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Otra más de ni se asome por aquí...

Tras haber recibido el Óscar y embriagado de ego, Kevin Costner se lanzó con una megaproducción que terminó ahogada en su misma mediocridad. Evite pues rentar Waterworld cuando vaya al videoclub. También un repaso a Imagine, sobre la vida de John Lennon

Waterworld
Kevin Costner, Jobeth Williams
Dirigida por ---
Paramount/1988


Cuando a alguien se le entrega un Óscar como mejor director hay dos posibilidades: una, que tome las cosas con la tranquilidad que le permita manejar mejor sus cartas frente a los grandes estudios y segunda, querer impresionar nuevamente a la Academia con una superproducción. Sobra decir que este último camino marca con más seguridad el camino al descrédito y la irrelevancia. Baste preguntárselo a Kevin Costner.

Costner arrasó con los Óscares en la ceremonia de 1991 con Dancing with Wolves, una peliculita regular que traía inoculado el virus políticamente correcto que hoy asfixia a Hollywood. Vinieron otras producciones igualmente pasables pero años más tarde algo pasó y el ego de Costner comenzó a crecer y a crecer hasta que en 1995 el actor se lanzó ahora sí que al agua con esta película chafa que costó unos 150 millones de dólares, alrededor de 200 actuales. Se trataba de Waterworld, una epopeya ecologista que se desarrolla en un futuro donde debido al calentamiento global los glaciares se han derretido y elevado el nivel de los mares a grado tal que los únicos espacios de tierra que quedan son los que fueron altísimas montañas. Las ciudades son flotantes y van en busca de algo más preciado que cualquier tesoro, un pedazo de tierra, causante de muchas disputas generalmente mortales.

Pero detrás del ego de Costner estaba una burda copia de Mad Max, aquella película australiana protagonizada por Mel Gibson donde en vez de glaciares derretidos había una crónica escasez de petróleo. Pero esta vez Waterworld no impresionó a nadie, ni a jurados oscareros ni al público al punto que los estudios Universal perdieron en la que se suponía iba a ser la apuesta del verano de aquél año.

Pero nadie aprendió, empezando por el mismo Costner, quien tres años después protagonizó The Postman, un bodrio aun peor que se prolonga por casi tres horas y media. Esa fue, por cierto, la última vez que oímos hablar de Kevin Costner sin descontar, claro, 3000 Miles to Graceland, película que el lector también debe evitar hasta donde le sea posible.


Habría sido mejor sin tanta Yoko

Imagine
John Lennon, Yoko Ono
Dirigida por Andrew Scott
Warner Video/1988


MAYO, 2011. Cuando apareció la autobiografía de George Harrison en 1978, John Lennon lamentó con amargura que quien había sido su compañero en los Beatles apenas había mencionado su nombre siete veces en casi 350 páginas. Tal vez sea coincidencia, o tal vez venganza indirecta por parte de Yoko Ono y del director Andrew Scott --el menor de la dinastía que también incluye a Ridley y a Tony-- es que si bien Paul McCartney aparece en varias ocasiones a lo largo del filme, apenas se le escucha una declaración de apenas 50 segundos. 

Imagine fue estrenada (¿cómo no?) el 8 de diciembre de 1988 en Estados Unidos. Era parte de un esfuerzo que había durado cuatro años en lo que se recopilaron horas y horas de entrevistas, material grabado y montones de anécdotas que incluyeron desde David Bowie, quizá el mejor amigo que tuvo Lennon en sus años post Beatle, hasta May Pang, su amante en aquel "fin de semana perdido" junto a Harry Nilsson. De acuerdo al director, la cinta originalmente duraba 24 horas, una sobredosis para cualquier lennonófilo, máxime si de ese tiempo por lo menos la cuarta parte incluye a Yoko Ono. En la versión final de Imagine la japonesa consume en pantalla menos tiempo del que pudiera esperarse, que de cualquier modo es bastante. Pero como dijera Raúl, un beatlemaniaco local, Yoko Ono es la penitencia que deberán cargar quienes se consideran fans del anteojudo Lennon... Give Yoko a chance?

Como sea, Imagine es el mejor documental hasta ahora hecho sobre el ex beatle, y algo que se agradece pues se le trata como un ser humano y no como una divinidad baja del olimpo liverpooliano. Quienes esperen aquí un festín los años del "Love me Do" encontrarán poca sorpresas y prácticamente nada nuevo. El archivo incluye mayoritariamente a Lennon en la intimidad y en momentos donde explota, se desespera, ríe, tranquilamente le dice a un fan que se coló a su casa y quien afanosamente busca que le descifren lo que significa "carry that weight" que "eso lo escribió Paul" y lo invita a pasar a tomar una sopa caliente. Alguien que en los días cercanos al rompimiento compone junto con Harrison "How do You Sleep?", un ataque amargo contra McCartney --y del que ambos luego manifestarían su arrepentimiento--, el nacimiento de Sean, su encuentro con otras celebridades, entrevistas. Esta es una razón por la cual cualquier fan de los Beatles que no haya visto Imagine simplemente exagera su posición como tal.

Tras ver este documental es inevitable preguntarnos dónde estaría hoy John Lennon. Quizá ya habría tenido su propio reality show como Ozzy Osbourne y seguramente habría grabado una o dos canciones con su antiguo grupo o sería miembro honorario de Greenpeace... nunca se sabrá. De cualquier manera este documental sigue siendo recomendable entonces como ahora, y a manera de refrendar porqué la conjunción de estos cuatro músicos fue una suerte tan grande como irrepetible.

 

 

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