa participó en
Ensalada de Locos junto a Alejandro Suárez y Manuel Loco Valdés. Aunque muchas de sus secciones y comentarios hoy nos parecen inocentes, ingenuos y aun salpicados de lambisconería, en su momento
Cotorreando la Noticia fue una emisión indispensables para el mundillo político en tiempos que el priísmo aún no aceptaba crítica alguna, mucho menos hacia el Señor Presidente, que en ese tiempo era José López Portillo.
Eran momentos en los cuales la televisión comercial --es decir Televisa-- no se metía en lo absoluto en cuestiones políticas si no era con el previo visto bueno de la Secretaría de Gobernación. Había algunos intentos de libertad informativa, como era el caso del programa
Para Gente Grande de Ricardo Rocha, cuyos temas "fuertes" se abordaban en la edición nocturna de los viernes, pero en general las telenovelas, las series extranjeras, los concursos y los partidos de futbol eran la oferta única de esa cadena. Pero las emisiones de debate política eran casi inexistentes y las que había estaban muy lejos de ser críticas. "El sistema priísta había mantenido por décadas a los mexicanos en el infantilismo político, y ello se reflejaba claramente en la televisión", señala en especialista en medios Genaro Magaña.
En 1979 y tras una serie de fraudes y escándalos administrativos, el canal 13 buscó otras fórmulas para atraer público y, algo insólito, anunciantes privados. Parte del proceso incluía traer de la televisión comercial a aquellos que por diferentes causas habían salido de ahí y estaban desempleados. La
reestructuración incluía realizar telenovelas basadas en los clásicos universales de la literatura --algunas de ellos, por cierto, bastante buenas-- y contenidos de crítica política moderada, todo ello basado en un esquema que imitaba a la BBC. "Alguien comprendió al interior de ese canal que la ausencia de crítica en los medios se estaba convirtiendo en una olla a punto de estallar... claro que esa apertura se hizo muy gradualmente", refiere Magaña. Uno de esos resultados fue
Cotorreando la Noticia.
Salinas y Lechuga aparecieron primero en una emisión de variedades que tuvo poco éxito hasta que en una ocasión al segundo se le ocurrió realizar un
sketch político y el rating se elevó considerablemente. El siguiente paso fue abrir un espacio diario de una hora a discutir las noticias del periódico que Salinas comentaba y Lechuga ironizaba. Cotorreando se convirtió así en una emisión política que, no casualmente, se presentaba en el mismo horario de 24 Horas, con
Jacobo Zabludovsky. Lo increíble del asunto es que se trataba de un programa de crítica política dentro de la televisión estatal, algo así como
si en Cuba la televisión castrista tuviera un segmento que criticara a la dictadura isleña.
Naturalmente que había tres temas intocables para los conductores, el ejército, el presidente y la Virgen de Guadalupe de modo que un tema recurrente eran las fallas administrativas. Lechuga era el deslenguado y Salinas el moderador (en ocasiones rayano en la lambisconería) pero la fórmula resultaba efectiva e hilarante.
La libertad del programa comenzó a menguar tras la devaluación de julio de 1982. El
gobierno lopezportillista comenzaba a anegarse por lo que la "línea" a los noticieros, tanto de la TV pública como privada, fue ensalzar a la presidencia en todos sus actos y declaraciones. Durante ese sexenio los medios escritos habían gozado de cierta libertad --Julio Scherer, el prestigiado director del semanario
Proceso, era primo del mandatario-- pero para la televisión, y en menos grado la radio, siempre pendía la amenaza del retiro de la concesión. Tras la depreciación de la moneda, sin duda Cotorreando la Noticia fue víctima de esa presión. En una de esas emisiones, Lechuga fustigó a los críticos de la devaluación, "¿a los mexicanos qué nos importa que el dólar valga más?", se preguntó. Casi nada: que en una economía petrolizada y sujeta a las variaciones de la moneda estadounidense, los precios de todos los artículos básicos habrían de disparar su precio.
Durante bastantes meses los conductores le "pegaron" duro al entonces regente de la ciudad de México, Carlos Hank González. Una noche el funcionario visitó los estudios y los conductores utilizaron todos los elogios que alberga el diccionario para halagarlo. También visitaron los estudios del programa José Andrés de Oteyza, apodado El Churumbel y quien había sustituido en Pemex a Jorge Díaz Serrano. Sobra decir que jamás invitaron a personaje alguno de la oposición en ese momento.
Al darse la "nacionalización" bancaria el primero de septiembre de 1982, la orden de Gobernación hacia los medios fue terminante: había que defender la medida y ubicarla como un acto patriótico. Para ese tiempo
Cotorreando la Noticia se había convertido en programa de política para políticos y se fue perdiendo el interés de la gente.
La emisión continuó por varios años en la radio capitalina hasta que
Salinas falleció en el 2001 y Lechuga se hizo acompañar de Marco
Antonio Flota, guionista que había escrito también para Los
Polivoces. Flota colabora semanalmente con la columna Domingrillo
para el periódico Reforma
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