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MEDIOS

La prensa liberal norteamericana, de ejemplar a porquería absoluta

Su enfermiza obsesión anti Trump ha convertido a los principales medios de comunicación de Estados Unidos en el hazmerreír luego que la supuesta colusión con Rusia resultó ser un mero chisme de vecindad. Su prestigio de otrora se hundió en el fango más apestoso, con lo que han logrado el efecto contrario al que buscaban: fortalecer la imagen del presidente

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MARZO, 2019. Tras casi dos años de estar fastidiando a los norteamericanos con una supuesta colusión de Rusia con el presidente Trump y que afectó la campaña de Hillary Clinton al punto de llevarla a perder la presidencia, el fiscal especial Robert Mueller dio a conocer su reporte final donde indicaba que no se había encontrado una sola prueba que inculpara al mandatario, lo que exhibió, sin duda alguna, que los medios norteamericanos se han convertido en vergonzosos lamebotas del Partido Demócrata lo cual, de paso, ha enviado su reputación al cesto de la basura.

Desde que amanecía hasta que se metía el sol, estos medios insistían enfermizamente en que existía una colusión entre Trump y Vladimir Putin. "Periodistas" como Rachel Maddow de MSNBC y Don Lemon (en la foto) abrían sus segmentos y sus programas con una nueva "evidencia" que inculpaba al mandatario y lo acercaba más al juicio 'político o lo que allá se llama impeachment. Entre los "expertos" consultados para reforzar estas teorías estaban el abogado Michael Avenatti, como se sabe, representante de la encueratriz Stormy Daniels, así como el legendario reportero del The Washington Post Carl Berstein, quien hace ya buen rato debió haberse jubilado y estar descansando en casita.

A los pocos días que el informe Mueller libró a Trump de la supuesta colusión, Avenatti fue arrestado, acusado de haber extorsionado a la empresa Nike (semanas atrás este abogado venal había roto toda relación con la encueratriz Daniels, a su vez obligada a pagar los honorarios de los abogados del mandatario) mientras que Bernstein terminó por destruir su reputación como periodista serio al seguir acusando a Trump pese a que semanas atrás había dicho al aire, quizá en un lapsus, que no existía ninguna colusión para más tarde regresar a la necia acusación, seguramente presionado por unas cadenas informativas sedientas de rating, así sea poner a circular mentiras.

Y en en un hecho que dejaría viendo visiones al mismo Kafka, tanto el Washington Post como The New York Times recibieron el Premio Pulitzer por su, dijo el comité Pulitzer, "inquebrantable labor e investigación en la búsqueda de nexos entre el gobierno ruso y el presidente de los Estados Unidos". Pero si a ambos periódicos se les dio un premio otrora tan prestigiado, el periodista Rich Lowry de la revista National Review se pregunta: "el haber dado (el Pulitzer) a esos periodistas por concluir que los pitufos gozan de privilegio azul, que Pitufina es víctima de la masculinidad tóxica y Papá Pitufo representa el patriarcado más ominoso, hubiera resultado más plausible que haberlos reconocido por escribir meras especulaciones".

(Por cierto no deja de ser curioso que prácticamente ningún medio latinoamericano, desde El Universal de México hasta El Mercurio de Santiago de Chuile, hayan siquiera mencionado esta gigantesca metida de pata de la prensa norteamericana).

Lo increíble es que la prensa norteamericana, en efecto, llegó a tener enorme prestigio: fue esa misma prensa la que, además de Watergate destapó el asunto de faldas de Bill Clinton con Mónica Lewinsky. Pero aquel prestigio se ha ido por el resumidero por lo que es la verdadera colusión, la de estos medios supuestamente informativos y el Partido Demócrata, al punto que varios periodistas han protestado porque sus editores y directores han hecho de lado todo artículo o reportaje que sea crítico de los demócratas. Un ejemplo de ello se dio a los pocos días cuando Dafna Linzer, editora de la fuente política de la cadena NBC, fue acusada por el reportero Yashar Ali de "trabajar en favor de los intereses del Partido Demócrata y no de la NBC o la MSNBC.

Esta relación, que se le ha llamado "incestuosa" dado que con frecuencia periodistas brincan en busca de puestos políticos como demócratas y viceversa, no es nada nueva. La diferencia es que en otros años las acusaciones contra los políticos republicanos tenían cierto fundamento, como el Irangate en los años 80 durante el gobierno de Ronald Reagan. Sin embargo en esta colusión, los medios norteamericanos dieron por cierto lo que fue un mero rumor, esparcido por John Podesta, principal asesor en la campaña de Hillary Clinton y que buscaba justificar la derrota de lo que los demócratas ya daban como un triunfo cantado.

La "colusión" fue un intento desesperado de los demócratas para tratar de desviar la atención y ocultar algo obvio: una pésima campaña electoral que intenta promover a una pésima candidata manchada por corruptelas que la justicia se abstuvo de investigar, fueron los culpables de la derrota.

Es risible y ridículo cómo Nancy Pelosi, la líder de los demócratas en la Cámara, dijo días antes que enjuiciar a Donald Trump "no valía la pena", cuando los 23 meses anteriores estaba "100 por ciento segura" de la culpabilidad de Trump. Claro, ya para entonces Pelosi sabía que el informe de Mueller --que se estima costó unos 60 millones de dólares a los contribuyentes norteamericanos-- que la "colusión" era puro cuento.

El olor a podrido y a caca se perciben al interior de los medios norteamericanos, no porque Trump sea un ejemplo de honestidad y rectitud. sino porque su propia mitomanía les ha sido restregada en sus salas de redacción con violenta furia. El Partido Demócrata está haciendo con esa prensa lo mismo que con las ciudades y los estados que ha gobernado por años: convertirlos en auténticas porquerías, carísimas e inhabitables.

 

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