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El duo Wozniak-Jobs

Pifias históricas: Apple protege su software y cae 

De cómo un precoz genio vio el futuro de la computación mucho tiempo antes que Bill Gates y cómo cayó víctima de su propia ambición y de un golpe interno en su empresa. Pero al final Steve Jobs recuperó su reino y ganó la partida

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MARZO, 2009. Desde muy niño Steve Jobs se sentía diferente a los demás: poseía una aguda inteligencia, los números no se le dificultaban como a sus compañeros, mientras que sus ideas con frecuencia sorprendían a sus mayores. No tardó mucho en identificar a su precocidad con el genio. Por aquél entonces en Silicon Valley sólo había hectáreas de hortalizas, manzanares y laderas, pero era ahí donde algunos años después Jobs se convertiría en soberano absoluto, y donde también sufriría una de sus peores derrotas.

Aunque ya se ha recuperado de aquel golpe --retomó el mando de Apple con lo que, como se esperaba, la compañía volvió a subir, además de seguir revolucionando el mundo de la venta de música en línea-- Steve Jobs, junto con Steve Wozniak y John Sculley, son parte de una pifia inexplicable en una empresa acostumbrada a ver el futuro y que daría lugar a ese megadespegue de Microsoft Computers y su sistema operativo Windows.

Jobs fue de esos niños inquietos que desarmaban los aparatos electrónicos para ver cómo funcionaban. Sin embargo ese mundo de curiosidad quedó alterado tras la separación de sus padres, factor que, coinciden sus biógrafos, impulsó la obsesión de Jobs por tener el control de la situación antes de asumir las decisiones más importantes y que le causaría muchos problemas ya como ejecutivo. Y al igual que los adolescentes inteligentísimos, Jobs odiaba la formalidad, las apariencias impecables le provocaban desconfianza pero también poseía una personalidad voluble, difícil de predecir y que se complementaba con una habilidad para elevar la moral de sus empleados que envidiaría cualquier motivador de superación personal. También era enémigo acérrimo de la indecisión; las cosas se hacen o no se hacen, pero nunca se dejan a medias, punto.

Terco y con frecuencia caprichudo, Jobs no encontraba su camino de modo que viajó a la India con el cabello largo, indumentarias hippies y un morral. En el camino se encontró con un grupo de krishnas quienes lo vieron como uno de los suyos y lo invitaron a rituales donde Jobs fue pelado al rape. "Tu tienes una misión especial en la vida", le dijo uno de ellos, "ve y concrétala". Las cosas comenzaron a despejarse para el joven quien a su regreso tenía en mente compartir con la gente el don que le había sido dado.

A mediados de los setenta las computadoras todavía eran artilugios caros, aparatosos y difíciles de utilizar; ya no eran necesarios los cuartos enormes a bajas temperaturas ni tarjetas perforadas, pero de cualquier modo no se veía factible tener una en casa donde las máquinas de escribir eléctricas parecían llevarnos al futuro. Jobs no lo veía así; para él, las computadoras eran la herramienta que definiría la llegada del siglo XXI, y como suele suceder ante las ideas visionarias, a Jobs lo tomaron por chalado, ¿cómo podía un adolescente cuestionar a los grandes cerebros de la electrónica?

Alguien más compartía eso que en México llamamos sueños guajiros. Steve Wozniak, un descendiente de polacos fanático de la electrónica y, como Jobs, de desarmar aparatos para ver cómo funcionaban, luego de varios días consiguieron un prototipo de computadora personal en un garaje. Para costear la aventura, Jobs había vendido su camioneta Van y Wozniak desempeñó varios empleos de medio tiempo. Aquel invento rudimentario y construido en una caja de madera era el inicio de la revolución en la informática. Era el nacimiento de Apple Computers Inc.

El objetivo de Jobs era que cualquiera pudiera manejar una computadora y que la viera como un amigo, más que como herramienta de trabajo. Incluyó en las primeras versiones del software iconos divertidos como un bote de basura para los archivos que no servían --a veces un excusado--, caras sonrientes para indicar un movimiento no autorizado y una bomba con la frase oops para indicar un error del sistema. Otra gran invención que facilitó infinitamente el uso de la computadora fue el mouse, aunque la leyenda negra en torno a Jobs apunta que éste robó el prototipo que había visto en los laboratorios de Xerox.

Fue tal el éxito de las primeras Apple MacIntosh que tanto Wozniak como Jobs se convirtieron en millonarios por la venta de computadoras y derechos de software; la empresa abrió unas amplias oficinas en Silicon Valley con salarios más que respetables. Todo este éxito no transformó a Jobs ya que el "niño genio" de la computación recibía a sus invitados sentado con los pies sobre el escritorio, llevaba el cabello largo y ordenaba media docena de pizzas y cajas con refresco de cola a mitad de sus reuniones. Toda aquella parafernalia de excentricidad ayudó a incrementar la figura de Jobs quien pasó a ser una especie de gurú en Apple.

Con el fin de promocionar su nuevo modelo McIntosh, la empresa compró un espacio televisivo en el Superbowl de 1984. El anuncio presentaba a una imagen de Olimpia que encuentra en la computadora la clave para el futuro. Unas horas después pocos recordaban el resultado final del Superbowl pero todos tenían presente el anuncio. Las ventas de computadoras Apple subió un 40 por ciento a lo largo del año, aunque a finales de la jornada las ventas volvieron a caer. Aparentemente, la máquina era tan perfecta, tan sofisticada, que llegó muy adelantada a su tiempo. Durante el Superbowl de 1985 Apple volvió a presentar un comercial que sirvió por un tiempo, aunque no para incrementar las ventas de su modelo McIntosh.

El objetivo de Jobs era que cualquiera pudiera manejar una computadora y que la viera como un amigo, más que como herramienta de trabajo

De cualquier manera la Mac se convirtió en la computadora personal más vendida en Estados Unidos durante el último lustro de los ochenta, primero porque era sencillísima de usar y, segundo, por ayudar en los trabajos de diseño gráfico así como su capacidad para aguantar jornadas arduas. A muchos activistas políticos y círculos intelectuales les gustaba la Mac porque veían a Apple como un Goliath que se enfrentaba y humillaba a gigantes como IBM.

Otra empresa pequeña (por ese tiempo) era Microsoft, con sede en Seattle y dirigida por Paul Allen y William Gates III. Al igual que Jobs, Gates había sido un nerd inquieto que prefería encerrarse en su casa los fines de semana para diseñar artilugios electrónicos en lugar de ir a fiestas. En contraste con Jobs, Gates siempre contó con el apoyo de sus padres además de tener una adolescencia mimada. Gates soñaba con diseñar un software --su software-- que al ser instalado en todas las computadoras haría más accesibles, fáciles y divertidas las labores de oficina, tareas, y entretenimiento. Ese software, por supuesto, era Windows.

Así pues, mientras Jobs procuraba proteger su software para ser utilizado únicamente en computadoras Mac, Gates deseaba lo contrario, es decir, que su software quedara abierto a todas las computadoras. Tal percepción del futuro sería decisiva en los años siguientes pues transformaría a Windows en el gigante mundial de la computación y dejaría a Apple al borde de la inanición.

Entonces ocurrió la pifia monumental: Jim Sculley, quien había entrado a Apple como ejecutivo Top, propinó un virtual Coup d'Etat y destituyó a Jobs, todo con el argumento de que la empresa "iba a pique" y que las excentricidades de su dueño no eran bien recibidas por los accionistas. De un día para otro el fundador de la que fue la compañía de computación de más grande crecimiento en el mundo estaba sin empleo, algo que para Jobs, acostumbrado a dar el veredicto final, resultaba aterrador.

Sculley carecía de las agallas y el olfato de Jobs así como la tendencia de éste a "humanizar" los productos. Y dado que para el nuevo gerente todo era contemplado como negocio, la relación de Apple con la comunidad que veía en la Mac como la rebelde de un conglomerado se deterioró. Para colmo, Sculley mantuvo la negativa de hacer compatible su software con máquinas que no fueran Apple: trató de diversificar su mercado con, entre otras, la salida del Newton, un prototipo de las e-pal, una agenda electrónica que, sin embargo, tuvo pocas ventas y en menos de un año dejó de producirse.

Para inicios de los noventa la suerte finalmente se inclinó hacia Microsoft. El boom del Internet estaba a punto de ocurrir de modo que Gates diseñó, con una asombrosa exactitud de tiempo, su navegador Explorer, así como la adopción del lenguaje HTML, indispensable para "bajar" las páginas web, de manera que mientras en Apple había guerras internas, Microsoft logró que los grandes fabricantes de computadoras como Compaq, Acer así como IBM incluyeran a Windows en su sistema operativo, todo esto combinado con los derechos de patentes por el uso de Windows trajo consigo el crecimiento decisivo de Microsoft y las ganancias de miles de millones de dólares para Bill Gates, el nerd más exitoso de la historia.

Lo irónico del asunto es que Apple seguía produciendo computadoras de excelente calidad pero que ante una fallida estrategia de mercado experimentaron ventas muy inferiores a las esperadas. El problema adicional era la incompatibilidad por más que el usuario de Apple adorara a su máquina, en cualquier momento iba a tener que toparse con una transformación de archivos con Windows. (Fue hasta mediados de década cuando Apple finalmente "liberó" su software y lo hizo compatible).

Mientras tanto Jobs empezó desde cero y creó una nueva compañía a la que llamó E-Text. La idea era muy similar pero pese a los esfuerzos por promocionarlo hubo poco interés de los usuarios; el mercado ya estaba prácticamente copado por Microsoft.

Los noventa fueron horribles para Apple Inc. No fue una decisión difícil para el fundador del gigante aunque pudo más todo el peso que Apple tenía en su vida. Así pues, en 1999 Jobs volvió como gerente de Apple Computers con el fin, dijo, "de mantenerla como opción válida ante el software convencional". (La compañía pudo respirar gracias a un préstamo de Microsoft, su otrora archirrival, más que nada para evitar otra denuncia por conducta monopólica).

Una de las primeras innovaciones de la nueva Apple fue prescindir del floppy disk, algo que entonces se veía impensable pero que compensó con un quemador de CDs. La potencia y rapidez de los nuevos modelos fueron levantando, aunque fuera lentamente, a una empresa que hasta antes que llegara Jobs estaba agonizando. 

Esta pifia, a diferencia de otras repasadas en este libro, tiene epílogo feliz. Tanto Jobs como los accionistas de Apple aprendieron que la soberbia puede llevar a un genio a rincones angustiosos. Es poco probable que la compañía tenga otra vez los días de esplendor cuando Microsoft era apenas un par de oficinas en Seattle pero nos han demostrado que el mundo no termina en Windows y cómo Jobs pudo poner la otra gran manzana en un sitio de honor.

 

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3 comentarios

felipillovox escribe 16.04.09

Durante muchos años tuve una computadora McIntosh, de esas de pantallita y se tuvo que jubilar de viejita pues nunca me dio problema alguno luego compré una computadora con el sistema Windows y empezaron los problemas, echo mucho de menos mi Mac pero son mucho más caras y siempre hay broncas de compatibilidad aparte que todos mis amigos usan Windows. La experiencia de Steve Jobs nos demuestra que el mejor producto no siempre es el más exitoso, pero en el caso de Apple fue peor porque se fueron todos al pozo por sus mismos errores.

barrientos_saulo escribe 16.04.09

Las nuevas generaciones solamente han vivido en el mundo de Windows pero antes de eso existió el maravilloso mundo de las McIntosh, unas maquinitas rapidísimas (bueno para su tiempo) que aguantaban horas y horas de trabajo sin quejarse, eran ligerísimas,bien prácticas y muy amigables para trabajar, hoy sé que ya sólo se limitan a los diseñadores gráficos. Las malas decisiones dentro de Apple terminaron con lo que hizo que muchos nos enamoráramos de las computadoras allá a principios de los años 90.

flores_renato escribe 15.04.09

Siento que Steve Jobs terminó vendiendo su alma al diablo luego de ser un icono contracultural con sus computadoras Apple, hace buen rato que sus años de rebeldía pasaron al olvido

 

 

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