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Las puertas cerradas de Jim Morrison, a 40 años

Entre los máximos méritos de Jim Morrison fue el unir a la música rock con la filosofía de los poetas malditos, como Baudelaire. La prematura muerte del líder de The Doors lo convirtió en icono que, lenta pero sin detenerse, comienza a difuminarse. Un texto a 40 años de que se fue a otra puerta existencial

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JULIO, 2011. Cuando uno recuerda claramente el día en que fue a ver la película The Doors de Oliver Stone se expone a que le llamen viejo. Y el día fue precisamente un 17 de julio de 1991. Por aquellas fechas se conmemoraba, recordaba o se hacía negocio --después de todo la entrada a la sala no fue gratis-- el aniversario 20 de la muerte del Rey Lagarto. La película fue apenas una parte del enorme interés que despertó la fecha: en una era en la cual aún el Internet no era tan accesible como hoy, se nos abrumó de artículos, comentarios, programas televisivos, conferencias, ensayos y aun presentación de grupos que interpretaban música de The Doors. De haber tenido acceso a la red entonces, el material en torno a Jim Morrison habría resultado abrumador dados los homenajes que se dieron en buena parte del mundo, al que debió incluirse el recientemente liberado bloque oriental donde ese cantante era venerado, si bien a niveles underground.

Pero henos aquí conque estamos a julio del 2011, y el mundo nuevamente se prepara a conmemorar no dos, sino cuatro décadas de la muerte de Jim Morrison, aquel 3 de julio de 1971. Recuerdo una conversación larga, entretenidísima, con el buen Toño Jáquez, ya fallecido, en torno a Jim Morrison. Ambos trabajábamos en una revista local donde él era el jefe de información. Dada su afición al rock y ante la inminencia del aniversario la pregunté si él también admiraba al Lizard King como parecían hacerlo la totalidad de los críticos. Tras encender un cigarro y echar el humo que rebotó contra el vidrio blanco de su ventana izquierda me sorprendió con un "No, para nada, espero que ahora sí ya entierren a Morrison", y en adelante criticó a Oliver Stone, "no ha crecido, no tengo intención alguna de ver la película". Sin embargo semanas después me contó que la vio y resaltó que lo único bueno había sido la música de fondo, "aunque no toda porque le superpusieron la voz de (el protagonista) Val Kilmer... Si Morrison realmente está vivo, ya le habría pateado el trasero a Stone..."

Jáquez detestaba el fenómeno baby boomer (en otra ocasión escribió que el Sgt, Pepper de los Beatles "ya apesta a viejo y está lleno de errores técnicos") pero amaba la música de The Doors, y en aquella plática explicó porqué: "Morrison hacía lo que se le pagaba la gana, y a diferencia de los Beatles que dependían de Brian Epstein como mánager, Morrison jamás le hizo caso". En cuanto al estilo también ya le parecía un tanto anacrónico, "en especial ese organito de festival infantil de Ray Manzarek", y soltó un dato que hasta entonces desconocía: la canción "Light My Fire" no era de Morrison sino del guitarrista Robbie Krieger, "quien para mí era el chingón del grupo, lástima que cantaba pa'la fregada...", dijo Toño, quien sin embargo consideraba que el grupo "era la mejor propuesta que tuvo el rock gringo ante los Beatles y los Stones..."

Pancho Amparán, otro amigo que lamentablemente también ya nos dejó, visitó París en 1984 para dejarle su marca de cigarros favorita a Julio Cortázar en su tumba de aquella ciudad. Pero no dejó ir la oportunidad de visitar el sitio donde reposan Oscar Wilde y Jim Morrison. De las segunda, escribió: "Apenas podía reconocerse, estaba llena de graffitti y, por cierto, uno de ellos era de un fan de México... no, si no podíamos faltar..." Amparán tampoco era muy fan de The Doors aunque en un texto les dio crédito "por haber metido cierto aire de intelectualidad al hippismo, que de intelectual no tenía absolutamente nada..."


De hecho el grupo tiene también el mérito de haber sido el primero que metió de lleno las inquietudes intelectuales literarias norteamericanas al mundo del rock. Era una unión que ya se veía venir gracias a la generación beatnik de Jack Kerouac. Allen Gingsberg y otros más. Morrison era un lector voraz que había devorado toda la mitología griega disponible y quien admiraba a Arthur Rimbaud, uno de los poetas malditos. Quizá muchos de los hippies que se aficionaron al grupo tras escuchar "Light my Fire" ni siquiera imaginaban que detrás de ese cantante de melena alborotada y rostro adónico se escondía un poeta a punto de estallar con su talento. 

De hecho conforme el grupo se adentró más y más en el estilo de Morrison y abandonó el convencionalismo de sus primeras canciones, su fama en Europa creció exponencialmente; The Doors había hecho el mismo viaje que hizo la música norteamericana cuando se fue al continente antiguo y regresó, reivindicada, a la tierra de sus orígenes. La prueba está en sus primeros temas como "Roadhouse Blues" para más tarde emigrar a cosas claramente introspectivas como "Crystal Ships" --una de sus indudables obras maestras-- y The Soft Parade, para más tarde escandalizar al público estadounidense las abiertas alusiones de Morrison al incesto. El consumo cada vez mayor de drogas del cantante tampoco ayudó: cuando expuso sus genitales durante un concierto de Miami quedaba claro que el único lugar donde se le celebrarían sus ocurrencias era en Europa, aunque siempre a distancia.

                                                              ***

Morrison nació en Florida, hijo de un oficial del ejército quien, como el capitán Von Trapp de La Novicia Rebelde, aplicaba en casa la misma disciplina que en su regimiento. Algunos biógrafos han documentado historias de maltrato físico, y aun sexual, hacia el futuro Rey Lagarto, pero no han sido totalmente confirmadas. De hecho Morrison refirió a Jerry Hopkins --quien coescribió la famosísima biografía Nadie Sale Libre de Aquí-- que la relación con su padre era más bien "distante.. no creo que le significara algo para él". Lo que sí es que Morrison siempre llevaba libros consigo: dado que la familia pasaba mucho tiempo viajando, éste pasaba leyendo mientras iban en carretera a través de todo Estados Unidos. En una de ésas hicieron escala en el desierto de Arizona y el niño Jim vio una iguana enorme que le dejó una gran impresión. Ha habido quienes dan esta historia como falsa y señalan que Morrison la inventó dada la popularidad que entonces tenían Carlos Castaneda y sus "viajes" con un espíritu chamán.

Morrison no estaba hecho para la vida militar ni mucho menos para alistarse en Vietnam por lo que huyó de su hogar en cuanto pudo. Quienes estudiaran una carrera no podían ser enviados al frente por lo que Morrison ingresó a la UCLA para estudiar Artes Cinematográficas y donde filmó algunas peliculitas. Fue ahí donde conoció a Robby Krieger y Ray Manzarek a quien se les unió John Densmore, un compañero de parrandas. "En esos días únicamente tomábamos alcohol, las drogas vendrían mucho después cuando se nos advirtió que expandían la mente y la creatividad", dijo Manzarek décadas después.

Luego de tocar por muchas noches en el Whiskey A Go-Go. un legendario bar angelino --y clausurado quién sabe cuántas veces-- The Doors consiguieron su primer contrato discográfico. Desde el principio Morrison impuso sus reglas: vestiría una camisa blanca de olanes, pantalón de cuero negro y traería el pelo largo, algo que en el mundo del rock al iniciar 1967 era todavía una anormalidad. Por supuesto que el Verano de Amor y grupos hippies como The Grateful Dead, Jefferson Airplane y Country Joe McDonald sólo aceleraron la moda del cabello hirsuto y el consumo progresivo de drogas.


"Light my Fire" llegó como cohete al número uno una vez que se editó la versión original de 6 minutos a menos de la mitad, aunque para los fans escuchar esta última versión era poco menos que sacrilegio... era "venderse" al sistema, pues. Morrison siguió sin dar concesiones: rehusó cambiar la letra de esa canción cuando fue transmitida al aire y se negaba a compartir el escenario con otros grupos. Ir a ver en vivo a The Doors equivalía a tener una experiencia única, aseguraban los fans, aunque la razón pudiera ser otra: durante un viaje a la ciudad de México y antes que fueran famosos, The Doors perdieron sus instrumentos, confiados en que viajarían seguros con el equipo de otros grupos, quienes tampoco asumieron responsabilidad alguna. Al final el concierto fue un fracaso.

El éxito de The Doors fue impresionante, aunque en Europa lo fue mucho más. La comunidad intelectual de allá estaba intrigada por ese músico que más bien parecía in poeta maldito reencarnado y cuya poesía tenía mucho que ver con esos autores norteamericanos que se vieron forzados a emigrar a París o a Londres a principios del siglo XX. Por su parte y durante una visita a la ciudad que aloja a la Torre Eiffel, Morrison parecía reencontrarse con un viejo amigo. "Quedó seducido por esa ciudad y ya no quería regresar a Norteamérica", escribió el crítico de rock Mikal Gilmore en un ensayo publicado por Rolling Stone, "se sentía más enajenado cada día del mundo del rock, de sus necesidades contractuales... la música (y sus compañeros) fueron pasando más a segundo plano".

Para principios de 1970 Morrison consumía drogas desde que despertaba hasta que dormía; adquirió el hábito de comer en exceso a todas horas y se dejó crecer la barba. Cuando se le habló para grabar su siguiente álbum estaba irreconocible, pero seguía siendo un artista con gran voz. Es la época de temas como "Riders on the Storm", "LA Woman", la controversial "The End" y "Touch Me", cuyo tono más comercial le hizo regresar a las listas de popularidad. La canción coqueteaba con el soul sinfónico, algo que avizoraba nuevos vientos en The Doors. Pero al concluir la grabación Morrison anunció que se tomaría un descanso indefinido en París al lado de su compañera Pamela Courson. Su intención era escribir poesía y, quizá, desintoxicarse.


A las tres semanas Morrison murió en una bañera de París a los 27 años. La burocracia gala extravió temporalmente los documentos del forense pero al ser encontrados ya era demasiado tarde: las teorías conspiratorias en torno a la muerte del Rey Lagarto se desataron en el sentido de que había optado por la vida alejada del público, se hizo monje, fue ultimado por la mafia, lo ahogó su novia por un motivo de celos, etc. Lo cierto es que Morrison nunca se ha presentado en ninguno de los juicios y cuestiones legales que siguieron a la separación de The Doors, varios de los cuales tenía mucho que perder (y eventualmente perdió) por cuestión de regalías... algo extraño en alguien quien, como negociador, era excesivamente escrupuloso.

El grupo grabó dos discos más pero pronto coincidió en que sin Morrison simplemente se había perdido la esencia del grupo. Su separación duró muy poco pues para principios de los ochenta Manzarek y Krieger crearon una nueva versión a la que luego al batería Densmore interpuso demanda, un litigio que duró varias años hasta que se llegó un arreglo aunque Densmore nunca regresó a The Doors. En el line-up como vocalistas han desfilado Val Kilmer --quien interpretó a Morrison en la película de Oliver Stone-- hasta Ian Atsbury, líder de The Cult. De estar vivo hoy el buen Jáquez comentaría ante semejante necedad de los miembros sobrevivientes que "se están haciendo pendejos ellos mismos".

En fin, ya son cuarenta años. El fuego que Jim Morrison ordenó encender en 1967 no se ha apagado aunque ya se perciben las primeras cenizas.

 

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3 comentarios

beto_parra escribe 20.07.11

Tengo que expresar mi desacuerdo con el difunto Antonio Jáquez, el chingón del grupo no era Krieger sino Jim Morrison, Krieger compuso la rola más famosa de los Doors pero sin el lagarto el grupo jamás habría adquirido estatus de leyenda tanto así que cuando murió Morrison ya no pudieron seguir en la vanguardia del rock gringo. Saludos

raul-salgado escribe 18.07.11

BUEN TEXTO Y QUE VIVA EL LAGARTO MORRISON!!

badillo_cervantes escribe 15.07.11

Con motivo de este aniversario acaba de salir a la venta un CD y sí, yo sigo comprando CD legales, y una recopilación de los Doors trae varios remixes que la verdad son una porquería. Si como realmente dicen Morrison está vivo muy pronto irá a patearle el trasero a quienes autorizaron este sacrilegio. Los Doors deben ser preservados tal y como se escucharon por primera vez allá en los setenta. Ya dejen en paz por favor a Jim Morrison

 

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