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Kaepernick y las controversias chafas de una industria moribunda

A primer vistazo, los reconocimientos que las revistas dan a personajes que no lo merecen provoca desconcierto e indignación. Pero ya en el fondo del asunto encontramos la verdadera razón: las revistas norteamericanas languidecen y necesitan portadas de escándalo para vender ejemplares, aunque ello vaya en contra de su mismo historial

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NOVIEMBRE, 2017. Por lo visto, el mostrar falta de respeto a la bandera, exhibir una hipocresía sin límites y sentirse esclavo y explotado pese a haber recibido un millón de dólares de adelanto por un libro deja sus buenos dividendos, y si no que le pregunten a Colin Kaepernick, el ex quaterback de los 49s de San Francisco quien en la reciente edición de la revista GQ recibió el título de "Ciudadano del Año" junto con otros personajes a los que esa publicación llama "los nuevos héroes americanos".

La verdad, y si hablamos de héroes americanos, uno preferiría al que protagonizaba una serie cómica allá en los 80. Porque, la verdad, cuesta trabajo pensar qué cualidades vieron los editores de GQ para darle semejante blasón a Koepernick. Lo más que he hecho este "ciudadano del año" es hincarse cuando se interpreta el himno gringo en los partidos de futbol americano, a lo cual el quartebarck argumentó que "me niego a estar de pie ante un himno de los esclavistas". Dejemos de lado que fue hasta 1933, en los años de Roosevelt, cuando el himno de las barras y las estrellas pasó a ser oficial, esto es, 61 años después de que Abraham Lincoln decretara la abolición de la esclavitud.

Pasemos también por alto que este "esclavo" se embolsó 63 millones de dólares en su última campaña en la NFL y que, por supuesto, en sus venas también corre sangre europea, es decir, de supuestos esclavistas. Eso no lo menciona el extracto que publica GQ en su página web, naturalmente; en cambio, compara a Kaepernick "con esos atleteas que fueron también activistas políticos como Jackie Robinson y Mohammed Ali".

Veamos otro caso. La revista Glamour, presuntamente un tótem del feminismo norteamericano, le dio la portada y un extenso artículo a Linda Sarsour, una norteamericana de origen palestino. ¿El motivo? Según la página web algemeiner.com, la editora de Glamour escribió, "(Sarsour) y otras organizaciones de la Marcha Nacional de las Mujeres inspiró a otras mujeres de todo el mundo a ser políticamente activas y ha creado un movimiento para una nueva generación". Asimismo se describe a Sarsour como alguien que "cambia las reglas del juego y el juego mismo".

Este "cambio de juego" de Sarsour que alaba Glamour incluye el apoyo implícito a la sharia que esta "activista" ha enfatizado al igual que su respaldo a las leyes en Arabia Saudita que prohíben que las mujeres "se casen, se divorcien, viajen o se apliquen cirugía sin permiso expreso de un guardián masculino". De hecho, en comparación con Sarsour, Koepernick queda como mero párvulo en posturas radicales.

La primera reacción al ver esas portadas y reconocimientos es de incredulidad. ¿Cómo es posible que le hayan dado ese título a Kaepernick y no al también jugador de la NFL J.J. Watt, quien recolectó 37 millones de dólares en un fondo para ayudar a las víctimas del huracán Harvey en Texas el pasado agosto? ¿En qué cabeza cabe homenajear a una mujer que ha dicho está a favor de la mutilación de los órganos genitales femeninos por parte de una publicación supuestamente feminista? Porque si se trata de "cambiar las reglas del juego" y "crear movimientos políticamente activos", sujetos como Hitler y Mussolini entrarían holgadamente en esa categoría.

Pero, por otro lado, las cosas deben verse como un grito de auxilio de esas publicaciones que han visto descender su número de lectores ante el avance del Internet. Cualquier alumno del primer semestre en Comunicaciones sabe que una portada de revista con un tema controvertido vende más que una convencional, y eso es lo que estamos presenciando en el caso de Glamour, GQ, TIME y Vanity Fair. Esta última tuvo altísimas ventas hace décadas cuando publicó una portada donde Demi Moore aparecía desnuda y en avanzado estado de gestación. Ese movimiento publicitario provocó escándalos en su momento pero hoy se ha convertido en lugar común; desde Kim Kardashian hasta Serena Williams han posado desnudas luciendo sus embarazos.

Desafortunadamente para estas revistas, este tipo de estrategias levantan cejas, cierto, pero también incomodan a otro segmento de sus lectores. Baste apuntar que una de los ejemplares menos vendidos en la historia de Playboy es la edición de noviembre donde aparece la primera Playmate trasgénero?

Es obvio: recordemos que las revistas que adquirimos hablan mucho de lo que somos y de cómo pensamos e, indudablemente, de cuáles son nuestras preferencias sexuales. ¿Cómo explicar a un amigo o conocido que sobre el escritorio se. tenga una revista Playboy con un trasgénero en la portada?

Aparte del Internet, el progresismo ha resultado letal para los medios impresos norteamericanos; nadie cree en ellos, cada día se leen menos y sus anunciantes huyen en parvadas como consecuencia. Recientemente TIME despidió a 80 empleados. Jann S. Wenner, el director de Rolling Stone, busca desesperadamente un comprador y su otrora competidora Spin se encuentra al borde de la quiebra al tiempo que Playboy atraviesa por serios problemas financieros. No extraña, por tanto, que acudan a estas estrategias pedorras.

Porque aparte de eso, las portadas de GQ y Glamour eso son, chistes mal contados.

 

 

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