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INTERNACIONAL

El del brazo sobre el hombro de Trump es Bill Clinton

Gane quien gane en noviembre, serán cuatro años terribles para Estados Unidos

Por un lado, un advenedizo con un discurso incendiario que en nada ayuda a la reputación de su país, y por el otro una aspirante cuya ineptitud y mentiras en el servicio público son irrefutables. La foto es elocuente de lo que espera a Estados Unidos: Trump y Clinton serán más, y mal, de lo mismo

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AGOSTO 2016. Conforme se aproxima el final del gobierno de Barack Obama, los dos candidatos que buscan sucederlo han arrancado sus carreras. Donald Trump consiguió la nominación republicana pese a la enorme guerra interna al interior de ese partido, y Hillary Clinton lo hizo más por resignación que por el verdadero ánimo de tener a partir de enero a la primera mujer presidente de Estados Unidos. El ánimo entre los norteamericanos es de desgano, de que es necesario un cambio pero para el cual ni Donald Trump ni Hillary son los ideales para lograrlo.

Curiosamente, para los mexicanos esta elección tiene un ingrediente especial. El discurso de Trump donde culpa a los mexicanos de ser "flojos, apáticos que vienen a quitarnos los empleos" es, lo mínimo, torpe, sobre todo por su generalización, una acusación tan estúpida como afirmar que todos los blancos son racistas y discriminadores. Esta increíble falta de tacto y con la que se le voltearon alrededor de 4 millones de votantes de origen mexicano, ha hecho que dentro y fuera de ese país los mexicanos muestren simpatías casi unánimes por Hillary Clinton no porque ella haya hecho gran cosa a favor de esa comunidad --de hecho, nada-- sino porque en lo absoluto desean ver a Trump como nuevo habitante de la Casa Blanca.

Pero como decimos por acá, los norteamericanos tendrán que escoger una de estas dos sopas. Su constitución establece que en caso de que ninguno de los candidatos logre los 271 electores habrá que convocarse a nuevas elecciones y, sí, nuevos candidatos en caso que los partidos así lo deseen. Nunca se ha dado esta situación hasta hoy pero si sucede se contempla otra posibilidad, que el presidente en funciones, en este caso Barack Obama, prolongue su mandato para un tercer periodo. Ello fue lo que ocurrió, por cierto, en los años 40 con Franklin D. Roosevelt. Desafortunadamente para Obama --y por fortuna para Estados Unidos-- el Senado, que podría actuar en ese sentido, está dominado por los republicanos.

Así pues, lo más seguro es que a partir de enero, un Trump o una Clinton habitarán la Casa Blanca hasta el 2021. ¿Cómo serán sus gobiernos? De acuerdo a los antecedentes políticos recientes, es posible hacernos un bosquejo. Veamos:

Gringo not welcome

No es descabellado predecir que la misma noche de las elecciones en que Donald Trump resulte electo, en la capital y en otras ciudades de México habrá disturbios, ataques y pintas a los principales establecimientos norteamericanos y una ola de antiyanquismo infantil como si esas empresas hubieran votado por los electores. Las manifestaciones también se multiplicarían en la frontera norte y aun varias ciudades norteamericanas con enorme población de mexicanos.

Las siguientes semanas serán de nacionalismo exacerbado (y repetimos, absolutamente infantil). Se exigirá realizar boicots a tiendas como Wal Mart y en el cruce fronterizo habrá quienes insulten y aun ataquen a quienes deseen cruzar al norte. No faltarán legisladores y activistas que exijan detener la "penetración yanqui" transmitiendo menos música en inglés en la radio y dejar de ir a ver películas norteamericanas al cine. Este antiyanquismo ramplón también podría repercutir en una baja de divisas procedentes del turismo estadounidense (¿qué visitante gusta de ser injuriado nomás al pisar otro país?) por lo que, como se ve, de ningún modo la elección de Donald Trump sería benéfica para México (no olvidemos la capitalización que de esto podrían hacer Morena y López Obrador; de hecho, como afirma el analista político Roberto Raygoza, "un triunfo de Donald Trump estaría perfilando, de manera casi inevitable, el triunfo de López Obrador en el 2018").

La relación entre los dos países sería tan mala que podía darse como un hecho que Trump nunca realizaría una visita de Estado a territorio mexicano y una frontera de por sí complicada pasaría a ser una frontera hostil, no tanto como la de las dos Coreas pero sí una como la existente entre Siria y Turquía.

En su propio país Trump enfrentaría retos gigantescos y casi imposibles. El primero, y prácticamente milagroso, sería ganar la Presidencia. El segundo sería ganar la mayoría republicana en el Congreso, sobre todo el Senado si es que quiere llevar a cabo su disparatado muro a lo largo de la frontera con México. A eso hay que agregar la profunda división que existe el interior de los republicanos inconformes con la designación presidencial de Trump. "Por supuesto que es una tontería mayúscula la promesa de obligar al gobierno mexicano a que pague por ese muro, tan ridícula como pretender que México pagara el sueldo de los empleados de la Border Patrol. Por cualquier modo, ya sea legal o de derecho internacional, esa promesa es irrealizable, ridícula". señala Raygoza.

En Europa tampoco le iría muy bien a Trump, donde se le percibe como un antipático y un hablador. Un presidente tiene que ser carismático y de ese elemento sencillamente carece Donald Trump. Sería además un gobierno de pesadilla por parte de las redes sociales que cuestionarían, ridiculizarían o desquitarían su furia hacia cualquier acción o declaración del hoy candidato republicano. El "discurso plagiado" es apenas un principio de lo que se avizora. 

Raygoza dice que es un "error gigantesco" pensar que Donald Trump es un candidato conservador, "cuando los conservadores de su mismo partido no lo apoyan", razón por la cual Trump decidió nombrar candidato a vicepresidente al gobernador de Indiana, a ver si logra ganárselos. Pero no lo ha conseguido,. Trump apoyó al Obamacare, a Obama, al matrimonio Clinton del que hasta hace poco era amigo íntimo... " (ver foto en este artículo)

Pero finalmente no hay que preocuparse mucho, advierte Raygoza: "Dado el sistema electoral de Estados Unidos, las posibilidades de Donald Trump se antojan mínimas: va a ganar Hillary, no por ser la mejor candidata sino por ser la menos peor".

Hillary, ineptitud y el poder tras la Sala Oval

El anuncio de la elección de Hillary Clinton como presidente sería, en contraste con un triunfo de Trump, visto en México como "una decisión propia y respetable de los norteamericanos". Sería un business as usual, como dicen los gringos. En el resto del mundo la noticia también sería recibida con cierto respiro aunque con una nota discreta: los constantes fracasos que Hillary Clinton ha tenido en la función pública y los cuestionamientos, entre ellos su responsabilidad en Benghazi y los mails confidenciales que envió a través de sus cuentas privadas y no mediante la red ultraencriptada del gobierno norteamericano, lo que constituyó todo un banquete de información para los hackers.

E igual que con Trump, es dudoso que los lectores le den la mayoría en ambas Cámaras a Hillary Clinton. Muchos de quienes votarán por ella lo harán para evitar el triunfo de Trump, no porque estén muy convencidos de sus propuestas.

La señora Clinton ha mostrado una gigantesca falta de tacto diplomático en relaciones internacionales el cual, por ejemplo, le sobra al ex senador alarmoambientlaista Al Gore. De hecho hay poco, quizá nada, que respalde a Hillary Clinton como la más idónea para gobernar al país más poderoso de la tierra. Quizá exista una excepción: su esposo, el coscolino Bill, quien sin embargo ha sido uno de los políticos más hábiles y carismáticos que el Partido Demócrata ha producido el último medio siglo.

Y es aquí, señala Raygoza, donde se abre una interrogante que ningún medio norteamericano se ha atrevido a especular: "Esta será la primera vez desde el nacimiento de Estados Unidos, donde la pareja presidencial habrá sido cada uno presidentes. ¿Cuál va a ser el papel de Bill Clinton en esta ocasión, quien se lo va a determinar? ¿Se mantendrá a la sombra (algo dudoso dada la inexperiencia e ineptitud de su esposa) o participará activamente en política? Es una situación inédita para Estados Unidos".

Por otro lado, es inevitable que el activismo políticamente correcto, que depende vitalmente de los fondos gubernamentales para seguir operando, pisará el acelerador en caso que Hillary Clinton gane la presidencia. Y si durante los últimos ocho años ese activismo protegió la espalda de Barack Obama acusando de "racismo" a los críticos que se oponían a su agenda política, esta vez lo hará tachando de "sexistas" a sus enemigos. "Con Obama se avanzó notablemente la agenda de la izquierda con el pretexto de que Obama era afroamericano y esta vez se intentará hacer lo mismo con Hillary usando el pretexto de que Hillary es mujer", señala Raygoza. "Si gana Hillary Clinton este noviembre, dentro de cuatro años Estados Unidos será un país mucho menos libre de lo que es hoy, quizá no por el deseo directo de Hillary sino por el activismo progresista-totalitario que hoy se ha adueñado del Partido Demócrata".

Incluso, como una forma de evitarse probables cambios de rumbo, el peso de Bernie Sanders y la capitalización que logró entre millones de votantes seguramente harán que Hillary mantenga ese giro a la izquierda. "Con tal de no perder a ese segmento de votantes pro Bernie Sanders que de ninguna otra forma estarían apoyando a los demócratas, Hillary tendrá que darles concesiones. Quizá el tinte socialista será mucho menor que el que ha mostrado Obama pero eso no hará que siga la marcha de los activistas para seguir llevando a Estados Unidos hacia una sociedad más socialista tipo europeo, con todos los problema que estamos viendo ello acarrea", dice Raygoza.

Otra carga que tendría que soportar Hillary como presidente sería la presión sicológica que Barack Obama tiene pensado imponerle: "Al terminar su mandato, Truman regresó a vivir a su pueblito de Missouri, Reagan a California, Bill Clinton a su residencia en Arkansas y George W. Bush a su rancho en Texas. En cambio Obama ya anunció que compró una casa en Washington porque piensa quedarse a vivir ahí. Ha sido una regla tácita que al terminar su mandato los presidentes se van de la capital para dejar el camino libre a sus sucesores aunque sean del partido contrario. Por lo visto Obama piensa romper esa costumbre ¿Tanto le ha gustado el poder a Obama? Sería injusto que le hiciera eso a Hillary Clinton".

Faltan muy pocos meses para que se evapore la incógnita. Lo que queda seguro es que los que vienen no serán los mejores cuatro años en la historia de Estados Unidos. A diferencia de otros presidentes, es casi imposible que el ganador, o ganadora, sea capaz de responder al reto que le ofrece su tiempo.

Extra

¿Sería una presidenta o una presidente?

De acuerdo con el ensayista y estudioso del idioma José María Medrano, "la posible llegada de Hillary Clinton a la Casa Blanca nos pondrá de frente el dilema de llamarle 'presidente' o 'presidenta' Hillary Clinton. Las feministas tratarán de llamarle del último modo pero para ellas llamarle presidente sería un acto de misoginia o una tonta acusación afin", señala.

Si nos apegamos a las reglas gramaticales del idioma español, dice Medrano, "la forma correcta debe utilizar el sufijo ente se trate de un hombre o una mujer. Este sufijo no es afectado por el género de los sustantivos. Lo correcto es decir 'la película estuvo excelente' y no 'excelenta', 'la marca es corriente', y no 'corrienta', 'una taza será suficiente y no suficienta', etc. El sufijo ente aplica incluso cuando solo utilizamos el artículo femenino: decimos 'la paciente' y no 'la pacienta'", señala.

El problema, agrega, "es que los sustantivos que llevan el sufijo ente son neutrales y la gente muchas veces piensa que son adjetivos a los que se les puede cambiar el género. Por ejemplo, cuando decimos 'la señora presidente', los dos sustantivos se convierten en adjetivo de modo que nos estaríamos refiriendo a la señora que preside, la que está a cargo de un país".

Hay adjetivos igualmente neutros, apunta "donde decimos 'la comida está caliente', no decimos 'la comida está calienta' tampoco decimos 'es una mujer decenta'... por donde se le busque, el término 'presidenta' es incorrecto".

Aprovechando la entrevista preguntamos a Medrano si es correcto diferenciar "diputados" y "diputadas": "Los sutantivos colectivos no son genéricos, no decimos jueces y juezas --por cierto, juez también es sustantivo neutro-- ni tampoco alumnos y alumnas, estudiantes y estudiantas. Esto me parece una necedad y una redundancia al mismo: en los sustantivos colectivos van incluidos hombres y mujeres".

 

 

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1 comentarios

belton.situs escribe 06.08.16

En relación al artículo sobre Hillary Clinton y Donald Trump ciertamente ninguno de los dos es el mejor candidato pero lo mejor para el mundo es que la señora gane las elecciones el próximo noviembre. Ojalá que todos los latinos que pueden votar en Estados Unidos eviten que Trumo llegue a la presidencia, el señor no tiene experiencia política y es un racista al que se le recibiría con mentadas a todo país al que fuera (en México no pondría un pie en cuatro años), además de dañar irremediablemente la relación entre los dos países, el comercio y el flujo de capitales

 

 

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