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El salario mínimo o el suicidio asistido de California

Sigue siendo la locomotora económica de Estados Unidos, pero la reciente alza al salario mínimo por hora le quitará competitividad y agudizará el desempleo. Reporte desde una población que ya está resintiendo esos efectos

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Por Roberto Rojas P. desde Fresno, California

JUNIO, 2016. Luego de renovar mi visa, estoy de vuelta en territorio norteamericano. Es la primera vez y seguramente la última, en que piso este país desde que Barack Obama llegó a la Casa Blanca. En apariencia todo sigue igual desde mi última visita en el 2003: los centros comerciales a reventar el fin de semana, llenos de adolescentes y jóvenes adultos que parecen haber nacido con un I pad o un celular en las manos. También vi una enorme cantidad de ancianos, perdón, adultos mayores, como ahora se les dice, aunque la palabra anciano, en términos etimológicos, significa envejecer con sabiduría.

California, como han dicho respecto a la famosa canción del grupo Eagles, es el microcosmos de este país al cual Obama no ha quitado toda su vitalidad y ganas de sobresalir. Dado que el próximo enero dejará el poder, es difícil que lo logre, pero no sabemos si sus cómplices, que quedarán en puestos clave del gobierno, las universidades y la economía, logren ese propósito. Por el momento, estos son los Estados Unidos como los hemos conocido. Al menos en la superficie, como se verá.

Mi esposa Anabel tiene familiares en Fresno, una ciudad de mediano tamaño --le calculó poco más de 200 mil habitantes-- ubicada a 2 horas de la capital Sacramento. Luego de tanto insistir para que sacáramos la visa, ya estamos aquí. La influencia mexicana en Fresno está por doquier, al punto que el Censo calcula que alrededor del 57 por ciento de sus habitantes son de origen mexicano, algo increíble si asumimos que esta población se encuentra a unos 700 kilómetros de la frontera. Juan Pablo, quien vino acá desde Nayarit en 1992, nos dice que Fresno "ha sido la gran favorita" entre los michoacanos que han venido a buscar fortuna en California. Cuando la violencia se recrudeció en esa entidad, dice Juan Pablo, "el flujo de michoacanos a Fresno dio un brinco gigantesco, ya no solo de campesinos sino de universitarios y hasta ganaderos amenazados por el narco, aunque aquí vas a encontrar mexicanos prácticamente de todos lados..." 

El caso es que uno de sus parques en ocasiones parece una alameda mexicana por el número de vendedores; incluso hasta un carrito de paletas y un vendedor de globos nos toca ver.

California no la ha pasado bien los últimos años. El governator Schwarzenegger disparó el déficit de la balanza pública y aumentó los impuestos con tal voracidad que los republicanos quedaron profundamente desprestigiados. Pero dado que los demócratas ya estaban también profundamente desprestigiados optaron por traer de vuelta, ahora como independiente, a Jerry Brown, quien fuera gobernador en los setenta.

La gran ironía de Brown es que fue uno de los más grandes críticos del "dispendio" realizado por Schwarzenegger. Pero en cuento tomó posesión lo primero que hizo fue acelerarlo y agudizarlo. "El gobernador Brown ha hecho exactamente lo contrario a lo que prometió en campaña", dice Juan Pablo, "nada lo distingue de los gobernantes que hemos tenido en Latinoamérica..."

Sin embargo lo que ha caído como patada al estómago a la economía de Fresno es el decreto del gobernador Brown que obliga a los empleadores a aumentar el salario mínimo a 15 dólares hacia el 2022. Para el efecto me reúno con el contador Paul Gagliano, un mexicoamericano quien pese al apellido, nos dice que su padre nació en el estado de Morelos.

Paul acusa la "traición" del equipo de Brown respecto a la implantación del salario mínimo a 15 dólares. "La idea ya venía rodando casi desde que empezó su administración por lo que las cámaras de comercio nos reunimos varias veces con sus asesores; les dijimos que los índices inflacionarios no justificaban semejante aumento, que la solución estaba en dar incentivos fiscales al sector productivo para crear más empleos. Nos propusieron realizar una encuesta, pero eso es tramposo... ¿quién le va a decir no a recibir más salario?"

Primero fue Los Ángeles y de repente, agrega, "se anuncia el aumento al salario mínimo a 15 dólares en todo el estado. Esta es una traición a los empresarios, a los comerciantes que se la han jugado con el estado. Cuando un amigo mío estalló en indignación, le digo en broma, 'estos abusos de la autoridad contra el comercio establecido son cosa diaria en México, para que los vayas conociendo'. Lo que me sorprende es que haya ocurrido en la misma California..."

O cerramos o nos fregamos...

Ralph Muniz (aunque él pronuncia el apellido como es en español) nos dice que él pertenece a una familia de restauranteros que comenzó en Uruapan y después buscó crecer sus horizontes en Fresno. "Eso fue en los setenta, cuando la situación estaba más tranquila por allá y acá no había tantos restaurantes de comida mexicana. Hoy las cosas son distintas, hay mucha competencia y con eso del aumento al salario mínimo a muchos nos van a dejar fuera de la jugada..."

Muniz atribuye este aumento a razones políticas: "Es un golpe planeado contra los restaurantes fast food donde muchos empleados part-time no están sindicalizados. Por el otro lado está la presión de los activistas quienes insisten que se sacrifica cruelmente a los animales que proveen carne para hacer hamburguesas y hot dogs. extrañamente los restaurantes de comida vegetariana han ganado juicios que los obliguen a pagar el mínimo. El problema es que nosotros no somos McDonald's o Burger King ni vendemos comida vegetariana. Este es un restaurante familiar, no un corporativo..."

"Es abusivo y ridículo", interviene el contador Gagliano, "imagínate si esta ley hubiera existido en California durante los años 70 y 80, empresas como Apple jamás hubieran despegado con un salario mínimo de 15 dólares la hora. De hecho creo que esta medida tiene como propósito matar a las start-ups (microempresas) que en eventualmente podrían representarle una competencia a los gigantes..."

Muniz dice que una de las medidas que se vio obligado a tomar es despedir a tres de sus empleados con tal de ahorrar gastos y evitar el cierre de su negocio. "Todos ellos eran no solo compañeros de trabajo sino amigos de muchos años, pero de haberlos mantenido en el negocio tendría que erogar en sus sueldos hasta 275 dólares diarios, algo que me resulta imposible pues hay días en que apenas entran 150 dólares en un día. Hoy el cajero también se encarga de limpiar las mesas y yo le he entrado a la cocina a lavar los platos..."

Otra situación, refiere Ana, la esposa de Ralph, es que "estos últimos años los impuestos estatales se han disparado en California y eso nos obligó a subir los precios en nuestro menú con lo cual perdimos mucha clientela. Ralph y yo planeábamos remozar y extender el restaurante pero ahora nos resulta imposible. Si a ello le agregas esta alza en los mínimos lo único que piensa uno es que nos quieren ahogar..."

"Nuestros padres salieron de México ante este tipo de abusos impositivos y ahora ya estamos viendo lo mismo aquí", añade Ralph. "¿Qué sigue, irnos a Nevada, que se está aprovechando con gusto de la decadencia del poderío californiano?"

                                                                      ***

El Fresno Bee, el diario más importante de la ciudad, reporta que el índice de desempleados en la ciudad es de un 10 por ciento, no tan alto como el de San Francisco, que ya va por el 17 por ciento y donde se aplicó por primera vez el salario mínimo a 15 dólares. En Seattle, tan "progresista" que incluso tiene un busto de Marx en uno de sus parques, el aumento ha agudizado la crisis de empleo y en nada ha disparado la economía, como aseguraban los activistas en favor del incremento a los mínimos.

Ese fracaso, sin embargo, parece haber acelerado el incremento a 15 dólares la hora en California. Frente a este tipo de medidas uno recuerda lo que escribió el economista chileno Hernan Büchi: "como el dogma que es, el socialismo está peleado con la congruencia, es decir, con los resultados palpables y reales".

Y está pasando lo inevitable: la mecanización en los centros de trabajo. "Ya comenzamos a ver en muchos restaurantes que tu puedes ordenar tu comida a través de una máquina despachadora", nos dice el contador Gagliano. 

"Wendy's anunció que el alza al los mínimos le representará la salida de una cuarta parte de sus empleados y que los sustituirá por máquinas despachadoras..." nos dice a su vez Robert "Bob" Ortiz, un rubicundo abogado que de niño emigró a Fresno desde Aguascalientes y quien le da un aire a Oliver Hardy, el "Gordo" de la serie cómica El Gordo y el Flaco.

"¿Pero no hay una ley que prohíba hacer eso a las empresas?", le preguntamos.

"En Estados Unidos tu puedes tener una empresa que solo utilice máquinas, y nada te impide a hacerlo", responde. "Lo que sí veo es que en el futuro, si sigue esta tendencia socialistoide, es que complicarán o harán carísimo hasta lo imposible el despido de los trabajadores como hoy sucede en varios países europeos.

"¿Sabes que es lo que veo detrás de estas medidas?", pregunta "Bob" al tiempo que enciende un cigarrillo ("ya está prohibido fumar en interiores, pero esta es mi oficina, es mi propiedad, que les quede claro a esos malditos burócratas"). Y responde: "Matar la creatividad de los jóvenes de este país y hacerlos conformistas. No me parece casual que sean California y Nueva York, dos de los estados con más creatividad donde se haya aplicado el aumento a los mínimos a 15 dólares".

"¿Pero cómo?", le pregunto.

"La mayoría de los afectados han sido los jóvenes universitarios que tienen un trabajar part time para costearse sus estudios. ¿Qué va a pasar con ellos? Y aquellos trabajadores suspendidos irán a ser una carga al welfare, algo que termina por asfixiar la iniciativa y afán de superarse de los jóvenes californianos. Y al ser conformistas terminarán siendo totalmente dependientes del dinero público. Date una vuelta por Europa para que veas el futuro que le aguarda a California con este desmesurado aumento al salario mínimo..."

                                                                           ***

Abandonamos Fresno rumbo a San Francisco para tomar el avión de regreso a México. Esa legendaria ciudad es una de las más caras de Norteamérica y Gagliano nos dice porqué: "Al ser la primera ciudad en California en aumentar a 15 dólares la hora el mínimo, ese dinero hay que sacarlo de algún lado. Me dan pena los incautos que creen que con el salario mínimo mejorarán su situación económica, como si a una acción no le siguiera una reacción. El camino al infierno está siempre pavimentado de buenas intenciones. Y es allá hacia donde vamos los californianos..."

 

 

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