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Julian Assange, un hacker que solo cree en sí mismo

Se hizo célebre cuando destapó los secretos de varias cloacas tanto de gobiernos como multinacionales, al punto que varios periódicos lo tomaron como aliado progre. Pero este australiano demostró que no tiene lealtades con nadie ni hacia ideología alguna. Y ahora que el brutal rencor de Hillary Clinton se cierne sobre su suerte, veremos si Julian Assange vuelve a ser el Houdini de los hackers, como se le ha llegado a llamar

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ABRIL, 2019. En apariencia, la decisión del gobierno de Ecuador de permitir la entrada a la embajada en Londres para que la policía arrestara al hacker australiano Julian Assange no tuvo los motivos políticos que pudieran pensarse, sino que el responsable fue su mascota, un gato. "El gato estaba sucio y desaseado", argumentó el presidente de Ecuador, Lenín Moreno. Según otras fuentes, para refrendar que el famoso huésped era un cochinón, alegaron que "Assange rara vez se bañaba, olía muy mal y al abandonar la sede diplomática arrojó excremento a las paredes".

Lo que hartó al mandatario sudamericano fue que Assange subió en línea una foto donde éste se ve en pose grotesca mientras consumía sus alimentos durante una visita a Londres (razón, se cree, que valió que el pasado marzo se le denegara el acceso a la red a Assange, algo que sin duda debió afectarlo emocionalmente dado que pasaba hasta 15 horas continuas conectado a la red).

Como se recuerda, en el 2012 Assange entró a la embajada de Ecuador en Londres, acusado por el gobierno sueco de haber removido su preservativo sin el consentimiento de las dos mujeres con quienes estaba manteniendo relaciones, algo que en el país nórdico es tipificado como violación. Suecia pidió su extradición pero para ese momento Assange ya había sido aceptado en la sede diplomática por órdenes del entonces presidente ecuatoriano Rafael Correa.

La izquierda mundial felicitó a Correa por haberle dado cobijo al australiano, aunque una razón de peso pudo ser que el ex presidente tratara así de "protegerse" para evitar que al hacker se le ocurriera publicar sus corruptelas.

Pero ahora que Assange ha sido detenido a instancias de Moreno, las cosas parecen complicarse más: el pasado enero el hacker se convirtió en ciudadano ecuatoriano, con lo cual ese país ya está jugando un papel directo en cualquier proceso de extradición, ya sea a Suecia, donde se le requiere por presunta violación, y en Estados Unidos, donde es buscado para cobrarle diferentes afrentas, entre otras, el haber publicado los mails de Hillary Clinton, los cuales no necesariamente le costaron la presidencia, aunque sí la exhibieron como una tonta por estar enviando información clasificada en las cuentas --fácilmente accesibles, como luego se vio-- de la Fundación Clinton.

Assange o el Internet anarquista

Afirma la leyenda que Assange --nacido en una familia clasemediera de origen francés en un remoto poblado en el noreste de Australia-- es capaz de vulnerar cualquier cuenta de correo, utilizando complicados protocolos, en menos de un minuto. Luego de destacar mundialmente como habilísimo hacker, Assange escribió varios libros con lo cual parecía encaminado a convertirse en otra leyenda cibernética que terminaba portándose bien, como su antecesor Kevin Mitnick, para muchos el mejor intruso cibernético de la historia.

Sin embargo --y como lo previó en sus libros-- Assange era un opositor total y absoluto a que los grandes corporativos y los gobiernos se adueñaran de la red por que, escribió, "son la principal amenaza para que la información fluya y sea compartida libremente". Con la censura que están aplicando gigantes como Google, twitter y Facebook y la persecución de disidentes por parte del gobierno chino, los temores de Assange tienen indudable fundamento.

Fue así como Assange se fue a la clandestinidad y creó Wikileaks, página dedicada a difundir información hackeada tanto de empresas como de gobiernos; al tratarse de datos delicados y clasificados, Wikileaks ha causado daños gigantescos a quienes han sido sus víctimas. Llamado a sí mismo "anarquista total" a favor de los derechos humanos, el combate a la corrupción y los actos criminales, uno de los documentos más controvertidos realizados pro Wikileaks se lo proporcionó la soldado Chelsea Manning mediante un USB que contenía información robada sobre logística de Departamento de Defensa norteamericano, datos tasados en oro para China, Rusia y Corea del Norte. Vendrían otros golpes, entre ellos la revelación del trato a los presos en Guantánamo y la actividad del ejército norteamericano en Irak, mucha de ella violatoria de los códigos de comportamiento de guerra de las Naciones Unidas.

Era inevitable que los principales periódicos liberales del mundo buscaran una alianza con Assange, entre ellos El País, The New York Times y Le Monde. Estos medios fueron los primeros en difundir los llamados Panama Papers donde se reveló una larga lista de empresarios, accionistas y políticos que realizaban operaciones off shore para evadir impuestos. Los documentos exhibían números de cuenta, nombres y apellidos. Poco después el gobierno norteamericano emitió una orden de aprehensión en su contra; Assange se esfumó de toda escena por algunos meses hasta que reapareció en una ventana de la embajada de Ecuador en Londres, ya a salvo de las autoridades británicas.

Sin embargo, sus aliados en los medios pronto descubrieron que el anarquismo de Assange iba en serio, a diferencia de otros supuestos anarquistas quienes se cuadran sin chistar ante todo lo que les ordena la izquierda. En pleno proceso electoral norteamericano del 2016, Assange demostró que no tiene lealtades con nadie cuando Wikileaks soltó gigas y gigas de los mails privados tanto de John Podesta, Hillary Clinton y el Comité Nacional del Partido Demócrata. El escándalo creció al saberse que como secretaria de Estado, la entonces candidata a la presidencia había enviado información confidencial a través de sus cuentas personales e vez de hacerlo a  través de las cuentas encriptadas del gobierno norteamericano. Esa revelación no estaba en el "guión" de los medios norteamericanos por lo que optaron por desentenderse de Assange.

Esos mails son precisamente los que dicen los demócratas fueron "decisivos" para la derrota de Hillary Clinton en las elecciones del 2016. Pero como dijo el mismo Assange, "nunca publicaré información privada de personas ordinarias que son honradas y trabajan duro para ganarse la vida. Mi encomienda es hacer pública la información de los grandes corporativos y los políticos poderosos que nos mienten y se portan mal".

Viéndolo en perspectiva: ¿no se supone que esa es también la encomienda del periodismo tradicional? Según escribe Jacob Sullum, de la revista reason, quizá Julian Assange no sea un "periodista legítimo" pero está cumpliendo precisamente esa labor que el periodismo se abstiene de realizar debido a los intereses políticos que hay de por medio: "En otras palabras, el principal delito de Assange no fue el haber entrado a una computadora para robarse archivos secretos sino el tratar de ayudar a cubrir sus fuentes (en referencia a Chelsea Manning), algo que las agencias informativas hacen regularmente, del mismo modo en que publican información que el gobierno no quiere que sea revelada".

En efecto: Assange reveló información comprometedora acerca de un político en campaña: la diferencia es que se trataba de un político al cual la prensa liberal estaba protegiendo. Por esa razón Hillary Clinton anhela ver a Assange cocido en aceite hirviente pese a que esos mails no fueron esenciales para que perdiera la elección dada su larga lista de corruptelas.

Pero había que buscar culpables: no es casualidad, entonces, que John Podesta, otro afectado por las revelaciones de Assange, fuera quien pusiera a circular el cuento de la "colusión Rusia-Trump" la misma noche que se derrumbaron las aspiraciones presidenciales de Hillary Clinton como forma de contrarrestar  el efecto de los mails difundidos por Assange.

Pero en el camino a esta intención de mandar al cadalso a Assange se interpuso su vida personal dado que también es reclamado por el gobierno sueco al tiempo que Gran Bretaña sostiene que no permitirá que el hacker sea extraditado a un país donde exista la pena de muerte, o lo que es lo mismo, Estados Unidos.

La paradoja, por supuesto, está en que quienes quieren sacar de escena a Assange por sus balconeos son precisamente esos políticos y periodistas que carecen de toda ética y moral; la publicación de esta información técnicamente difiere poco con los papeles sustraídos del Pentágono por The Washington Post --de lo que luego Spielberg filmó una película-- o la revelación de las cintas de Richard Nixon. De hecho y en comparación, un personaje con cero ética moral como Assange, realizó un trabajo periodístico más profesional que los editores de los grandes periódicos quienes traicionaron sus principios y sus convicciones para terminar convertidos en vulgares manipuladores de notas, situación que los equipara con los reporteretes serviles del Granma o el Pravda en tiempos de la URSS.

Por ello tiene razón Sullum: si logran asilenciar a Julian Assange se habrá dado un golpe mortal a la libertad de expresión en el mundo, pues cuando este hacker golpeaba a elementos que no eran progresistas, se le celebraba como paladín, pero cuando comenzó a descobijarlas, pasó a ser el villano de la red.

 


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Los celebri-hackers [Enero, 2011]

 

 

 

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1 opiniones

freddie_delos_santos escribe 04.05.18

Compadres, a menos que sean Nostradamus, lo que le pasó a Julian Assange que salió de la embajada fue este 2019 y no en el 2018. Ponganse vivos y repasen sus clases de matemáticas en la primaria

 

 

 
 

 

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