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Grandes momentos de la historia: Dossier Farewell

Durante buena parte de su historia, la extinta Unión Soviética presumía de sus logros que en realidad eran obra del espionaje en Occidente. Hasta que se le administró a Moscú una probada de su propia medicina. Dossier Farewell fue un golpe decisivo, prácticamente letal, que terminaría por derrumbar a ese gobierno en cuestión de meses

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SEPTIEMBRE, 2015.- Si jamás ha escuchado acerca de lo que fue el Dossier Farewell, descuide, no es el único. Hasta hoy no ha habido una sola película de Hollywood al respecto, se publicaron contados libros al respecto y la prensa norteamericana tomó aquella operación con un bostezo. Bueno, una vez que se dio a conocer, ya que durante un decenio, el Dossier Farewell fue una operación ultrasecreta del gobierno norteamericano en los años de Ronald Reagan y supervisada parcialmente por la CIA.

Dossier Farewell debiera ser ubicado como lo que realmente fue: una humillación brutal a los servicios de espionaje de la KGB por otras tantas que ésta había infligido a Occidente, en especial a Estados Unidos y Gran Bretaña.

Escribió el ya fallecido analista William F. Buckley en un libro acerca de la Guerra Fría: "(Dosier Farewell) fue una operación perfecta, sobre todo porque la Unión Soviética no pudo denunciarla cuando se dio cuenta del engaño so pena de caer en el ridículo mundial".

Se trató, asimismo, de acuerdo con Richard V. Allen, asesor de Seguridad del ex presidente Ronald Reagan, "de evitar que los espías descubiertos pasaran a convertirse en mártires o víctimas", en clara alusión al matrimonio Rosemberg, acusado y condenado a muerte por espionaje en 1953.

Cuando la inteligencia norteamericana se enteró que la Unión Soviética tenía ya su propia bomba atómica apenas unos meses después de Hiroshima y Nagasaki, quedaba en claro que la infiltración de espías simpatizantes de Moscú había llegado a niveles insospechados. Y así ocurrió durante los siguientes años donde el robo de documentos, tecnología y planos hicieron que la URSS presentara al mundo un panorama de avances que le servían como excelente propaganda. Al iniciar los setenta se llegó al cinismo cuando, apenas unos meses después de poner en funcionamiento el Concorde, los soviéticos presentaron el Tupolev, una copia casi total de la nave anglofrancesa (el Tupolev se estrelló durante una demostración en París en 1972).

La operación Dossier Farewell --algo así como "documentación de despedida" surgió de un modo insospechado, según escribió Allen. Durante una cumbre económica celebrada en Canadá en 1981, el mandatario galo Francois Miterrand dijo al presidente Reagan que su gobierno había hecho contacto con Vladimir Vetrov, un coronel de alto rango de la URSS. Miterrand, un curioso caso de socialista convencido que sin embargo detestaba a los comunistas rusos, le "pasó la bolita" al gobierno norteamericano, quizá para no entrometerse directamente del asunto.

Vetrov resultó ser una pieza valiosísima para la Inteligencia estadounidense. A cambio de recibir asilo, este ex agente de la KGB reveló la identidad de cientos de agentes secretos designados al robo de tecnología. Los había por todos lados, según Allen: en universidades, empresas de alta tecnología, la incipiente Silicon Valley, oficinas de gobierno, la NASA e innumerables centros de investigación. El desglose de aquella montaña de información tomó más de seis meses para el gobierno norteamericano. La información de Vetrov recibió el nombre de Dossier Farewell.

La persecución y consignación de todos esos espías, según Allen, habría resultado imposible y llena de marañas tanto burocráticas como judiciales por las cuales los acusados fácilmente podrían escaparse. Fue entonces, según Buckley, cuando se decidió administrar a Moscú toda la información que buscaba, sin traba alguna... información falsa o defectuosa, por supuesto.

Entre los planes defectuosos que cayeron en manos de la KGB estaban una lanzadera espacial, plantas químicas y un software que resultó, según Allen, en la explosión de un gasoducto soviético. "Dossier Farewell aceleró la caída de la URSS", enfatizó Buckley.

En 1985 Moscú anunció, inflado de orgullo, que ya contaba con su propio transbordador espacial. Pero cuando en enero del año siguiente el Challenger estalló, matando a sus nueve ocupantes, "casualmente" ese proyecto quedó en el olvido por el gobierno ruso. "El gobierno soviético realizó una investigación de su propia tecnología y cayó en la cuenta que, pese a la eficacia de su sistema de espionaje, Washington les había visto la cara", todo esto mientras la principal preocupación soviética era un ataque nuclear por parte de Estados Unidos. "Mientras miraban hacia el cielo, los jerarcas rusos recibieron una paliza debajo de sus piernas", refiere Buckley. 

Con su economía cayéndose a pedazos, Dossier Farewell vino a ser la estacada final para la URSS. A la tecnología obsoleta con la que contaba se le trató de renovar con tecnología defectuosa. "La operación no causó directamente la caída de la URSS pero sin duda contribuyó letalmente para que ello ocurriera", escribió Allen.

Previsiblemente, Dossier Farewell no es motivo de celebración ni para la izquierda ni para el Hollywood progre que hasta hoy no ha realizado una sola película al respecto. Pero fue un golpe magistral de Inteligencia. De no haberse ejecutado, el curso de la historia de la Unión Soviética habría tomado un camino muy distinto.



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