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Y Demás/Seudoprofecías

De profetas y necios...

Antes de la hecatombre del 2012 tendremos que superar otro trance, la predicción de un líder religioso en torno a su interpretación bíblica que falta el fin de la humanidad. Ante la falsa alarma, vendrán las burlas y la mofa. ¿Es hora de hacer lo mismo con los catastrofistas fanáticos del calentamiento global?

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It's the end of the world as we know it/and I feel fine...

R.E.M. 1983

MAYO, 2011. En muchas culturas de la antigüedad tras la muerte del soberano, sus sirvientes, esclavos, concubinas y ministros más cercanos también eran sacrificados para que el personaje no se fuera solo en su viaje al más allá. Todos tememos a la muerte, por supuesto, pero hay quienes, ante la oportunidad, creen que si se van acompañados a ella sabrán enfrentarla mejor, o quizá con ello evitarán el juicio posterior del ridículo o al hecho de haber estado equivocados. Eso último es lo que hemos visto con esas sectas apocalípticas que se autodestruyen una vez que no se cumple la presunta llegada del armagedón.

Marshall Applewhite, aquel viejito trastornado que llevó a un suicidio colectivo a 39 de sus seguidores, había asegurado por primera vez que el fin del mundo llegaría en 1978. Al no cumplirse la fecha, la aplazó por lo menos 15 veces hasta que, en la Semana Santa de 1997 decidió tomar directamente el destino con lo cual, efectivamente, le llegó el fin del mundo a él y a sus seguidores. Finalmente se había cumplido su profecía, su muy particular profecía, porque a cada falló fue reduciendo el perímetro: en la primera fue mundial, luego nacional, luego regional y así, hasta terminar en el círculo de enajenados que controló hasta el momento mismo que sus cuerpos, eh, contenedores, fueron abandonados para irse en busca del ovni que iba detrás del cometa Hale-Bopp.

Han sido tantos estos vaticinios que ya ni debieran llamar la atención una evz que su falsedad queda en evidencia. En 1980 Pat Robertson, un pastor cuyo programa televisivo 700 Club era visto semanalmente por unas 20 millones de personas, anunció que había recibido "una visión" de Dios donde le indicaba que en 1982 llegaría el final del mundo. Al no ocurrir --obviamente; de otro modo no estaríamos escribiendo esto-- Robertson aplazó la fecha, quizá porque su conexión con el creador no era la mejor, para tres años más tarde. Jamás llegó el fin del mundo pero sí el de su emporio: tras un escándalo sexual y la puesta de cuernos de su esposa, Robertson renunció al programa. Aquí mismo, en México, hemos tenido profecías apocalípticas en Nueva Jerusalén, Michoacán. Papá Nabor, un sacerdote excomulgado, primero predijo el fin de los tiempos para 1980, luego el 85, el y más tarde, como muestra de lo que debe ser una propuesta original, vaticinó el armagedón para el año 2000. Papá Nabor jamás supo el desenlace pues el fin de su mundo ocurrió dos años antes de la fatídica fecha.

Las profecías para poner fin a este desmadre de mundo no son, naturalmente, exclusivas de las sectas fanáticas o de la Biblia Gente que hoy se ríe de la más reciente predicción a cargo de Harold Camping, un viejito que hizo un vaticinio similar en 1994. Sin embargo quienes que se ríen de este fanático religioso son los mismos que creen, en buena parte, que el mundo se va a acabar en el 2012 cortesía de las profecías mayas.

¿Por qué somos tan dados a creer en semejantes tonterías? Como bien dijo alguna vez Arthur C. Clarke, el gran divulgador científico, "la historia moderna presenta la paradoja de ofrecernos la tecnología más sofisticada cohabitando con las supersticiones más antiguas". Hacemos mofa que en el medioevo se pensara que un paciente se aliviaría haciéndolo sangrar pero confiamos ciegamente en los horóscopos. Arthur Conan Doyle, el novelista cuyo personaje Sherlock Holmes era el paradigma de raciocionio impecable, creía firmemente en el espiritismo. "Nos sorprendería cuántos prominentes miembros de la comunidad científica son terriblemente supersticiosos", comentó el fallecido Stephen Jay Gould en una entrevista.

Otra razón es que todos tenemos, aunque sea apenas perceptible, el deseo que llegue una barredora que nos haga empezar otra vez desde cero, un anhelo refrendado por la alta taquilla que suelen registrar las películas de desastres donde la humanidad, o buena parte de ella, llega a su fin. En el cine siempre hay un puñado de humanos que sobreviven, claramente inspirados en el Arca de Noé, para ellos repoblar el mundo y hacer las cosas bien esta vez. Camping, en su máximo delirio, advirtió que "apenas 200 millones de personas" serán seleccionados para ser salvos y que el resto (¿ellos? ¿nosotros?) sufriremos la furia divina de aquí hasta octubre cuando, por fin, se dé por concluido el experimento humano... bueno, relativamente, porque suponemos que Camping --quien seguro se considera entre el grupo de los 200 millones-- volverá para repoblar la tierra con seres humanos, señal de que el Creador estaría dispuesto a darnos una nueva oportunidad pese a haberlo desilusionado quién sabe cuántas veces. "Qué va... si nos tiene una paciencia", decía la sapientísima Mafalda.

No quisiéramos arruinar la fiesta de Camping ni de los catastrofistas del 2012, pero ¿qué pasará si las profecías no le hacen ni cosquillas a la Tierra? ¿Quedará este pastor en ridículo mundial o los mayas perderán toda credibilidad por haberse equivocado tan gachamente? Dudoso: quienes aseguraban la hecatombe del Y2K rápido brincaron a otra catástrofe, la del calentamiento global, y ahí siguen. En el caso de Camping éste simplemente nos dirá que "revisará" las cuentas para más tarde, luego de una "reinterpretación", emitirá una nueva fecha para el Apocalipsis. Alguien dirá que el reverendo es un "loquito" y todos sonreirán. La diferencia con los catastrofistas basados en la "ciencia" y no en lo "religioso" serán perdonados por influirnos la paranoia. Y ya lo estamos viendo. ¿quién ha llamado "mentiroso" a Al Gore pese a que el fin del mundo como lo conocíamos que nos propuso en su documental está lejos de materializarse?

Si usted lee este texto después del 21 de mayo concluirá que el aterrador vaticinio de Camping no se cumplió; dará por un hecho que todo fue una vacilada. Y si usted vive en Miami y ve que el agua del mar aún no ha inundado la lujosa avenida Brickell, podría pensar lo mismo en torno al calentamiento global. "El mundo se le acaba a quien muere", decía mi abuela cuando se le advertía que la humanidad sucumbiría en el 2000. Y a quien fuera esclavo en el antiguo Egipto u odalisca también. Para el 23 de enero, horas después de disuelto el vaticinio, podremos respirar tranquilos. Dios nos sigue teniendo una paciencia.

 

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1 comentarios

ignacio_chavez comenta 26.05.11

Ya no critiquen al pobre wey, es que agarró el calendario patafísico

 

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