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Stan Lee, el cómic tras su llegada ya nunca fue el mismo

Era una leyenda que con casi un siglo de vida encima, asistía a convenciones y aparecía en cameos cinematográficos de sus personajes. Siempre recordaremos a Stan Lee como el genio que creó, entre otros a Spiderman y Hulk. Es de esperarse que los actuales dueños de su emporio serán capaces de respetar y engrandecer su legado

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NOVIEMBRE, 2018. La historia del cómic norteamericano no podría escribirse sin mencionar a tan Lee, omisión tan imperdonable como saltarse a Elvis Presley cuando hablas de rock and roll. Pero a diferencia de El Rey, hasta hace unos días sabíamos que esa leyenda estaba viva, que asistía gustoso a las convenciones de cómics por todo Estados Unidos y quien expresó, casi en un susurro, su incomodidad al ver que muchas de sus creaciones, ahora en propiedad de Disney, se estaban desviando de  su concepto original.

Antes de que los cómics invadieran a Hollywood debemos remontarnos a los años posteriores a la Gran Depresión, época en que los cómics empezaron a surgir con enorme fuerza que llevaba implícito el objetivo de distraer a los potenciales lectores agobiados por una situación económica que no parecía mejorar. Stan Lee, nacido en  en Manhattan en una familia de origen judío rumano, fue de los primeros dibujantes en integrarse a ese mundo que por aquel tiempo estaba lejos de constituir el emporio de millones de dólares en que se convertiría décadas más tarde.

Cuando alguien por ahí tuvo la idea de ilustrar los pulps --novelas policiacas suyos héroes eran poco convencionales y poseían cualidades más bien oscuras-- el cómic vio la gran oportunidad de encontrar al público apropiado. Ahí estaban, por ejemplo, genios como Will Eisner, autor de The Spirit y quien luego se revelaría como un gigante de la novela gráfica. La entrada de Estados Unidos a la segunda guerra mundial hizo necesaria la impresión de historietas para llevarle distracción y entretenimiento a las tropas en el frente y donde otros cómics como Archie, más ligeros e inocentes, tuvieron enorme acogida. Pero hubo otra camada de autores que buscaron, en primer lugar, la exposición de un héroe con suprapoderes llegado de otro planeta, cortesía de Jerry Siegel y Joe Shuster y, luego, de Batman, cuya idea original nació en la mente de Bon Kane.

Luego vendrían los cómics de ultratumba, llamados Cuentos de la Cripta, cortesía de otros dos genios, Harvey Krutzman y William Gaines, quienes tras una disputa tomaron caminos separados y donde Gaines saldría mejor librado al crear la revista MAD, publicación del cómic satírico por excelencia.

En todo ese tiempo y desde su trinchera dentro de Marvel Comics, fundada por Jack Kirby y Steve Ditko, un espigado Stan Lee que nunca se despojaba de sus anteojos ni se rasuraba el bigote, se preparaba para su gran momento. Este llegó a mediados de los 60 cuando, luego de luchar contra la censura que amordazaba buena parte de la creatividad del cómic, Lee comenzó a mostrar su talento gracias a personajes como The Hulk, Los Cuatro Fantásticos, The X Men, Iron Man, Daredevil, Black Panther... mencionamos apenas unos títulos para darnos cuenta del talento que bullía dentro de la cabeza de Lee.

El primer éxito impresionante fue el de Spiderman, luego vendría The Hulk, los cuales serían llevados a la televisión y a unas series animadas que hoy se ven ingenuas. Y ya en la década siguiente, The Hulk apareció en la TV --como se recuerda, con Bill Bixby y Lou Ferrigno-- aunque el guión se enfocaba más en asuntos sicológicos que en las escenas de acción. Pero en ese tiempo el cine aún seguía haciéndole el feo a los cómcis de DC y de Marvel (como se sabe, todo cambió luego de la exitosísima Batman donde el Guasón era Jack Nicholson. Y de ai p'al real, como luego decimos...)

El éxito de cómics como Spiderman y The Hulk se debió a su función meramente distractora; cientos de adolescentes inseguros, temerosos siquiera de dirigirle la palabra a la chica de sus sueños ante el temor por ser rechazados, encontraron en Peter Parker alguien con quien identificarse. El concepto central de The Hulk es menos original es menos original, por supuesto, ya que trae implícita la historia del Dr. Jekyll y Mr Hyde. peor igualmente The Hulk espoleaba a los lectores a no ser dejados y a rebelarse sin causar daño mortal aprendiendo a manejar ese poder y evitar que éste nos domine (lo cual, como bien expresó el Tío Ben, es también una de las premisas de Spiderman).

En suma, las historias de Stan Lee se enfocaban en personajes ordinarios que buscaban la trascendencia pero que súbitamente son víctimas de un poder que reciben involuntariamente aunque no siempre están contentos ni satisfechos por ello. Ahí está, por ejemplo, Eward Stark, forzado a convertirse en Iron Man para poder sobrevivir.

A diferencia de los personajes de DC, las creaciones de Stan Lee en Marvel son menos oscuros, socializan poco e incluso son rechazados dentro de su comunidad. Pero son personajes que suelen vivir en ambientes ordinarios, familiarizados con el entorno de sus lectores. Esa locación guarda buena parte del secreto de los cómics de Stan Lee que consigue como efecto que el lector tome como suyas esas historias en vez de verlas ajenas a su vida.

Por ello las "nuevas propuestas" incluyentes de Marvel (y en las que Lee ya nada ha tenido que ve tras vender su emporio a Disney) han fracasado con estrépito. Una encuesta realizada por Pew Center en el 2010 arrojó que tres cuartas partes de los lectores habituales de cómics en Estados Unidos con hombres adolescentes y adultos de origen caucásico y que del cuarto restante, más de la mitad son de origen afroamericano. Puede que desde entonces por porcentajes se hayan modificado, en especial con el sorprendente éxito de Black Panther.

Retirado de Marvel desde el 2010, Stan Lee se dedicó a viajar, a tener cameos en todas las películas de Marvel, en pasar grandes momentos al lado de su familia y a visitar convenciones de cómics donde siempre encontró veneración y agradecimiento. Tuvo una vida longeva, 95 años, aunque muchos fans lo consideraban inmortal. Y aunque otros gigantes del cómo como Frank Miller, quien reinventó a Batman, siguen entre nosotros, echaremos mucho de menos a Stan Lee, genio donde los haya.

 

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