Cine/Obituario
Lo
extrañaremos, Ernest Borgnine
Considerado uno
de los últimos rudos de Hollywood, este actor poseía además un
carisma y talento que produjeron la admiración entre miles de
espectadores. De Marty hasta El Poseidón y alguna series de
TV, Ernest Borgnine se aseguró que lo recordáramos por mucho tiempo
JULIO, 2012.
Contaba Ernest Borngnine en su biografía, publicada en el 2008, que se
puso nervioso al leer en el guión de From Here to Eternity (1952)
que tenía que golpear a Frank Sinatra. La escena salió tan convincente
que muchos espectadores creyeron que había sido real, "pero como no
quería pasar a la historia como el actor que golpeó a Frank en una película,
tuve que esforzarme el triple en las siguientes películas para que el público
se olvidara de esa escena". Y lo hizo de tal manera que dos años
después logró su primer Óscar con Marty, donde interpreta a un
solitario perdedor. Y a partir de ahí ya no dejó de trabajar sino hasta
el pasado 8 de julio cuando falleció a los 95 años. Así es: Borgnine
era el último de esa generación de tough guys que incluía a
Charles Bronson, Lee Marvin y Steve McQueen. (Bueno, aún nos queda Kirk
Douglas, a quien deseamos muchos más años de longevidad).
Una vez que veíamos su rostro en la pantalla, era imposible olvidarlo.
Ernest Borgnine tenía mirada --algo que incluso él aceptaba-- de bulldog.
sus dientes estaban separados y su amplia frente le daba cierto aspecto
temible. Pero desde el principio los espectadores sabían que detrás de
ese personaje feroz había siempre alguien con un gran corazón. Quizá su
rol más emblemático en tal sentido es el del policía Frank Rogo en La
Aventura del Poseidón, un tipo duro que se cuestiona el liderazgo del
reverendo Scott (Gene Hackman) una vez que el barco se voltea de cabeza.
Obligado por las circunstancias a recibir órdenes de un desconocido, al
final va perdiendo su soberbia pese a la muerte de su esposa aunque
acepta, cuando están a punto de ser rescatados, que "el maldito
reverendo tenía razón".
"El Poseidón fue una película cuyo éxito no esperábamos
sería tan grande", escribió Borgnine, "pero Irwin [Allen,
quien codirigió la película], no dudaba de la aceptación que tendría
entre el público: 'Ustedes acostúmbrense a actuar en un barco que está
de cabeza y pronto la gente hará lo mismo", dijo. Sin embargo
Borgnine no la consideraba una de sus cintas más importantes: "No la
desdeño ni la minimizo: no es una obra de arte, es entretenimiento puro,
pero tampoco me desvivo por contar historias sobre la filmación".
Otro rol casi casi de cameo --es decir, una aparición que no se
registra en los créditos-- se dio en Escape From New York 1999
donde encarna a un taxista en una Manhattan que se ha vuelto una
gigantesca penitenciaría. Cada vez que se aproxima su taxi se escucha la
música instrumental del programa American Bandstand y que al final
de la película viene a ser el "discurso" del presidente de
Estados Unidos, caracterizado por Donald Pleasance, otro tough guy
y el actor preferido de Roman Polanski. "Aunque tenía ya casi
sesenta años al momento del rodaje, Ernest poseía una vitalidad que nos
contagiaba a todos", recordó Kurt Russell, quien hizo de Snake
Plissken y que luego apareció en el remake de El Poseidón.
Borgnine iba a hacer ahí otro cameo pero por cuestiones de agenda
no se concretó la actuación.
Ernest Borgnine, además de ser un enorme actor, tenía la característica
de ser un "feo carismático", cualidad que suele darse más bien
con actores "galanes", como Sean Connery. El suyo era un carisma
diferente al de actores como Morgan Freeman, quizá similar al de actores
como el fallecido Vincent Schiavelli, quien aun dentro de sus roles de
villano se daba el espacio para humanizar a sus personajes.
En los años sesenta Borgnine apareció en la serie televisiva McHale's
Navy y su última película está por estrenarse. En todos esos años
disfrutamos de un actor completo, una leyenda que aguantó hasta el último,
una generación que desde hace rato se mostró como irremplazable.
Indudablemente extrañaremos a Ernest Borgnine. El legado de sus películas
queda como manifiesto de un talento que, al haber salido de escena, dejó
un hueco que notamos hoy es mucho más grande que antes de su ausencia.
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