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INTERNACIONAL

Cegados por el odio anti Trump, los demócratas traicionan su propia esencia histórica

¿En qué manera afectará a los empleados que el Estado dejará de retenerles parte de su salario vía Impuesto Sobre la Renta? Bueno para criticar, el Partido Demócrata se ha abstenido de explicar la razón, en una medida radical que, de acuerdo a lo ocurrido en otras latitudes, traerá beneficios a una economía hoy tan debilitada como la norteamericana

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Por Roberto Rojas P.

DICIEMBRE, 2017. Recuerdo de mi infancia un programa llamado La Dimensión Desconocida, primero los episodios en blanco y negro y, a fines de los setenta, los nuevos capítulos a color. En esas historias la lógica dejaba de tener efecto para dar lugar a situaciones absurdas y alucinantes.

El Partido Demócrata de los Estados Unidos ha entrado de lleno a La Dimensión Desconocida, un terreno que no le es extraño, por cierto: las contradicciones, la doble moral, el engaño y la mitomanía han sido fieles compañeras en su historia. Pero por lo menos hasta hace poco a su interior se permitían las discrepancias. En cambio, el partido representado por un burro (explicaciones sobran) se ha movido tanto al espectro de la izquierda que hoy no solo censura y aísla a los militantes que no se "cuadren" a la versión oficial sino que ha traicionado parte de su esencia, esta es, la de una organización que complementaba la vida política de Estados Unidos haciéndole ver la necesidad de contar con una esquema de bienestar social y la búsqueda de equilibrios con los sectores productivos.

Como prueba de ello, cuando el ex presidente Reagan llevó al Senado su reforma fiscal en 1986, varios senadores demócratas la apoyaron con entusiasmo y votaron a favor. ¿Algunos nombres? Basten tres: Al Gore, John "cara de dormido" Kerry y Lloyd Bensten, éste último, ya fallecido, decididos a sacrificar capital político si ello redundaba en un beneficio comunitario.

En contraste, ni un solo congresista demócrata apoyó la recientemente aprobada reforma fiscal del presidente Trump y cuyo principal punto es una rebaja del Impuesto Sobre la Renta del 36 al 20 por ciento, histórica para un país de las dimensiones e importancia mundial como Estados Unidos. ¿Es qué hace tres décadas la rebaja de impuestos a los ciudadanos era loable y ahora es lo más cercano a un pecado de lesa humanidad?

Repasemos estas joyas donde los demócratas advierten que la baja del ISR traerá consigo el Armaguedón. Comencemos por el senador por Nueva York Chuck Schummer: "Se ha demostrado muchas veces que las rebajas impositivas no funcionan (...) los únicos que ganarán con esta medida son los grandes corporativos que utilizarán esas ganancias para especular en la bolsa (...) empresas como AT&T pagan un ISR del 8 por ciento y de todos modos han tenido que recortar personal".

Otra joya de la líder Nancy Pelosi: "[la reforma fiscal] se convertirá en un Frankenstein que regresará y destruirá todo".

La Dimensión Desconocida en pleno. ¿No era un demócrata, el fallecido senador Edward Kennedy, quien criticó ferozmente al ex presidente George Bush padre por su frase "lean mis labios: no más impuestos" para aumentarlos poco después? ¿No fue Hillary Clinton quien advirtió en una entrevista en la ABC que "un triunfo de Donald Trump representará eventuales alzas impositivas que repercutirán en el bienestar de las clases medias?" (
Este video que recopila las incongruencias de la ex candidata es simplemente maravilloso. En inglés pero se puede usar traductor)

Naturalmente que uno podría inclinarse por la desvergüenza y la doble moral que padecen todas las organizaciones políticas del planeta, esto eso, argumentar que si yo aplico una medida es justa, positiva y necesaria, pero si esa misma medida la aplica mi oponente se trata de una puñalada trapera al pueblo. Sin embargo hay otro factor, que es el odio a Donald Trump, um aborrecimiento que ha impedido ver a los demócratas al hipopótamo dentro de la bañera.

Empecemos por la insensata declaración del senador Schumer. ¿Por qué se le olvidó mencionar un caso, uno solo, donde las bajas impositivas hayan resultado en un fracaso? Irlanda fue más radical que Trump y redujo su ISR de un 30 a un 16 por ciento, lo que redundó en un incremento en su PIB del 6 por ciento, del mismo modo en que Singapur aplica un ISR del 11 por ciento y, que se sepa, el Estado no está muriendo de inanición ante la falta de ingresos que le impidan cumplir con su función social.

Sin embargo la ironía, que a veces nos ofrece giros sublimes, se dio cuando la AT&T anunció, casi al mismo tiempo que Schumer advertía sobre el cataclismo que se cernía sobre Estados Unidos por la baja impositiva, que como respuesta a la iniciativa invertiría 6 mil millones de dólares en infraestructura y mejoras salariales, adicionales a un bono de mil dólares a sus más de 100 mil empleados. ¡Terrible cataclismo para la planta laboral norteamericana!

Por su parte, la congresista Pelosi, además de desconocer que Frankenstein no es el nombre del monstruo sino del científico que lo creó, tampoco dio un ejemplo conciso e irrefutable de cómo una baja en el ISR afectará a los trabajadores en vez de ello a acudió a metáforas aterradoras, entre ellas el chantajista argumento de los "recortes presupuestales afectarán el financiamiento de los servicios de salud", los cuales, por cierto, por ley no pueden aplicarse en este rubro.

¿Cuánta razón tienen los demócratas?

En realidad, ninguna. En este momento lo único que los une es su odio a Donald Trump, lo que los ha llevado a constantes contradicciones y lastimosas paradojas.

Mientras los demócratas que se asumen como "progresistas" denuncian la comida chatarra y quieren prohibir su venta para evitar que haya más gorditos y chonchitos, el tener un Estado obseso no parece preocuparles gran cosa: son iguales a esas mamás de hace décadas quienes pensaban que tener un hijo con algunos kilitos de más equivalía a criar un hijo sano.

El economista Frederick Hayek y el Nóbel de Economía Milton Friedman demostraron cada uno por su cuenta que, lejos de deprimir a la economía y "sacar" de recursos al Estado, la baja en el ISR estimula la inversión, dinamiza la economía y por ende estimula la creación de riqueza.

Y resulta que, a diferencia de las alzas impositivas, los efectos de una baja en el ISR se traducen rápidamente en beneficios para el trabajador quien recibirá en su cheque un dinero que hasta antes de la reforma fiscal le estaba reteniendo el IRS (Oficina de Recaudación). Millones de norteamericanos tendrán más dinero en su sueldo, ¿y denuncian los demócratas que esto es ominoso?

En primer lugar, ese dinero no es un regalo. A diferencia de las alzas obligatorias al salario mínimo a 15 dólares que están devastando a ciudades como Seattle y San Francisco, lo que recibirán los trabajadores siempre ha sido parte integral de su salario devengado; de hecho, como alude el analista Larry Kudlow en la página de nationalreview.com, "la posibilidad de que un empleado le dé un mejor uso a ese dinero que antes le quitaba el fisco es altísima en comparación de cómo el Estado norteamericano suele manejar los dólares que recauda".

¿No se dan cuenta los legisladores demócratas que, al criticar esta reducción con su odio a Trump de por medio, le están diciendo al norteamericano promedio que ellos están de acuerdo con que los norteamericanos paguen más impuestos?

Quienes salen perdiendo en esta historia son a) los estados gobernados por los demócratas pues con esta baja al ISR, la cual recauda el gobierno federal, evidenciará la voracidad fiscal de esos estados dado que el impuesto al consumo (sales tax) es facultad de los gobiernos estatales. Pero es una pérdida relativa, apunta Kudlow: "La baja en el ISR repercute en mayores ingresos en el impuesto al consumo y por ende en más ingresos para los estados". Pero al final los votantes sabrán distinguir quiénes se sacrificaron para darle mayor poder adquisitivo al salario de un empleado".

b) Los promotores del aumento a los mínimos por decreto y sin productividad de por medio. El virtual aumento que recibirán los trabajadores no le representará ninguna carga extra a las empresas dado que ese dinero ya es erogado, en contraste con la onerosa carga que representa el aumento al mínimo de 15 dólares la hora. "Con esta medida pronto se exhibirá el populismo suicida de quienes proponen un aumento al mínimo sin aumentar la producción", añade Kudlow, "más aún, esta baja en el ISR dará como resultado una expansión en la oferta del trabajo pues al aumentar la producción la necesidad de abrir mas fuentes de empleo particulares".

c) La medida retoma la idea de que el sector privado es el que debe llevar la batuta como detonante económico de Estados Unidos y la cual los progresistas han tratado de sabotear en nombre de la justicia social. Por muchos años los demócratas apoyaron esa parte del espíritu norteamericano que pugnaba por bajos impuestos bien administrados y un sector privado fuerte. Su cambio de estrategia está traicionando los principios de libertad económica que defendieron otros presidentes demócratas como John F. Kennedy y Bill Clinton.

Buena parte de los demócratas no son tontos. Saben perfectamente que la reducción al ISR es una medida positiva que elevará los ingresos de los trabajadores y elevará la producción. Pero su odio anti Trump y el temor a ser obligados a callar si expresan una opinión divergente los ha llevado a guardar silencio o a criticar al presidente llamándolo amigo de los grandes corporativos los cuales, por cierto, más bien son cuatachones de la alta dirigencia del Partido Demócrata.

Mientras los demócratas sigan siendo acólitos de La Dimensión Desconocida y alejados de las inquietudes del norteamericano promedio, la oportunidad que recuperen la mayoría en ambas cámaras el próximo noviembre será tan irreal como las historias que presentaba esa emisión televisiva.


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