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INTERNACIONAL

Si los republicanos quieren perder la elección, postularán a Donald Trump

Con un populismo desaforado donde lo mismo ataca a inmigrantes y al Tratado de Libre Comercio, las posibilidades de este multimillonario por alcanzar la candidatura presidencial aún son remotas pero tampoco pueden descartarse del todo. Para México, esto último sería el peor escenario político. ¿Es en realidad Donald Trump el arma no tan secreta del clan Clinton?

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OCTUBRE, 2015. Pone de punta los pelos imaginar cómo estará la capital de la república mexicana la misma noche de las elecciones presidenciales tras anunciarse que Donald Trump se ha convertido en el nuevo presidente de Estados Unidos. Protestas por todos lados, agresión a ciudadanos norteamericanos y ataques a restaurantes y franquicias de aquel país. A todo ello le seguiría una ola de feroz antiyanquismo que le resultaría ambrosía pura a políticos como Andrés López, quien tendría así prácticamente el campo a su favor para las elecciones del 2018.

A quienes menos conviene tener a Donald Trump en la Casa Blanca es al sector productivo mexicano. Serían cuatro años, lo mínimo, terribles. También serán tiempos ideales de culpar al "imperialismo yanqui" de todos nuestros desastres locales.

Lo irónico es que tampoco conviene a Estados Unidos tener a un Donald Trump presidente. De llegar a ese punto, advierte el analista conservador Fred Barnes, "estaríamos pasando del devastador populismo de izquierda de Barack Obama a otro populismo de derecha, igualmente destructivo. Ya no queremos caudillos (así, en el original) en la política norteamericana, sean de la tendencia que sean. Queremos un presidente que acate y haga acatar las leyes".

Barnes ofrece otro comentario igualmente aleccionador: "Donald Trump es un empresario, no un político. Y un empresario con oscuras componendas. Los conservadores de Estados Unidos no deben dejarse seducir por alguien que no ha demostrado mínima congruencia entre lo que dice y lo que hace".

De hecho dos publicaciones conservadoras, National Review y Weekly Standard, han mostrado su abierta oposición a la probable nominación presidencial de Trump. Entre los alegatos, que hasta hace poco tiempo tiempo el multimillonario no había dado muestra, mínima siquiera, de lo que hoy afirma defender. Para el efecto, Jonah Goldberg, director de la primera revista, apunta que en 1997 Trump dijo al entrevistador Larry King "siempre he sido un liberal, más aun en lo concerniente al sistema de salud". La segunda publicación sostiene que durante muchos años Trump ha sido persona bastante allegada al clan Clinton.

La revista libertaria Reason también expone a Trump y refiere cómo recientemente en un discurso éste se quejó de que ya no escucha la palabra Navidad: "¡Ya nadie dice Feliz Navidad, le he dicho a mi esposa que evite ir a esas tiendas donde la saludan con un 'Felices Fiestas'", dice Trump. Pero el caso es que, sostiene esa publicación, en sus tuits y tarjetas de felicitación de la familia Trump siempre se ha aludido a las "felices fiestas" y jamás a la Navidad.

¿Por qué entonces Donald Trump sigue ganando terreno? Como lo han hecho cientos de populistas antes que él, porque dice lo que la gente quiere escuchar. Hay mexico-americanos que dicen simpatizar con él porque ha prometido colocar una barrera en la frontera sur, hay afroamericanos que le han mostrado simpatías porque promete darles empleo; incluso ya está jugando con una baraja para ganarse a los sindicatos: buscar "renegociar" el Tratado de Libre Comercio con México. ¿Desde cuándo los republicanos se han puesto a enarbolar banderas que han sido de los demócratas?

Pareciera que a movimientos como el Tea Party la precampaña de Donald Trump les está tendiendo una trampa. Por ello, señala Goldberg en un reciente artículo: "Quien se diga conservador y apoya a Donald Trump está traicionando sus propias convicciones. Lo suyo es una propuesta de imposiciones e intolerancia, precisamente lo mismo que los conservadores le hemos criticado a Barack Obama. ¿Es válido aplaudir esta vez porque quien dice esas cosas no es, o dice no ser, del Partido Demócrata? Creo que no..."

Esta precandidatura, asimismo, busca seducir a un sector que hasta ahora no ha logrado ser conquistado por Hilalry Clinton, el de los "millenials", muchachos y muchachas que votarán por primera vez pero que conocen sobradamente a Trump gracias a sus reality shows y otros programas televisivos. "Cuando Trump dejó el programa The Apprentice, uno de los favoritos de los millenians, su rating se desplomó. Con reconocer el nombre de Donald Trump, millones de jóvencitos podrían darle la confianza por el solo hecho de conocerlo a través de la TV", apunta Goldberg.

Los también llamados low-information viewers, es decir, personas cuyo bajo nivel de información les hace confiar en alguien solamente porque lo ven en la televisión, podrían darle la puntilla a las intenciones de Donald Trump. Sin embargo, insiste Goldberg, "quienes se dicen conservadores y quisieran verlo en la Casa Blanca están traicionando sus principios además de contribuir a fortalecer a los demócratas".

"Cualquiera podría pensar que Donald Trump busca la nominación con tal de fortalecer la candidatura de Hillary Clinton que hoy comienza a cuartearse", coincide William Kristol, director de The Weekly Standard.

Esto es verdad: ¿Quién mejor que Donald Trump para reforzar la idea propagada por los demócratas en el sentido de que el Republicano es el partido de los intolerantes, los xenófobos y los racistas?

Trump ha afirmado que en caso de no lograr la nominación republicana se lanzará por la "libre" un caso inusitado en la política norteamericana (pero muy común en América latina) aunque exhibiría a Trump como un obsesionado por el poder incapaz de respetar la que decida su partido durante la convención. Lo bueno en tal caso, señala Barnes, "es que si no llegas a la elección apoyado por los demócratas o los republicanos, tus oportunidades de triunfo son bastante reducidas. Lo malo es que las otras opciones en ambos bandos son igualmente malas".

Golberg lo remata más sucintamente: "De no haber tenido pésimos precandidatos en ambos partidos, Donald Trumpo seguiría en sus propios negocios, algo que en lo personal no me afecta en nada. Ahora temo porque llegue a afectar profundamente a Estados Unidos si le entregan las llaves de la Casa Blanca".

 

 

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