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Payasos sin maquillaje: los 15 minutos de James Comey Inauguramos esta sección en la cual gente que debió haberse dedicado a trabajar en un circo o como comediantes stand up quieren hacerse pasar como personas serias y de integridad comprobada y quienes, inevitablemente terminan en el olvido al concluir sus 15 minutos de warholiana fama. No pudimos tener mejor protagonista que el despedido director del FBI para abrir esta nueva sección ABRIL, 2018. Algunos medios y "analistas" han mostrado sorpresa porque el libro A Higher Loyalty; Truth, Lies and Leadership (Una lealtad mayor; La verdad, las mentiras y el liderazgo, aún sin aparecer en español) se ha mantenido en lo alto de la lista de los cinco best-sellers desde que salió a la venta el pasado 18 de abril. La verdad ese no es un blasón excepcional: autores como Og Mandino, Louise H. Hay y otros más que escribieron temas sobre superación personal duraron meses en la cima de ventas. De hecho eso de vender libros como bollos humeantes durante un tiempo difícilmente nos habla de la calidad en contenidos o la pericia del autor; más bien, ese es el primer episodio hacia la ignominia que llega cuando luego de escribir entre el resentimiento y la información inventada o exagerada únicamente para crear un escándalo publicitario. (Por ejemplo, ¿recuerda el lector el libro What Happened de Hillary Clinton que según esto llevaría a Trump al impeachment? Hoy hasta parece chiste que alguna vez se le hubiera tomado en serio) La prensa liberal norteamericana está obsesionada con encontrar la pócima que eche a patadas a Trump de la Casa Blanca. Esa enfermiza labor los ha llevado e ensalzar cosas como Fire and Fury: Inside the Trump's White House que escribió un calvito cara de burócrata llamado Michael Wolff, quien luego no pudo refrendar lo que dijo en su libro por lo que éste sirve hoy, si bien le va, como papel sanitario en la editorial que se arriesgó a publicarlo. Luego vino la Porn Star Stormy Daniels quien afirma haber tenido un affaire con Trump hace 12 años, acusación tan tardía como ridícula como pedir hoy explicaciones a los dueños de la Coca Cola por haber cambiado su desastrosa "fórmula secreta" en 1986. El show continúa, y ésta vez lo protagoniza alguien insospechado y quien hasta hace poco era vilipendiado como un tipo deleznable al cual incluso Hillary Clinton también culpó --junto con Trump, con los deplorables, con los rusos y hasta Bernie Sanders-- por haber perdido la presidencia en el ya lejano 2016. Pero aquello con noticias viejas: ¿qué importa hoy que, por ejemplo, Rosie O'Donell hubiera exigido a Trump que corriera a James Comey cuando las investigaciones del FBI apuntaban a Hillary para convertirla en candidata, si no a la presidencia, sí a prisión? Todavía hasta principios de este año James Comey, el mandamás del FBI, era visto como un villano indigno de confianza quien había hecho varios trabajitos sucios al interior del FBI. Pero, obviamente, una vez que efectivamente Trump lo sacó de la nómina pública, Comey se puso a escribir el librito de marras una luego que una editorial le ofreció hasta 2 y medio millones de dólares para publicarlo. Recordemos un poquito: cuando los demócratas pierden la mayoría en ambas cámaras en el 2014 (en unas elecciones intermedias que, supuestamente, "no eran tan importantes", como llegó a decir Andrés Oppenheimer) el Senado citó a declarar a Hillary Clinton en torno a su responsabilidad en Benghazi y, más tarde, se le interrogó respecto a los mails clasificados que la candidata perdedora enviaba y recibía en las cuentas de correo de la Fundación Clinton. A las pocos meses antes de las elecciones presidenciales se encomendó a Comey realizar una investigación la cual fue duramente criticada por CNN, entre otros medios pues consideraban que tenía por intención ser una cacería de brujas en contra de la entonces candidata demócrata. Finalmente y a una
semana de las elecciones de noviembre --y luego de
la sospechosa aparición sin anunciar de Bill
Clinton y de Obama en despacho-- Comey anunció que
la investigación solo acusaba "faltas
administrativas" sin importancia por lo que
declaraba a Hillary libre de toda responsabilidad
durante su desempeño como secretaría de Estado. Sería buena idea que
a Comey y a otros payasos que estos medios
consideran "héroes" ya comenzaran a maquillarlos, a
ponerles pelucas y bolitas de plástico en la nariz.
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