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LITERATURA

Autores inspiracionales, de todo muy poquito

Desdeñados por los sectores literarios serios, estos escritores proporcionan mensajes que dicen lo que la gente quiere leer y cuya calidad es, sin duda, muy cuestionable. Pero dado que venden, las editoriales, incluso a regañadientes, los publican. Aquí mencionamos algunos ejemplos

MAYO, 2013. Antes se le llamaba "superación personal" pero ahora les es aplicado más el nombre de "inspiracionales". El caso es que son autores que venden mucho, y las editoriales a veces deben consentirlos aun en contra de sus propias convicciones. Una vuelta por cualquier librería o departamento de libros lo confirma: los títulos "inspiracionales" pelean la supremacía con los libros sobre temas de narcotráfico. Ambos comparten, por cierto, el que se venden porque los lectores están a la búsqueda de respuestas.

Desde hace rato el soberano del género es el brasileño Paolo Coello, quien lleva en su haber más de 40 títulos por lo que se considera que ha vendido casi 100 millones de libros traducidos a una veintena de idiomas. Algunos críticos de Coello insisten en que es un escritor monotématico en el cual encontrarse con el yo interior es la constante y donde lo único que cambia son los personajes y los nombres de los libros. Hace años una amiga me prestó El Alquimista con la promesa de "te va a encantar"; lo leí y ahora admito --y espero que mi amiga no se vaya a molestar por ello-- que en lo absoluto me encantó aunque cuando ella me pidió una opinión la aderecé con alabanzas. Más adelante alguien comentó durante una reunión "si ya leíste un libro de Coello ya los has leído todos".

Ya más atrás en el tiempo, y si acudo directamente a las fuentes de la memoria, referiría que el primer autor exitoso del género fue Og Mandino, allá en los sesenta y setenta. Hubo entonces un libro llamado El Vendedor más Grande del Mundo, que provocó enorme furor (incluso hubo ediciones en discos LP). Un tío solía llevar una copia en sus manos y lo recomendaba ampliamente. De hecho y durante algunos años, regalar ese libro se convirtió en costumbre para los cumpleaños y la Navidad. Tuve oportunidad de leerlo y me pareció interesante ese mensaje de cómo lograr que el espíritu resista ante la pérdida de valores. Desafortunadamente, Mandino se intoxicó con su propio éxito y luego publicó cosas como El milagro más grande del mundo, El secreto más grande del mundo y creo que hasta El trailero más grande del mundo, aunque, inevitablemente, se convirtió en gurú, lo que se anteponía al mensaje de sus libros, que era el no alabar a los falsos ídolos.

Pero fue Alonso Lara Castilla quien mejor resumió, durante una entrevista con la revista Contenido, lo que ocurrió a Og Mandino: "su éxito se basa en haber vendido la imagen de Jesucristo". Lara Castilla, por cierto, fue uno de los autores de "superación personal" más importantes a principios de los 80. Este autor, ya fallecido, publicó una decena de obras de las que sobresale Vuelve Maestro Vuelve y donde si bien no lucraba con la figura del Nazareno, sí abusaba de uno de los lugares más comunes de la literatura inspiracional, esto es, el águila como símbolo de libertad. Releídas, sus obras tienen muy buena prosa pero rara vez realmente cultivan el mensaje central entre sus lectores, y también cargan mucho con el pecado original del género, que es la cursilería.

Otro mexicano que destacó como autor "inspiracional" fue Carlos Cuauhtémoc Sánchez, quien antes de hacerse escritor había sido un gris burócrata del Instituto Nacional del Deporte. Su libro más famoso es Un grito en la oscuridad, que allá en los noventa se convirtió en un impresionante best-seller (ya sabemos cómo desde hace epíteto tal epíteto equivale a mencionar literatura chatarra). A diferencia de la sobria sintaxis de Lara Castilla, Carlos Cuauhtémoc Sánchez acude a narraciones crudas, sórdidas, tragedias clasemedieras de las que supuestamente deberá brotar un mensaje positivo. De manera insensata, en algunos planteles se hizo obligatoria la lectura de Un grito en la oscuridad, al igual que otros de sus libros. Cuando leí la novela me pareció, aparte de inverosímil, una colección de fallas ortográficas, frase hechas y una hilación deplorable, razón de sobra para jamás acercarme de nuevo a otra de sus obras.

Sin embargo, en la literatura "inspiracional", los norteamericanos siguen llevando ventaja. Otro libro que causó ochentero furor fue Tu puedes sanar tu vida, de Louise L. Hay. Sin ser precisamente una historia más grande del mundo tipo Mandino, Hay supone que muchos de nuestros males físicos son meramente psicosomáticos, esto es, que se originan en la mente: ¿Un dolor de garganta? Radica en que no nos atrevemos a hablar abiertamente sobre lo que pensamos. ¿Migraña? Un reflejo de nuestra desorganizada vida, al ponerla en orden necesariamente desaparecerá. Quizá Hay nunca reparó en que su propuesta tiene una insospechada liga con la llamada Ciencia Cristiana, la cual abjura de la medicina convencional y sugiere que es posible lograr la curación física con oración.

La trascendencia editorial de los autores inspiracionales ha hecho que se multipliquen como tiendas de conveniencia y que hoy hayamos perdido la cantidad real de cuántos de ellos hoy existen en el mercado, uno muy provechoso, por cierto: un reciente artículo en theamericanthinker.com, daba cuenta que, tan solo en ese país, tales libros producen anualmente en ventas unos 950 millones de dólares. Cierto que los libros de Crepúsculo o Harry Potter han producido mucho más, pero ahí está el público, que ha pagado por estas ediciones sumas nada despreciables.

Quizá el género "inspiracional" ya no crecerá más los próximos años, pero seguramente tampoco disminuirá. ¿Y acaso no hay algo más ideal que un mercado estable?

 

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