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INTERNACIONAL
El festejado
centenario de un régimen ominoso
Ya de por sí es increíble que a un cuarto de siglo
de desaparecida la URSS, haya ingenuos que defiendan
y propongan resucitar al peor experimento económico
y social del siglo XX que este mes cumple cien años.
Pero igualmente lo es el hecho que se minimicen u
omitan las pérdidas humanas provocadas en todos esos
sitios donde el comunismo fue implantado
Versión impresión
NOVIEMBRE, 2017. Como muestra de auténtico
surrealismo debería verse el hecho de que a lo largo
de este mes, el Museo Heritage de San Petesburgo
esté recordando el 100 aniversario de la revolución
rusa con enormes imágenes temáticas colgando a lo
largo del recinto. Más extraño aun que en ninguna de
las conferencias se haga poca o nula referencia a
quienes murieron víctimas de la represión durante
aquellos años.
Algo similar está ocurriendo en museos de otras
latitudes donde se rinde "homenaje" a esos "siete
días que cambiaron al mundo". Súbitamente el planeta
vuelve a hablar del músico Soskatovitch, del cineasta
Eisenstein, de la gimnasta Olga Korbut, del
astronauta Yuri Gagarin, de la guerra fría y, como
refirió un artículo reciente publicado en el diario
capitalino El Universal, "de la lucha del pueblo
ruso contra la oligarquía zarista" (con una ayuda no
tan pequeña del gobierno alemán, detalle que suelen
olvidar los sovietófilos).
Lo que no varía en esta ola es el sentimiento de
nostalgia por eso que pudo ser y no fue, de la
utopía donde todos los seres humanos, tomados de la
mano y entonando La Internacional -- o
"Imagine" de
John Lennon; para el caso es lo mismo-- lograrían un
mundo de paz y armonía, despojados de toda ambición
material. Y es que, como sabemos, el romanticismo
siempre ha acompañado a todo lo que huela a
comunismo y en esta ocasión con motivo del
centenario de una revolución que dejó de existir
hace más de un cuarto de siglo, no iba a ser la
excepción.
Desafortunadamente, y a diferencia de otras utopías,
ésta sí se llevó a cabo y los resultados no fueron
precisamente románticos ni muchos menos. Y su
desenlace es algo que no se ha explicado a quienes
nacieron después del derrumbe de la URSS. A
diferencia del nazismo del cual --con justísima
razón-- se ha desglosado su monstruosidad y sus
objetivos en los planteles escolares prácticamente
desde el final de la segunda guerra mundial, poco o
nada se ha les ha explicado acerca de la URSS, de lo
que representó, de lo que fue capaz, de su ideología
totalitaria.
Ese hueco histórico ha dado como consecuencia que la
generación millenial haya crecido con la idea de
que en algún momento de la historia hubo una
ideología que se opuso al "capitalismo" y que estuvo
a punto de derrocarlo, algo totalmente falso, por
cierto.
Para colmo, el concepto que se explica en las aulas
es vago y la faltan muchas piezas... precisamente
las piezas que no hablan muy bien del "experimento
socialista", por supuesto.
Naomi Klein, la gurú antigobalización, escribió
recientemente: "el lograr una sociedad sin clases
sigue siendo hoy un anhelo aún vigente como lo fue
en 1917 (...) y ese ideal de igualdad, como
cualquier otro ideal, nunca muere ni se marchita.
Mientras existan la desigualdad y la explotación
capitalistas, habrá siempre alguien que diga 'las
cosas deben y pueden ser diferentes'; un día
completaremos el camino trazado por Lenin".
O qué tal esta opinión aparecida en una serie de
artículos de The New York Times en torno al
centenario de la revolución rusa: "la vida sexual de
los soviéticos era más satisfactoria" para más
adelante apuntar que "algunas libertades fueron
suprimidas, es cierto, pero al trabajar todos
juntos, se cumplieron muchos de los objetivos
trazados por el Politburó".
"Algunas" de esas libertades suprimidas (algo que
ese diario, como constante difusor de falsedades,
omite mencionar) fueron largas temporadas en el
Gúlag para los disidentes, hambrunas a quienes se
opusieron a la reforma agraria y prohibición de
abandonar una ciudad, ya no digamos el país, sin
permiso expreso de la autoridad.
¿Pero por qué persiste esa idealización, tantos
suspiros hacia lo que claramente fue una de las
pesadillas políticas del siglo XX? ¿Por qué se sigue
admirando con loas o, peor aún, la indiferencia
histórica, hacia los bolcheviques, hacia Lenín,
hacia Castro, hacia el Che Guevara, hacia gente que
lo primero que hizo al llegar al poder fue abolir
los partidos políticos, someter a la prensa y
establecer una dictadura del proletariado?
El historiador francés Emanuel Le Roy, él mismo ex
militante comunista, apunta que "existe una amnesia
hacia el pasado del comunismo mientras que sobre el
nazismo y sus secuelas, lo que domina es la
hipermnesia"
Por su parte, Jonah Goldberg señala en su libro
Liberal Fascism: "Al repasar el comunismo los
historiadores gustan de abundar en lo que pasó en
sus primeros años, pero cuando abordan el nazismo
nos machacan sin cesar los años de su derrumbe".
Entre las razones destaca en que al comunismo se le
dio el mote de "científico", lo cual le da cierta
coraza de impunidad y pretensión. Segunda, el
comunismo siempre contó con la gustosa ayuda de los
intelectuales, del academicismo y la prensa,
dispuestos a distorsionar, a omitir y a cambiar la
realidad de acuerdo a sus intereses o lo que dictara
Moscú; tercero, la relativización de la realidad
enfocada en la sistemática destrucción de los
valores morales y religiosos que la civilización
occidental ha mantenido por siglos.
En el peor de los casos, se considera que el
comunismo fue "mal llevado a cabo", esto es, que en
algún lugar se perdió parte de la receta y, en el
caso específico de la URSS, que el ideal fue
corrompido con la llegada de Stalin al poder. Sin
embargo y en el caso de Fidel Castro, que de 1959 al
2006 se mantuvo como el líder indiscutible del
Partido Comunista Cubano, el resultado fue
idéntico... y con Josip Broz Tito en Yugoslavia... y
con Ceaceuscu en Rumania... y con Honecker en
Alemania Oriental... y con Pol Pot... y con la
funesta dupla Chávez-Maduro. ¿Por qué en ninguno de
esos casos se aplicó la "receta" correctamente? ¿Y
por qué nadie denunció esa "desviación" cuando
aquellos gobiernos comenzaron a construir el
comunismo en sus países?
Es triste que entre la generación milennials
abunden quienes crean que "esta vez sí el comunismo
va a funcionar" pese a ser, como refirió Goldberg,
"el fracaso más popular de la historia", y que ello
ocurra, paradójicamente (los partidos comunistas en
Polonia, República Checa, Rumania y todas esas
repúblicas ex satélites de la URSS, luego de haberlo
sufrido, ni de chiste quisieran volver a probar el
elíxir del "paraíso socialista") en los países
que derrotaron al comunismo 26 años.
Extra
¿Será esto lo que celebran
los admiradores de la difunta Unión
Soviética?
NOVIEMBRE, 2017. Pablo Iglesias, el
desgarbado dirigente de Podemos, realizó un
largo viaje hasta Bolivia para reunirse con
el presidente de Bolivia Evo Morales. ¿El
motivo? Cuál habrá de ser: el celebrar junto
con otras personalidades "progresistas" el
centenario de la revolución rusa. Y como
trama de película porno, ya sabemos lo que
Morales, Iglesias y demás "compañeros de
viaje" dirán en el estrado, ya sean loas a
Lenin, a Marx, a Castro, a llorar por los
"sacrificados", ya sean Jacobo Arbenz en
Guatemala o Allende en Chile y denunciarán,
mientras se hartan de opíparos platillos
ofrecidos por el mandatario cocalero, la
"pobreza", el "saqueo", la "explotación" de
los empresarios y el gran capital.
Parece increíble, pero ese discurso era
creído, coma por coma, por buena parte de la
opinión pública mundial hasta la aparición
de Archipiélago Gulag, en 1973. Su
autor era
Alexander Solzhenitsyn,
y su narración era tan certera, tan
conmovedora, que el haberle dado al merecido
Premio de Literatura a este ex preso político fue una
consecuencia menor: tras la salida de
Archipiélago Gulag, el mundo pudo
enterarse de lo que realmente ocurría tras
la llamada cortina de hierro. Sin embargo
los Evo Morales y los Pablo Iglesias de
aquellos entonces llamaron a todo eso
"propaganda" de la CIA y menospreciaron esa
obra.
Y como decimos en otro texto, cuando se
habla de la revolución rusa, un irremediable
romanticismo emana en el ambiente, algo
paradójico si tomamos en cuenta que, luego
de Solzhenitzyn continuaron surgiendo
evidencias de lo que se escondía detrás del
"paraíso socialista" soviético. Muchas veces
el envoltorio se dio con ayuda de los
gobiernos y la prensa occidentales, y otras
ocasiones la verdad surgió tras la caída del
Muro de Berlín.
Veamos algunos de los temas que sin duda
no serán abordados en la celebración de
los 100 años de la revolución rusa:
-GULAG- Una red de mil campos de
trabajos forzados donde de estima laboraron
20 millones de personas. Según la página
española libertaddigital.com de un tercio a
la mitad de ellos murieron de hambre,
agotamiento, enfermedades o una bala en la
nuca.
-LUBIANKA- Nombre del cuartel de la
KGB en Moscú donde se registraron
innumerables torturas a sospechosos de
"actividades subversivas".
-HUNGRÍA 1956- Amparado en su propia
constitución el pueblo húngaro pone a prueba
la "apertura" que prometía el calvo
Nikita Kruschev; poco después de derrocar al
gobierno títere de Moscú, la "apertura"
llega con la invasión de las tropas y
tanques soviéticos donde asesinan a cientos de
personas.
-KATYN- Alrededor de 22 mil oficiales,
intelectuales, sacerdotes y terratenientes
polacos fueron asesinados en el bosque de Katyn en lo que fue una de las peores
masacres de la historia. Los rusos
responsabilizaron a los nazis, y de hecho
hubo oficiales nazis que bajo tortura fueron
obligados a firmar su confesión antes de
colgarlos. No fue sino hasta 1992 cuando el
entonces presidente ruso Boris Yeltsin entregó a
Lech Walesa el documento donde las firmas de
Stalin y Beria autorizaban el asesinato
masivo de inocentes.
-EL HOLOMODOR- Furioso porque los
habitantes de Ucrania se negaban a someterse
a la ruinosa reforma agraria, durante los
años 1932-33 el bigotudo tirano los forzó a
padecer una hambruna en la que se estima que
murieron más de 6 millones de personas,
entre ancianos, mujeres y niños.
-PRAGA 1968- Igual a lo ocurrido en
Hungría, la petición de mayor libertad
política fue respondida por el "moderado"
Brezhnev con otra invasión donde hubo
cientos de muertos. Algunos intelectuales
comenzaron a desilusionarse del comunismo,
pero siguieron siendo los menos.
Si esto es lo que en el fondo admiran
quienes se hincan ante los "logros" del
comunismo, ¿por qué no lo dicen
abiertamente? |
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