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El muy improbable retorno de Arnold el Terminator

Es un inmigrante austriaco que cumplió holgadamente el American Dream pero dejó a un estado en el caos tras ser gobernador y su vida familiar es hoy un caos, ello sin contar su regreso al cine que hoy se ve como una carta remota. Arnold Schwarzenegger sabe cómo llegar, pero ya arriba suele perder su dominio

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JUNIO, 2011. En la película Back to the Future, el Doctor Brown se aleja espantado cuando Marty le dice que el presidente de Estados Unidos en 1985 sería Ronald Reagan. Igual sorpresa habríamos tenido todos si en ese mismo año alguien vaticinara que en el 2005 el gobernador de California sería Arnold Schwarzenegger. ¿Arnold, el fisicoculturista devenido a actor y que habla inglés con acento de nazi de Hollywood? Del 2004 hasta hace unos meses, quien es uno de los personajes del cine más conocidos en el mundo gobernó a ese estado y puso su carrera en standby, seguro de retomarla en cuanto terminara su gestión.

Sólo que esta vez el final de las cosas no fue feliz. Su desempeño como gobernador de California fue el peor habido en décadas, con un déficit fiscal que tiene a ese estado --del cual se dice que si fuera independiente pasaría a ser la quinta economía más fuerte del mundo-- en virtual quiebra financiera. Schwarzeneger también hizo trizas la idea de que los republicanos son amigos del empresario al que invitan a enriquecerse impunemente. Decenas de empresas han huido de ahí, molestas con las altísimas tasas impositivas que desalientan la inversión. Es cierto que fue reelecto, el problema es que la suya fue como una película mala cuyos efectos se sienten en la vida real. Como muestra del daño producido, los californianos reeligieron a Jerry Brown, quien durante su primera gestión en los setenta aplicó políticas económicas igualmente desastrosas y populistas, y luego como alcalde de Oakland, ni se diga.


Otro episodio que termina mal es su matrimonio de 34 años con Maria Shriver, quien entabló demanda de divorcio horas antes que se supiera que el ex Governator había engendrado un hijo con una trabajadora doméstica de origen guatemalteco. Shriver no solo había sido su compañera sino que además fue su consejera y encargada de sus relaciones públicas durante sus años de actor de cine. Todo eso acabó: harta de sus infidelidades --el tabloide sensacionalista National Enquirer señaló que sus escapadas fueron más de 50-- la también periodista y entrevistadora esperó a que terminara su periodo como gobernador para exigir la separación.

¿Cuál será el siguiente paso del Terminator? Al desatarse el escándalo manifestaba estar preparando su regreso al cine con lo que sería la última versión del personaje que lo hizo famoso en todo el mundo. Desde entonces ya se veía como una decisión dudosa: con 67 años a cuestas, Schwarzenegger ya no está para este tipo de películas de acción. Con todo, hay quienes confían que será capaz de pasar el trance y volver exitosamente a la pantalla: "Arnold está acostumbrado a lograr lo que se propone, y las burlas le sirven de estímulo, no de humillación. Tiene una fuerza de voluntad inquebrantable", confió un amigo personal a la agencia AP.

Quizá sea cierto. Este austriaco sabe cómo llegar a la cima, pero con frecuencia cuando está arriba pierde el control. Sin embargo ahora parece que ésta ha sido la última vez.

                                                         Arnold tras el Amerrican Drream

Desde que era niño en su natal Austria, Arnold Schwarzenegger sentía que había nacido en el país equivocado. "Era un país muy bonito, con muchas montañas, muy verde, pero con el que no me identificaba tanto como hubieran querido mis maestros", refirió en una entrevista con Rolling Stone en 1991. Desde niño se emocionó con las series norteamericanas que veía en televisión y veía las películas de vaqueros en un desierto que en Austria era un exoticismo. "Todavía no era adolescente y ya tenía enormes ganas de irme a Estados Unidos (...) pensaba 'alguna vez yo voy a ser alguien en ese país'", aunque el sueño era muy lejano, a 10 mil kilómetros de distancia.


En 1974, e inspirado en el --naturalmente--norteamericano Charles Atlas, que aparecía en unos anuncios de revistas y periódicos, Arnold se aficionó al fisicoculturismo, una actividad que entonces estaba lejos de ser la multimillonaria industria que es hoy. Un par de años después conquistó el Mr. Universe, concurso que dominaron los estadounidenses por décadas. Para entonces había dejado Austria atrás y vivía en nueva York, donde también fue contratado como modelo. Aprendió a dominar el inglés en poco tiempo aunque nunca pudo deshacerse de su fuerte acento alemán. Su presea de Mr. Universe le permitió conocer buena parte de su nuevo país, "muy distinto a la imagen que de él se tenía en Europa. En Austria la prensa afirmaba que Nueva York era un sitio lúgubre lleno de mendigos desesperados que se morían de hambre en las calles (...) cuando llegue aquí comprendí hasta dónde llegaba la envidia que allá se tenía respecto a Estados Unidos...", dijo en el mismo artículo.

Asimismo, Schwarzenegger admiraba a Richard Nixon, aun después del escándalo de Watergate que hundió su carrera. "Era un hombre decidido, nada lo detenía Invitó a Brezhnev a reunirse para discutir el desarme bilateral y nunca desistió pese a las negativas; le dijo a Mao 'voy a ir a tu país dentro de unos días' pese a la hostilidad de su gobierno hacia él. Watergate destruyó lo que había sido una gran carrera, un mérito que nadie le podrá negar", refirió. Por ello cuando en Austria dijo a un amigo que le gustaría algún día ser un político en Estados Unidos. éste soltó la carcajada. Su amigo se habría reído más si Arnold le dijera que luego se casaría con una mujer miembro del clan Kennedy. Al final ambos hechos resultaron ser ciertos.

En 1981 el productor Jerry Buckheimer contactó a Arnold; se abría la era de los "fortachones" en el cine, parte del culto al fisicoculturismo y el ejercicio aeróbico que dominaban la "estética" norteamericana de esa época (1). "Pero no sé actuar", respondió Schwarzenegger. "Yo no quiero un actor sino alguien que emocione al público", respondío Buckheimer. El resultado fue Conan the Barbarian, estrenada al año siguiente y que se convirtió en enorme hit taquillero. A la distancia es fácil juzgar que es un filme mediocre, con muchas limitaciones visuales, pero en su momento era como si el personaje del cómic tomara fuerza propia.

Tras una serie de filmes regulares el director James Cameron vio en Arnold la opción ideal para una película donde el protagonista sería un robot venido del futuro. El filme de marras, naturalmente, fue The Terminator. Cameron puso más énfasis en los efectos especiales, los cuales consumieron la mayoría del presupuesto (para ahorrar en salarios de actores, el coestelar lo llevó su entonces esposa Linda Hamilton) con lo que logró la fórmula que hasta hoy se utiliza en Hollywood donde los efectos espectaculares se anteponen a una historia débil o, al menos, predecible. Fue ahí donde Schwarzenegger popularizó la frase "I'll be back" (regresaré), acuñada en honor a la promesa "I shall return" del general Douglas McArthur, héroe de la guerra en el Pacifico y otro de sus héroes.

Terminator fue un éxito mundial: los estudios, encantados, difícilmente abrían de cerrar ese mina de oro y filmaron continuaciones, todas ellas exitosas: en una el personaje principal fue el villano, en otra estaba clonado y una más era el héroe. Los espectadores parecían no cansarse del Terminator y lo demostraron en una saga que en todo el mundo ha recaudado más de dos mil millones de dólares. Arnold, quien en 1983 consiguió su anhelada ciudadanía norteamericana, se formó una reputación de "duro" en sus películas aunque también tuvo oportunidad de filmar comedias al lado de Danny deVito. Volvió a reunirse con Cameron para protagonizar True Lies, una especie de comedia de acción que fracasó en taquillas ante lo confuso de su argumento. Inevitablemente, ambos regresaron a la saga Terminator.

Schwarzenegger tenía otras aspiraciones. Cuando le confió a Bruce Willis --su amigo y socio en la cadena de restaurantes Planet Hollywood junto con Sylvester Stallone-- que le gustaría ser presidente, el protagonista de Die Hard le respondió que ambos tenían el mismo problema pues no habían nacido en territorio estadounidense, lo que les impedía aspirar llegar a la Casa Blanca. Sin embargo quedaba la posibilidad de ser senador, representante (diputado) o gobernador, donde sólo bastaba la ciudadanía. "Buscaré ser gobernador entonces", respondió Arnold. Willis recordó posteriormente que el comentario el provocó media hora de carcajadas.

Sin embargo en el 99 Schwarzenegger asistió al programa de Oprah Winfrey y dijo que buscaba ser gobernador de California. "¿Dejarás tu carrera de actor, entonces?", preguntó la conductora. "Evidentemente no haría películas en ese momento pero al terminar regresaría al cine. No hay problema alguna en ello", contestó. La Winfrey dijo poco después que no pensara que Arnold hablara en serio.

Así pues y ante el gobierno estatal desgastado de Pete Wilson, Arnold recibió gran votación en una entidad donde es estima el 42 por ciento de sus habitantes no nacieron ahí. Era un claro ejemplo del American Dream que perseguían muchos residentes en California. Obviamente también ayudó, y mucho, su fama como actor.

Sin embargo y presionado por los sindicatos estatales --simpatizantes demócratas casi en su totalidad-- Arnold cedió en muchas de sus pretensiones. Asimismo grupos de derechos humanos lo veían como un "racista" y recordaron que su padre había militado en la SS durante la segunda guerra mundial. Trató de tapar varios pozos del gasto público que no tenían destino claro y por ello la prensa lo críticó duramente. Para antes de terminar su primer periodo como gobernador se movió más a la izquierda y, para colmo, cedió a la exigencia políticamente correcta para dejar de fumar en público sus puros.

Hacia mediados del 2010 su popularidad rondaba en un bajísimo 32 por ciento. Ese parecía ser el episodio final.

Arnold se tomó un par de meses de descanso donde por ningún lado se veía su esposa. La prensa escandalosa intuyó que algo andaba mal, máxime porque el ex Governator insistía en hablar solo de resucitar su carrera en el cine y de los proyectos que tenía pendientes, entre ellos otra película de Terminator. Entonces estalló el escándalo, María Shriver anunció su separación y los planes de regreso se ven, para emplear un término apropiado, terminatos.

Y aunque parece inevitable el retiro, hay una razón por la cual Arnold Schwarzenegger escogió el I'll Be Back. Veremos si pronto refrenda esas palabras.

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