fasenlínea.com

Análisis, comentario Y Demás

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otros textos de Internacional

¿Kamala Harris? Definitivo: los demócratas han perdido el juicio

Joe Biden: cómo sus pendejadas se antojan imparables

Fueron los demócratas, no Trump, los que destruyeron a Seattle y a Minneapolis

Bill di Blasio, entre lo peorcito de los demócratas, lo cual ya es decir

¿La justicia en Minneapolis también incluirá a los políticos demócratas?

Tiene razón Trump: la OMS es cómplice de la pandemia

Archivo

 

 

 

 

 

INTERNACIONAL

¿Qué demonios pasa con Estados Unidos? Un análisis

La violencia en las calles es por culpa de Trump? ¿Por qué los demócratas se han radicalizado? ¿En realidad los activistas buscan eliminar el racismo? ¿Qué sucederá si Joe Biden gana sorpresivamente las elecciones? Un asomo a lo que usted no leerá en los medios mexicanos sobre lo que pasa en el vecino del norte

Versión impresión

SEPTIEMBRE, 2020. Un comentarista matutino de la cadena mexicana Imagen Radio criticó acremente al presidente Donald Trump por su "falta de respeto" y su "lenguaje de carretonero" por haberse expresado mal de los soldados norteamericanos que fallecieron durante la ofensiva del Día D y cuyos restos yacen en el cementerio en Dunkerke, Francia. Aparentemente, Trump no solo se negó a visitar el cementerio sino que llamó "haraganes" y "deleznables" a quienes reposaban ahí. "Esperamos que esta declaración le quite muchos votos a Trump",  sentenció uno de los comentaristas en cabina.

Por supuesto, este fue el enésimo intento para tergiversar la realidad de lo que ocurrió. El "insulto" de Trump fue primero publicado en The New Yorker, una revista otrora prestigiada hoy propiedad de la viuda de Steve Jobs. Lo curioso es que la publicación se negó a revelar sus fuentes, dijo, "por temor a las represalias que pudieran sufrir de parte de los simpatizantes del presidente"; la falsedad llegó al punto de que John Bolton, ex asesor presidencial y quien recientemente escribió un libro con "sensacionales revelaciones" sobre lo que ocurre dentro de la Casa Blanca --un mamotreto que obviamente The New Yorker alabó hasta el cielo-- estuvo presente en esa gira y reconoció que "nunca escuchó" que Trump hubiera dicho semejante cosa.

Adicionalmente, no deja de ser curioso cómo la izquierda norteamericana se muestra tan indignada de que supuestamente Trump se hubiera expresado así de esos soldados cuando sus huestes se han opuesto prácticamente a todas las intervenciones militares de Estados Unidos y recibieron con escupitajos en el aeropuerto a los conscriptos que regresaban de Vietnam.

La prensa mexicana rara vez, si no es que nunca, ha publicado una sola de las metidas de pata de Biden, sus ex abruptos y, sobre todo, su deterioro mental. Pero eso sí, le dio cobertura extrema a lo ocurrido en Minneapolis y suele destacar las mentiras difundidas por los medios norteamericanos. (Evidentemente, este misil lanzado por The New Yorker tenía la intención de enfrentar a Trump con el ejército).

La manipulación informativa es tal que poco o nada sabemos de lo que está sucediendo en Estados Unidos que no tenga una embarrada de notas tergiversadas y parciales. Veamos un panorama más real de qué demonios está sucediendo en el vecino del norte.

1. Trump, una ficha inesperada que destruyó el juego demócrata

El Partido Demócrata daba como un hecho que ganaría la presidencia por tercera vez consecutiva en el 2016 con Hillary Clinton, esto como parte del acuerdo que los clintonistas (el cual agrupaba específicamente a magnates del entretenimiento, de Hollywood y de varios megaconsorcios, incluido Silicon Valley) establecieron con Barack Obama para que los primeros apoyaran su candidatura y no sabotearan las aspiraciones de Obama en el 2009. Este acuerdo incluyó designar a Hillary como secretaria de Estado, el segundo puesto más importante en la estructura del Poder Ejecutivo. (Una vez garantizada la reelección de Obama, Hillary le dejó el puesto al ex senador y ex candidato presidencial John Kerry).

Terminados los dos gobiernos del ex mandatario nacido en Hawai, los clintonistas parecían tener el camino libre hasta que el ala del grupo del senador "independiente" Bernie Sanders se interpuso en las aspiraciones de la señora Clinton. Para ganárselos y evitar que lanzaran una candidatura de Sanders por su cuenta --algo que resultaría devastador porque arrastraría consigo el voto de las esferas académicas y de los activistas sociales-- el partido demócrata abrió sus puertas a esos grupos de izquierda radical que hasta entonces habían estado marginados dentro del partido del burro.

Fue así como Sanders, quien había acusado de "corrupto" al matrimonio Clinton, traicionó a sus simpatizantes y terminó apoyando a Hillary. Pero el costo de esa negociación ha sido altísimo: los demócratas moderados fueron borrados del mapa al tiempo que la dirigencia ha sido empujada hacia la izquierda radical al punto que hoy el ex presidente Franklin D. Roosevelt sería visto como un moderado.

Lo que ningún demócrata contempló fue el candidato que los republicanos les pusieron enfrente en el 2016. Antes de su nominación, el partido del elefante se encontraba en la lona y con sus posibilidades presidenciales en lo más bajo. Habían apostado por la presidencia con dos candidatos "centristas", el ya fallecido ex senador John McCain el 2009 y el senador por Utah Mitt Romney, lo que los llevó a escandalosas derrotas electorales. Pero lo que más "caló" a los demócratas fue que Trump hubiera dado el brinco cuando durante mucho tiempo se le consideró parte del "fuego amigo" de los empresarios alineados con ellos.

Hasta antes de la aparición de Trump en la escena política, los republicanos avizoraban una tercera derrota consecutiva en las elecciones del 2016 ante la ausencia de un candidato fuerte. Entre los aspirantes estaban Ted Cruz, un senador hijo de "marielitos" cubanos pero totalmente desconocido fuera de Texas, así como Jeb Bush, hermano de George W. Bush y ex gobernador de Florida y quien fue literalmente aplastado durante las elecciones internas del Partido Republicano para elegir su candidato a la presidencia.

El triunfo de Trump arruinó de sopetón el juego de los demócratas, quienes contaban con que los republicanos presentarían un candidato débil. ¿Y cuál era el juego demócrata? Convertir gradualmente a los Estados Unidos en un país socialista, más afín que belicoso con la amenazante hegemonía de China. A los críticos de estas intenciones se les acusó de ser "racistas" durante los años de Obama, e igualmente se tenía pensado tachar de "sexista" a todo aquel que osara criticar a una Hillary Clinton en la Casa Blanca.

Lo que los demócratas jamás le perdonarán a Trump es haberse salido de un perímetro esencialmente empresarial, y aprovechando el ser ampliamente conocido por sus proyectos, por las revistas de chismes, por los canales de entretenimiento y por las amistades que le rodeaban, entre ellas Jesse Jackson, quien le entregó un reconocimiento por su labor a favor de los afroamericanos, y de otro activista, el "reverendo" Al Sharpton, o de Oprah Winfrey y varios más quienes pasaron a convertirse en sus enemigos a muerte cuando Trump anunció sus intenciones presidenciales por el Partido Republicano, esto tras el casi medio siglo de que las riendas del gobierno estuvieran en manos de "políticos-políticos" y no de Trump, quien nunca había sido votado para un puesto de elección popular.

Ante esos antecedentes, Hillary Clinton, los Obama, los medios de comunicación, las celebridades de Hollywood y recientemente hasta personalidades del deporte ya no esconden su repudio a Donald Trump y lo atacan sin misericordia; sienten que si Trump "rompió" las reglas del juego postulándose para la presidencia, ellos no tienen porqué ajustarse a ningún límite, mucho menos los impuestos por la realidad y la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace.

2. Black Lives Matter, o cómo la subversión tuerce el brazo a la política

En su obsesión por retomar el poder, los demócratas han dado la bienvenida a grupos que, incluso en los tiempos de Bill Clinton, habrían sido considerados subversivos y peligrosos para la seguridad nacional. De ellos sobresalen dos, Antifa (apócope de Anti Fascist) y Black Lives Matter, el cual ha tenido un crecimiento exponencial desde la muerte de George Floyd el pasado mayo.

(Un detalle, por cierto, que desconoce buena parte de la opinión pública norteamericana es la razón por la cual Floyd fue detenido: una tienda de conveniencia de Minneapolis llamó a la policía cuando Floyd quiso pagar con un billete falso de 20 dólares pero Floyd se resistió al arresto. Lo extraño es que en el área de Minnesota y Winsconsin han estado circulando miles de billetes falsos de 20 dólares, en apariencia introducidos ilegalmente al país desde China. De acuerdo con el vloguero Tim Pool, ese dinero se ha utilizado para financiar a grupos radicales y agitadores en esa área. ¿Cómo consiguió Floyd ese billete falso? Obviamente, la prensa no se ha molestado en investigarlo).

Antifa está inspirado en los movimientos antifascistas europeos de principios del siglo XX --incluso su símbolo, dos banderas sobrepuestas, fue utilizado por varios grupos radicales en los años 20, así como por las camisas pardas, al igual que la bandera rojinegra, característica de todos los grupos comunistas. Por lo que toca a Black Lives Matter, este grupo se formó en respuesta a los desórdenes raciales ocurridos en Missouri en el 2012 y a los que nadie de la prensa se le ocurrió culpar a Obama y aunque se denomina un grupo "reivindicador de los derechos de la población de color", lo cierto es que BLM no cuenta con un registro oficial como ONG y sin embargo las ligas deportivas como la NFL, la MLB y la NHL (hockey) o consorcios como Gillette, Amazon, Apple Inc. y la cadena Wal Mart --que desde la muerte de su fundador fue devorada por los promotores del capitalismo mercantilista-- han permitido que sus jugadores y sus empleados porten camisetas o afiches con las siglas BLM, esto en abierto contraste con las penalizaciones y prohibiciones hacia quienes se atrevan a utilizar las gorras MAGA de apoyo a Donald Trump.

Alicia Garza, Patrice Cullors y Opal Tometi son las fundadoras de Black Lives Matter y no dudan en definirse marxistas: "Vamos a imponer el socialismo y feminismo negro en este país de esclavos", sentenció Garza. Asimismo BLM ha anunciado que piensa "tomar forzosamente el poder" si Donald Trump resulta electo el próximo noviembre.

BLM cuenta con dos importantes fuentes de financiamiento, una de ellas proveniente del billonario George Soros y la otra del gobierno del "presidente" venezolano Nicolás Maduro, a quien estas tres mujeres han visitado con frecuencia.

Ante los disturbios y desórdenes cometidos por los simpatizantes de Black Lives Matter, Garza los justifica y asevera que se trata de "indemnizaciones" (reparations) dado que la mayoría de los negocios siniestrados, dijo, "están asegurados", una verdad a medias dado que las mayoría de los aseguradoras en Estados Unidos se rehúsan a cubrir cuando se trata de pérdida total o cuando no existen sospechas sólidas sobre la identidad de quienes cometieron los ataques. (De hecho algunas aseguradores, como Amica, Allstate y MetLife recientemente cambiaron ventajosamente sus condiciones de aseguranza, entre ellas la de pérdida parcial o total por protestas callejeras ¿coincidencia?)

Tras la muerte de Floyd, BLM aprovechó a las maravillas la coyuntura y creció exponencialmente, ayudado no solo por el silencio cómplice de los demócratas hacia sus desmanes sino a la prensa, la cual ha evitado referirse a ellos como "rijosos" por el término de "manifestantes" e insisten en llamarles "protestas pacíficas" incluso cuando sus reporteros tienen como fondo locales en llamadas o incendiados por los miembros de BLM.

Es falso que a Black Lives Matter le importen las vidas de los negros norteamericanos pues no ha protestado por la suerte de las decenas de afroamericanos que han muerto debido a la ola de violencia que se ha registrado en Chicago los últimos cinco años, ni mucho menos BLM expresó apoyo a los comerciantes afroamericanos que perdieron todo durante los desmanes en Minneapolis y Seattle. Lo único que le interesa a BLM es el poder y matar al país que ha desarrollado el proyecto económico más exitoso de la historia, basado en la libre empresa.

Inexplicablemente y ante las sospechas de que se trata de una organización financiada por un gobierno extranjero, el FBI no parece tener bajo la lupa a Black Lives Matter, y aunque desde hace años esa dependencia mantiene a Antifa "bajo observación", su respuesta no parece pasar de las recomendaciones suaves y de leves golpecitos a la mano.

Black Lives Matter llegó a tener hasta un 60 por ciento de simpatías entre la opinión pública luego de lo ocurrido en Minneapolis, pero este respaldo ha bajado hasta un 40 por ciento luego que BLM se reveló como una organización violenta, algo de lo que Tometi se enorgullece: "A veces es necesario transformar a la fuerza, sobre todo cuando la otra parte no cederá voluntariamente a sus privilegios..." De nueva cuenta tenemos, como dijera Marx, a la violencia como partera de la historia. De cualquier manera el respaldo que aún mantiene BLM no deja de ser preocupante.

3. Joe Biden, el veneno y Kamala Harris, el tiro de gracia

En términos de mera lógica, votar por un candidato que sufre un deterioro mental que le hace tener frecuentes lagunas suena a absoluta locura. ¿Quién aceptaría, por ejemplo, ser el pasajero de un avión donde el piloto padezca principios de alzheimer? Sin embargo el odio a Trump es tal que muchos norteamericanos están decididos a votar por los demócratas. Pero ahí no termina la amenaza: su candidata a vicepresidente es Kamala Harris, una mujer cuya carrera comenzó a subir poco después que llevó una relación, digamos, inusual, con un ex alcalde de San Francisco. Pocos analistas dudan que, de ganar las elecciones, Biden finalmente aceptaría su deterioro y delegaría la presidencia a Harris, convirtiéndola así en la primera mujer presidente de Estados Unidos aunque no haya llegado a la Casa Blanca por la vía del voto. El juego demócrata hacia el socialismo estaría nuevamente encarrilado.

La incógnita de si la estrategia demócrata funcionará se despejará a partir de noviembre aunque algo es seguro: el triunfo Biden-Harris estaría abriendo la puerta en su totalidad al ala radical demócrata, lo que llevaría a profundas divisiones dentro de ese partido las que serían catastróficas para la estabilidad de los Estados Unidos.

4. ¿Habrá éxodo de afroamericanos y latinos hacia la causa republicana?

No es verdad que el voto latino siempre se ha inclinado para los demócratas en unas elecciones presidenciales, de hecho este segmento favoreció a George W Bush en las elecciones del 2004, sin duda por haber sido gobernador de Texas. Pero es igualmente cierto que, como afirma el analista cubano-americano Sylvio Canto, que los latinos radicados en Estados Unidos suelen reproducir algo común en América latina: el "voto hereditario" donde las nuevas generaciones se inclinan a votar igual por el mismo partido que lo hicieron sus padres y sus abuelos sin importarles las consecuencias por haber elegido mal. (¡Qué nos digan eso en México, donde tuvimos 71 años de PRI!)

Hay otra razón: los latinos reciben la información de lo que pasa en los Estados Unidos en las cadenas en español como Univisión y Telemundo, totalmente inclinadas a la causa demócrata por lo que diariamente distorsionan la información de lo que realmente pasa en el país y suelen representar a Trump como un diablo con tridente, aunado al hecho que entre la comunidad latina no existe un medio que refleje posiciones conservadoras o libertarias.

Por lo que toca a los afroamericanos no debería existir ni una razón para que voten por los demócratas en esta elección. George Floyd, el mártir que sirvió de combustible a la causa de Black Lives Matter, fue víctima de abuso policiaco en Minneapolis, una ciudad que lleva décadas eligiendo alcaldes demócratas, un "detalle" que los medios de comunicación jamás han mencionado. Asimismo, antes de la pandemia, los niveles de desempleo entre los afroamericanos habían bajado hasta el 7 por ciento, algo que no había ocurrido desde 1969. Las cifras indican, indiscutiblemente, que Trump ha hecho más por los negros norteamericanos en cuatro años que Obama en sus ocho años de gobierno.

Y si bien queda claro que muchos latinos y negros han abierto los ojos en torno a lo que realmente es el Partido Demócrata, muchos de ellos siguen viendo con reticencia a Trump, sobre todo los primeros dada la imagen de "racista" que le han creado al mandatario, casualmente, desde el momento mismo en que Trump anunció sus aspiraciones presidenciales.

 

Textos relacionados

Joe Biden: cómo sus pendejadas se antojan imparables [Julio, 2020]

Fueron los demócratas, no Trump, los que destruyeron a Seattle y a Minneapolis [Junio, 2020]

Así como los demócratas perdieron la razón, perderán la elección [Octubre, 2019]

 

 

¿Desea opinar sobre este texto?

[email protected]

[email protected]  

 

0 opiniones

 

 

 

Inicio

Nacional

Internacional

Cibernética

 

Literatura

Cine

Medios

Y demás