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INTERNACIONAL

Obama no se equivoca con Cuba: todo es intencional

Para quienes piensan que el presidente norteamericano cometió un error de cálculo o pecó de ingenuo al restablecer relaciones con Cuba, la verdad es que  Barack Obama seguirá mostrando, hasta el último día de su mandato, su verdadera ideología. Su acercamiento con la dictadura cubana es parte de un guión que cada día muestra con mayor descaro

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ABRIL, 2016. En un texto por demás brillante, Marian L. Tupy, del Instituto Cato, supone que el presidente Barack Obama "se equivoca" en torno a Cuba. Es una visión compartida ampliamente, por el veterano columnista conservador George Will: "[El presidente] pareciera estar desinformado sobre la dictadura cubana y la represión que ejerce sobre la libre expresión".

Es entendible. Para la mayoría de los norteamericanos, el presidente de Estados Unidos actúa de acuerdo a lo que conviene al país. Una vez que es electo, los ciudadanos suponen que pondrá por encima sus intereses personales y apoyará medidas que incluso pudieran perjudicarlo políticamente pero que al final benefician a la mayoría. Esa es la razón por la cual millones de norteamericanos piensan que del Obamacare saldrá algo bueno cuando lo cierto es que se convertirá en un ineficiente monstruo burocrático como lo son hoy los sistemas de seguridad social en Europa y América latina.

Lo que sucede, ya lo dijo el analista américo-cubano Miguel Canto Jr, "en nuestros países, donde el Congreso y los magistrados son meros parapetos y donde el presidente gobierna a su antojo, los abusos de poder de Barack Obama nos parecen normales. En Estados Unidos, donde semejante comportamiento presidencial es insólito, la forma más común de reaccionar es con extrañeza".

Las concesiones que Obama ha hecho frente a la dictadura cubana no provienen de la desinformación ni de una aparente equivocación. Son acciones que el mandatario tenía en mente desde el mismo momento en se asentó en la Casa Blanca; son ideas que le inculcaron sus profesores de Harvard, parte de la "política del resentimiento histórico" en la cual el éxito económico de los Estados Unidos es juzgado como un producto de la explotación, básicamente de la población blanca, hacia el resto del mundo.

Son, además, parte de la interminable lista de mentiras a lo largo de su presidencia.

Durante ningún momento de su campaña Obama mencionó su intención de "normalizar" las relaciones con la dictadura isleña; su intención de cerrar Guantánamo la anunció por primera vez en septiembre del 2008, apenas unos meses antes de las elecciones, aunque sabía sobradamente que esa decisión corresponde al Congreso. Sin embargo ningún registro o declaración presidencial existe en torno a siquiera entablar un diálogo con Raúl Castro.

"Es un hecho que Barack Obama tenía pensado acercarse a Cuba aun antes de ser presidente; de haberlo sabido esto antes, la votación a su favor en la Florida habría sido muy diferente", escribe Canto. "También es un hecho que Obama tenía pensado hacerlo en el último tramo de su mandato cuando electoralmente ya nada tenía que perder".

Un acercamiento insólito, por cierto. Durante los años setenta y ochenta, el Departamento de Estado presionó a la Casa Blanca en torno a cualquier trato con la dictadura pinochetista y el gobierno de minoría blanca en Sudáfrica. En el caso chileno la condición era liberar a los presos políticos, a legalizar todos los partidos políticos y obligar al viejo autócrata a someterse a un plebiscito donde sería echado en caso de perder, cosa que finalmente ocurrió.

"Imaginemos por un momento que a Sudáfrica se le levantaran las sanciones sin abolir el apartheid. Eso fue exactamente lo que sucedió en Cuba. Obama visitó a una dictadura que no ha cedido nada a cambio. Eso no es desinformación, es complicidad", agrega Canto.

Asimismo, es ingenuo suponer que ni Obama ni el Departamento de Estado --es decir, John Kerry-- no estén al tanto de los nombres de los presos políticos que se encuentran en las prisiones cubanas. "Sin duda sabemos que ha habido detenciones arbitrarias pero en este momento es prioritario extender los puentes para la comunicación", dijo Frank Brayre, un alto funcionario del Departamento de Estado". ¡Imaginemos si, en el caso sudafricano, se hubiera dado prioridad a entablar diálogos y a dejar el apartheid a un segundo plano! Un político más avezado y menos complaciente que Obama habría respondido a Raúl Castro, "yo podría agregar a su comentario, que si el gobierno cubano me proporciona una lista de los agentes de la CIA que asegura usted buscan desestabilizar a su gobierno, los sacaré del país inmediatamente".

Fue igualmente desconcertante que cuando Raúl Castro pidió burlonamente a una reportera que le mostrara la lista de presos políticos "y si lo haces esta noche quedarán libres". Obama se hubiera quedado impávido. El "menor" de los Castro acudió al vetusto discurso de siempre y exigió la inmediata devolución de Guantánamo.

Porque si bien es cierto que Obama sí se reunió con algunos disidentes (sería el colmo que el representante de la que se supone es la democracia más importante del planeta no lo hubiera hecho) hasta hoy ni el presidente ni Kerry han movido un músculo para apoyar su lucha, al más puro estilo salinista de "los veo pero no los oigo". La prioridad, bien lo dijo Brayre, es quedar bien con la dictadura castrista y que las Mujeres de Blanco, por ejemplo, sean detenidas impunemente por la policía ni-tan-secreta cubana.

Todo es parte de un guión, hay que remacharlo. El deplorable espectáculo que vimos en La Habana hace unas semanas, donde un gigante se hinca y le rinde pleitesía a un pigmeo altanero, son parte de la visión que Barack Obama tiene del mundo y la cual le fue inculcada por sus maestros de universidad y por el "reverendo" Jeremiah Wright. Para todos ellos, Cuba ha sido tratada injustamente por el imperialismo, es decir, por todos los presidentes anteriores a Obama.

Obama no se equivoca ni está desinformado, como piensan muchos norteamericanos. Está totalmente consciente de lo que hace y del legado que dejará su presidencia. Después de él Estados Unidos ya no será el mismo, y ello dicho en el peor sentido.

 

Extra

Fidel Castro y su inagotable doble moral

Desde los albores de la revolución cubana, Fidel Castro ha manejado la doble moral con maestría de titiritero. Denunció el "saqueo y el robo impune" del imperialismo yanqui pero expropió todas las empresas extranjeras sin indemnización de por medio, causa, por cierto, del embargo, que no "bloqueo", decretado por el Senado norteamericano; ha afirmado contundente que los cubanos "rechazamos todo hábito capitalista" cuando él mismo vive en una casa que incluye lujos burgueses como minisplit además de vestir sus muy burguesas chamarras Adidas; ha dicho tantas veces que ya hasta perdimos cuenta que Cuba "no es ningún mendigo" cuando lo cierto es que la isla lleva décadas viviendo como un paria a expensas, primero, de la extinta URSS y posteriormente de las remesas del imperialismo yanqui así como hace 15 años, del petróleo que Venezuela le entrega a precio de regalo y que Cuba luego revende al más puro estilo de la plusvalía que el legendario barbón ha denunciado millones de veces.

Incluyamos para mayor precisión cómo por años Castro prohibió la música rock por ser "la peor expresión de la moral burguesa" y hace unos días acaban de presentarse allí los Rolling Stones. Quizá el "comandante" cayó en cuenta que muchos de esos músicos comparten con él la doble moral de denunciar la acumulación de riqueza al tiempo que cobran millones de dólares por presentación.

Casi una semana después de la visita de Barack Obama a Cuba y en vez de decirle todo eso en su cara al presidente norteamericano, Castro escribió, desafiante, que el país que sigue dirigiendo tras el rostro de su hermano, "no necesita nada del imperio". Vaya, vaya. La autosuficiente Cuba que sin el dinero que los exiliados en la Florida se habría hundido en medio del Caribe, sigue aleccionando al mundo sobre autosuficiencia. Ahora resulta, según su texto, que alguien autodeclarado ateo quién sabe cuántas veces, con fiereza hoy defiende ¡la riqueza espiritual de Cuba!

La doble moral castrista es imparable: en su "carta al hermano Obama" , Fidel habla de "los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y fuerza", pero se abstiene de nombrar, en lo mínimo, la represión a la disidencia y la suerte que corren quienes arriesgan todo para escapar del paraíso socialista y son interceptados por el gobierno cubano.

Lo más patético, incluso cómico, del asunto, es que Fidel evitó reunirse con Obama para decirle todo eso en su rostro pese a que, probablemente, el mandatario habría estado de acuerdo con toda sus peroratas. Los une su doble moral.

 

 

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