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LITERATURA

Cuando tu vida era un libro abierto...

Cualquier biografía sobre los ex beatles suele terminar en el apasionamiento de sus autores. En este libro se demuestra que aún hay cosas que conocer sobre Paul McCartney. Indispensable para los admiradores del autor de Yesterday

Paul McCartney, la Biografía
Peter Ames-Carlin
Viceversa Editoral/2011

De lo que se dice acerca de Paul McCartney, 50 por ciento es invención y el otro 50 por ciento es verdadero. El reto es saber cuál 50 por ciento corresponde a cada cual.

                                                                                                                                                                                             Vittorino Mattus

SEPTIEMBRE, 2012. Es cierto: escribir una biografía sobre cualquiera de los ex beatles sin apasionarse o hacerlo en medias tintas resulta imposible. A sus protagonistas se les adora o se les odia. Entre los primeros están Jann S. Wenner y su libro de entrevistas con John Lennon al que solo faltó incluir incienso para esparcirlo mientras se lee, o entre los segundos, a Albert Goldman. Con Paul McCartney sucede otro tanto: Aquellos Años, la completísima e íntima biografía escrita por su amigo Barry Miles contrasta con la redactada con la viscosidad de un Chet Flippo, quien aseguraba que tanto él como su esposa Linda eran tan adictos a las drogas que solían esconderlas entre las ropas de sus hijos durante las revisiones de Inmigración (y que, claro, aun niños llegaron a darles carrujos).

En tal sentido es muy fácil caer en el sensacionalismo y la mala leche cuando se escribe un libro sin tener contacto directo con el protagonista: e igualmente el entrevistarlo, el hablar o convivir con él puede distorsionar la idea original del autor. Sin embargo también ofrece la libertad de que, si la información es cierta y verificable, la distancia autor-protagonista puede arrojar libros muy entretenidos. Esta labor, por cierto, es un reto tremendo en el caso de los Beatles, pues ¿qué se puede hoy decir respecto a ellos que sea novedoso, que orille al lector a decir "caray, eso no lo sabía"? 

Peter Ames-Carlin, un periodista radicado en Oregon que ha escrito también en la revista People, sabe perfectamente que quien adquiera su libro no espera escuchar los destructivos argumentos de Flippo; por el contrario, desea enterarse --o corroborar-- de que el beatle más carismático de los cuatro tiene sus fallas, sí, pero es un sobreviviente de quién sabe cuántas batallas; alguien que, en efecto, durante muchos años fumó la "yerba" (aparentemente dejó de hacerlo en el 2006 y hoy critica su uso) pero que es autor de varias de las mejores canciones del siglo XX; alguien que, horrorizado ante la posibilidad de enfrentar la tercera edad como un viudo, se enamoró de una mujer que nada más le sacó 25 millones de libras para poder librarse de ella. Alguien que, sin duda, al escribir sobre su historia es imposible hacerlo desapasionadamente.

Una historia que empieza en1941 cuando James y Mary McCartney deciden casarse poco tiempo después de conocerse y en junio del siguiente año tienen a su primogénito James Paul (luego vendría James, el segundo hijo). Los chicos crecen juntos entre travesuras hasta que, llegada la adolescencia, su madre muere de cáncer. Su familia pertenece al entorno clasemediero de una Liverpool de la posguerra donde aún había racionamiento y en donde la música proveniente de Norteamérica deja entrever que a los jóvenes puede esperarles otro futuro si así se lo proponen. McCartney, uno de ellos, se encuentra entre el dilema de un trabajo modesto pero de ingreso seguro --aunque realmente no tanto; su padre perdería un trabajo similar tiempo después-- y se inclina por seguir a tres músicos cuya historia conocemos sobradamente, una cronología que Ames-Carlin desarrolla sin caer en lo predecible, y sazonada con citas. 

La información aquí referida es escasamente nueva, si bien el autor logra reproducir el ambiente dentro de los estudios de grabación, las diferencias, las peleas cada vez más frecuentes con John Lennon y el creciente descontento de George Harrison, cuya relación con McCartney terminó, quizá, aún más dañada que con los otros dos beatles.

La mayoría de las biografías de Paul McCartney suelen enfocarse en la etapa de su famoso grupo y desprecian la fase 2 de ese historia, que fue el grupo Wings, comúnmmente relegado por la crítica (Miles le dedica apenas un par de páginas, si mucho). Ames-Carlin refiere que la creación de ese grupo fue más una obligación autoimpuesta que un capricho, conformado originalmente por su esposa Linda, el batería Danny Seiwell, el bajista Jimmy McCulloch y el ex Moody Blues Denny Laine. Para evitar el error de los Beatles donde todo-es-de-todos y que le costó incontables horas en los juzgados, McCartney los contrata como empleados; en ocasiones escucha atento sus propuestas pero en otras no permite que los demás contaminen la idea que él tiene en mente. "Ciertamente comprendí lo que decían John Lennon y George Harrison en torno a trabajar con Paul", dice Seiwell en una de las citas y quien abandonó al grupo en 1973 poco antes de viajar a Nigeria a grabar Band on the Run. Seiwell afirmó no tener resentimiento alguno aunque acepta que le molestaba "el tener que ser empleados de tiempo completo, tener que estar disponibles las 24 horas".

Wings se convirtió en constante fábrica de éxitos aunque, curiosamente, en los setenta Ringo Starr tuvo más número uno en las listas norteamericanas que su ex compañero. McCartney también se convierte en experto en capotear las críticas: el comentario cruel de un crítico en el sentido que el ex Beatle "ya solo sabe escribir simplonas canciones de amor" lo inspira para grabar el tema "Silly love Songs", un número uno durante cuatro semanas en 1976. Sin embargo para fines de esa década Wings parece estar perdiendo aire: en una visita a Japón, se le encuentra un paquete de mariguana al músico y debe permanecer cuatro días en prisión. Días antes había concedido una entrevista donde aún se mostraba optimista en torno a una reunión de los Beatles: "Lo hemos platicado; el tocar juntos en alguna sesiones discretas, pienso que sería divertido... la posibilidad siempre ha estado ahí..." Lamentablemente en la madrugada del 9 de diciembre hora de Londres, John Lennon es asesinado en Nueva York y la esperanza se esfuma para siempre. "Contrario a un desafortunado comentario que hizo a la prensa, McCartney quedó completamente devastado", escribe Ames Carlin. Para entonces ya también Wings, como los Beatles, se había visto incapaz de sobrevivir a la década siguiente.

Los ochenta son de duros altibajos para McCartney. La búsqueda de un compañero para coescribir canciones se centra primero en Michael Jackson y Stevie Wonder pero no se concreta, menos aun cuando el primero adquiere, para gran disgusto del ex beatle-- el catálogo del cuarteto. Luego se asocia con Elvis Costello, quien también es de Liverpool, pero tras un álbum mediano se dan cuenta, sin decirlo directamente, que sus caminos son equidistantes. Al éxito post Wings de Tug of War le siguen un par de discos mediocres; también hay una incursión en el cine llamada Give my Regards to Broadstreet, catalogada como un monumento al ego del músico y un fracaso comercial pese a que por momentos aparece ahí Ringo Starr.

En 1995 y resueltos varios líos legales entre ellos, los tres sobrevivientes beatles se reúnen en Abbey Road para, ahora sí, planear el megadocumental sobre la historia del cuarteto, originalmente llamado The Long and Winding Road. "¿Pero por qué debe llevar el nombre de una de las canciones de Paul?", inquiere Harrison medio en broma. Se acuerda titularlo Anthology, nombre que no compromete a nada, una crónica que dura más de 10 horas a la que se le complementa con entrevistas, incluidas las hechas a John años atrás. Luego vendrían dos "nuevos" sencillos de los Beatles, producidos por Jeff Lynne de la Electric Light Orchestra, con unas cintas proporcionadas por Yoko Ono. Pero cuando parecía que todos volvían a revivir su amistad George se aísla otra vez; "en todo momento que nos juntamos siento que se nos quiere llevar a una situación que yo no deseo", dijo el autor de "Something" a Rolling Stone en 1987. Pero la razón, esta vez, parecía ser otra: poco después a Harrison se le detecta cáncer en la laringe: quizá sabía que se acercaba el final. (en el 2000 fue atacado en su casa por un chiflado que estuvo a punto de matarlo; la oportuna intervención de su esposa Olivia impidió que se convirtiera en el segundo beatle en morir violentamente; falleció en noviembre del año siguiente).

Luego vendría el capítulo que al autor reconoce no quiere cubrir pero debe hacerlo por profesionalismo, aun a riesgo de caer en poses sensacionalistas: Linda McCartney muere en 1997. El músico ha dicho varias veces que le horroriza la soledad o, peor aún, ser un eterno viudo inconsolable, y decide encontrar una nueva compañera. Cree haberlo conseguido al conocer a Heather Mills, quien es de la misma edad de su hija mayor. Manifiesta a la prensa estar completamente enamorado y se casa, pese a la oposición familiar --McCartney y su hija Stella no se hablarían por meses-- contrae matrimonio y no se preocupa en protegerse legalmente ante cualquier futura desaveniencia: "Quiero que esta sea una prueba clara de qué tanto amo a Heather", dijo, "no quiero empañar mi felicidad con aspectos legales", de los cuales, indudablemente, ya estaba bastante harto.

Sin embargo el error le cuesta carísimo: la dulce activista Mills resulta ser una mujer desmedidamente avariciosa: la pareja tuvo una niña en el 2003, fruto de una de las tantas reconciliaciones que tuvieron, según dijo después el músico, pero es utilizada como otra pieza de ajedrez de los abogados de la ella para sacarle más dinero a McCartney, cantidad quizá mayor a la revelada luego que Mills amenazara con difundir material que "destruiría irremediablemente" la reputación del ex beatle. El resto de la historia... bueno, ahí sí hay que asomarse al libro.

Paul McCartney: La Biografía tiene el inconveniente de no incluir fotografías, algo que pudiera desilusionar a los fans, pero se compensa con un estilo fluido, ameno y sin anteponer las opiniones del autor a las de su protagonista, factor que ha arruinado otras biografías de los cuatro escarabajos que de otro modo habrían sido excelentes. Por este solo hecho vale leerla.

Solo una acotación final: la traducción fue hecha en España de modo que abudan frases como: "Quería de verdad a ese tío", en relación a Lennon, "Vaya gilipollas". "Voy a enseñaros como se hace", "¡Idos a tomar por el c...!", "¡Que coño pasa aquí!" y decenas más que desesperarán a quien no esté muy relacionado con la jerigonza ibérica. Em contraste, la biografía de McCartney escrita por Miles fue traducida en Argentina pero no abusa gauchadas como "boludo", "guita" o "sos un papafrita"... eso solo se le permite a la gran Mafalda Es una observación menor pero que conviene hacer.

 

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