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INTERNACIONAL

Si Bernie Sanders gana la presidencia, mandará a Estados Unidos al subdesarrollo

Para muchos norteamericanos, los desastrosos ocho años de Barack Obama no parecen haber sido insuficientes y piden la misma medicina, pero en dosis mayores, que terminarán hundiendo a la economía. El insospechado ascenso de Bernie Sanders, senador sin mayores méritos, es una preocupante muestra de ello

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MARZO, 2016. Los ocho años de Barack Obama no dejarán una marca en Estados Unidos, sino una profunda cicatriz. El país está irreconocible, más lleno de odio y más dividido que en muchas décadas. El reciente Superbowl fue una clara muestra de ello: mientras al principio del partido se dio una muestra de patriotismo, al medio tiempo la cantante Beyoncé rindió homenaje a las Panteras Negras, grupo radical y violento que en los años sesenta y los primeros setenta cometió secuestros, actos de extorsión y enfrentamientos con la policía.

En esos ocho años el espectro de la política estadounidense está llegando a campos antes desconocidos, entre ellos el del socialismo, palabra que Obama se ha cuidado de decir pero que en buena parte de los llamados Milennials (grupo de jóvenes nacidos en los 80 y los 90), la palabreja ya no les suena tan extraña e incluso se han declarado como socialistas. Un fenómeno que, por cierto, debe atribuirse a sus profesores de escuela.

Sin los ocho años de Obama no puede explicarse el ascenso del senador por Vermont Bernie Sanders para convertirse, de un chascarrillo entre sus colegas, a serio contendiente para la presidencia de Estados Unidos.

Es paradójico. Pregunte usted a cualquier norteamericano y le responderá que desde el 2009 su situación económica se ha deteriorado, que hoy se siente más inseguro ante el terrorismo y los chiflados que cometen masacres indiscriminadas, que ya no puede expresarse libremente en las universidades o sitios de trabajo, que lo que antes era su considerada la valiosa herencia de sus ancestros se convirtió en motivo de vergonzoso pasado racista, que ser blanco equivale a ser un opresor, y que su plan de salud está siendo sustituido por algo oculto en tenebras que amenaza con quebrar irreparablemente al gobierno norteamericano, sin olvidar que hasta antes de Barack Obama cualquiera podía criticar al presidente y hacerlo ahora trae consigo una contraofensiva en twitter contra esos "comentarios racistas".

Los años de Barack Obama han sido gloriosos para el socialismo mundial y estos son algunos de los resultados. ¿Cómo entender, entonces, que miles de norteamericanos pidan más, mucho más, de la misma letal medicina representada en el senador Sanders?

Lo que está ocurriendo en la política norteamericana difiere poco de lo que vimos en Venezuela antes de la llegada de Hugo Chávez y lo que hoy sucede en España, esto es, la quiebra moral de los partidos tradicionales aprovechada por alguien que llega ofreciendo nuevas alternativas, lo que también explicaría el fenómeno Trump. Una diferencia con otros países es que, al igual que el millonario Trump, Sanders no se ha deslindado totalmente del Partido Demócrata (se asume como "independiente") y se le percibe como "distinto" entre millones de votantes, la mayoría de ellos desconocedores del verdadero rostro del socialismo europeo y latinoamericano, muy alejado de la versión romántica que reciben por parte de sus profesores de escuela.


De hecho, hasta hace poco la palabra socialismo era vista como elemento radical y contraproducente para atraer votos en el discurso político norteamericano, tanto así que Obama raramente la usa y utiliza en lugar de "pobres", la palabra "clases medias". Sin embargo Bernie Sanders nunca ha ocultado sus barajas ideológicas. "Soy el único senador que abiertamente se declara socialista", dijo en una entrevista en el 2006, cuando fuera de Washington era un absoluto desconocido, "otros colegas también son socialistas pero temen declararse como tales". 

En este punto conviene repasar brevemente quién es Bernie Sanders. 

Nacido en una familia judía con raíces en Polonia, Sanders fue uno de los miles de jóvenes seducidos por el "nuevo socialismo" de los años sesenta; admiraba lo mismo al Ché Guevara que a la revolución cubana. "No era un joven que sacara altas notas pero sí era muy activo en los movimientos políticos de ese entonces", recordó su madre en una entrevista. Se le detuvo un par de veces pero a principios de los sesenta la familia decidió enviarlo a Israel a participar en un kibbutz, aquella especie de comunas juveniles parecidas a los ejidos que en aquel entonces el gobierno de ese país promovía como forma de colectivización agrícola.

Años después Sanders se manifestó simpatizante del sandinismo como lo fue el hoy secretario de Estado John Kerry. "El sandinismo demuestra que la victoria sobre los explotadores es posible en América continental", sentenció Sanders en uno de sus artículos publicados en un periódico de su natal Vermont.

Luego de varios trabajos, entre ellos de carpintero y de recibir puntualmente su cheque de desempleado, Vernon Sanders se postuló para el Senado y sorpresivamente ganó la elección en el 2003, autonombrándose legislador "independiente dentro del Partido Demócrata" y "socialista", por supuesto.

Lo que dio un notable espaldarazo a las aspiraciones de Sanders es la total ausencia de carisma de Hillary Clinton y el hartazgo de los norteamericanos con la clase política tradicional.

Los asesores de Sanders saben que los Milennials es una generación educada dentro de la mordaza políticamente correcta a la cual se le ha enseñado que se merece todo con el mínimo esfuerzo, una generación, escribe el columnista Ray Dunge del sitio townhall,com, "cuyo lema es 'no quiero debatir, yo quiero expresar cómo me siento', una generación que no está preparada para enfrentar al mundo exterior. Se trata de una generación añinada a la cual la pócima mágica que supuestamente ofrece el socialismo es ideal para propagarse".

Para los amigos de la libre expresión y la estrategia que fomenten el libre mercado en Estados Unidos, la elección de Bernie Sanders traerá malas noticias. Añade Dunge: "La visión de Sanders se resume a que unos paguen por lo que otros hagan. Socialismo puro que va contra la esencia del espíritu norteamericano. Hillary Clinton va por ese camino a 50 millas por hora. Bernie Sanders lo está haciendo a 100 millas por hora. En ambos casos, el destino será desastroso".

 

Extra

Las propuestas suicidas de Sanders

Los seguidores de Sanders enloquecen de gusto y emoción al leer propuestas como éstas:

* Educación gratuita para todos en todas las carreras profesionales y los colegios comunitarios

Aunque plagadas por la mordaza PC, cualquier vistazo al ranking de las mejores universidades de Estados Unidos cuenta a las que son financiadas con capital privado. Y como en buena parte del mundo, las universidades públicas norteamericanas tiene un nivel académico más bajo.

"La gratuidad en la educación ha causado un giganteso déficit en todos los lugares donde se ha puesto en práctica, peor aún si se hace obligatoria", refiere Dunge. "En vez de promover el sistema de becas que obligue al alumno a comprometerse y a valorar la educación que está recibiendo, los asesores de Sanders buscan reproducir el modelo europeo que mata la iniciativa de los jóvenes y de hacerlos conformistas, aparte de pasarle esa factura de falsa educación gratuita a los contribuyentes"

* Que los ricos, el "uno por ciento", pague más impuestos que ayuden a redistribuir la riqueza"

El presidente Francois Hollande aplicó esta receta en Francia y lo único que consiguió fue la estampida de los millonarios galos, entre ellos el actor Gerard Depardieu. En Estados Unidos se daría un letal añadido en cass que Sanders lograra aprobar esa propuesta: Ese “uno por ciento" (en realidad alrededor del 8 por ciento de los norteamericanos que poseen fortunas superiores a los 100 millones de dólares, según Forbes) encierra a los empresarios que más aportan en tecnología y creación de empleo en prácticamente todas las áreas de la actividad productiva de Estados Unidos. "La aplicación de estas tasas que castigan a los ricos jamás lograrán redistribuir la riqueza y sí empobrecer a la clase media", escribe Ryan Reynolds de Cato Institute.

* Instituir en todo el país el salario mínimo a 15 dólares para elevar el nivel de vida de los trabajadores.

Una escandalosa prueba de las incongruencias de la plataforma de Sanders la tenemos con so propuesta, sin duda plausible, de impulsar a las "Mom and Pop stores", (establecimientos familiares en las pequeñas comunidades que se vieron afectados con la llegada de los grandes supermercados) al tiempo de implantar un salario mínimo de 15 dólares por hora a los empleados, una medida tan absurda, añade Reynolds, "como querer que tu negocio crezca triplicando el precio de los artículos que vendes".

Las primeras muestras del fracaso ya se están dando incluso antes que Sanders llegue a la presidencia. San Francisco y Seattle han seguido la fórmula y lo único que han conseguido es que la primera ciudad sea hoy una de las más caras en el país, aun por arriba de Nueva York --de alguna manera hay que compensar los altos sueldos de los empleados-- y en la segunda población se ha registrado una notable emigración de microempresas a los suburbios.

"Ni Sanders ni sus asesores parecen entender que para aumentar los sueldos primero hay que incrementar la producción. Sin ésta última es imposible elevar el nivel de vida de los empleados con un sueldo más digno", recalca Alan Reynolds. "Asimismo matará la creación de nuevas empresas: si yo abro un negocio es para capitalizarme, por lo que abrir un negocio pagando 15 dólares por hora a mis empleados me es prácticamente suicida. Lo único que se conseguirá es ampliar el monopolio de las megaempresas y asfixiar en su totalidad al pequeño comercio".

De ganar la presidencia de Estados Unidos, Bernie Sanders conseguirá algo que todavía hoy, pese al desastre que ha representado la gestión de Barack Obama, se ve lejano: enviar a Estados Unidos, la actual locomotora del mundo, al subdesarrollo.


 

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