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Paladines de la risotada

Su público es hoy muy reducido y se ve difícil que alguna vez superen a Chaplin en fama. Lo cierto es que Oliver Hardy y Stan Laurel, El Gordo y el Flaco, fueron maestros absolutos del gag y el chistorete tanto en los años del cine mudo como del sonoro. Este libro cuenta su historia, rebosante en detalles

FEBRERO, 2011. Uno lleva en sus brazos una larga escalera y el otro se encuentra agachado sobre una cubeta de pintura. Al levantarse, el primero gira y le da en la espalda con la escalera. Los dos meten un enorme piano a una pequeña casa en las montañas, pero su peso hace que se ladee y se lleve a ambos por efectos de la gravedad. Lo que se mueve es la cámara pero los espectadores jamás podrían adivinarlo, del mismo modo en que a esta pareja se le ve sobre un barco que se mece y remece de un lado a otro todo lo que lleva en su interior, incluidos sus pasajeros. Muchos de estos gags ya nos suenan hartamente conocidos hoy, y no podría ser de otra manera pues fueron rodados hace unos ochenta años, en ocasiones más. Pero cuando aparecieron por primera vez en el cine refrescaron el mundo de la comedia desde que Chaplin se hizo mundialmente famoso. Por ello Simon Louvish, autor de Stan and Ollie, la biografía sobre este singular par, no duda en llamarlos "artesanos del cine chusco... cada película, cada corto, cada chistorete, estaba cuidadosamente elaborado. Fueron, además, maestros absolutos del timing".

Oliver Hardy y Stan Laurel, más conocidos en América latina, como El Gordo y el Flaco, tuvieron además una de las carreras más longevas del cine, fueron estrellas pero jamás se doblegaron a las exigencias de los estudios pues laboraban como artistas exclusivos de Hal Roach, fueron capaces de dar el salto del cine mudo al sonoro --un brinco que a Chaplin le tomaría una década reponerse-- y durarían tres décadas en el gusto del público pues comenzaron en 1921 antes de la llegada de Valentino y se separaron, exhaustos, cinco años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, en 1951. Ya eran mundialmente reconocidos pero optaron por encerrar a sus personajes en el recuerdo, antes que la inevitable decadencia los convirtiera en parodías de sí mismos.

El autor, un enamorado de los primeros años de Hollywood, también ha escrito biografías de WC Fields, un cómico con fama de borrachín, y de los inigualables Hermanos Marx. En este caso, el autor nos da en este libro una catarata de información acerca de sus protagonistas, películas ("muchas de ellas perdidas irremediablemente", escribe), anécdotas sobre el set y fuera de él y su vida post Gordo y Flaco. Información magnífica aunque quizá un tanto desconcertante para quienes crean que la comicidad en el cine comenzó con Jim Carrey y hoy es explotada por gente como Ben Stiller y Chris Rock.

Laurel nace en 1890 en Lancashire, Inglaterra, en una familia dedicada enteramente al teatro. Tras convertirse en niño prodigio decide irse de gira por Estados Unidos y participa en por lo menos 50 películas antes de encarnar al personaje que habría de inmortalizarlo. Hardy nace en Georgia en 1892 en una familia adinerada donde hubo varios miembros que lucharon del lado de los secesionistas durante la Guerra Civil. En el hogar de Hardy, escribe Louvish, "el Sur iba a levantarse de nuevo todos los días". En 1918, ya casado y con familia que mantener, Hardy conoce a Laurel y juntos deciden formar una sociedad cómica Para evitarse problemas sobre cuál nombre debe ir primero, optan por el registro de sus nacimientos y el Flaco gana por dos años. Curiosamente, cuando se les denomina en español ocurre lo contrario y Hardy (el Gordo), va en primer orden.

Los primeros años son exitosísimos pues consiguen que sus gags gusten a los espectadores de la clase trabajadora que ríen cuando una lata de pintura cae sobre el exigente patrón o le truenan un huevo en la cara, o con unas tijeras le cortan los pantalones al jefe déspota y altanero. El jefe suele ser un tipo regordete, calvo y con bigotes de morsa, y su esposa por lo general es una rubia atractiva que se compadece de ambos, quizá porque, señala Louvish, "ella también en un momento había sido pobre". En todo caso, añade, "eran películas dirigidas al proletariado, y éste estallaba en carcajadas al verlas, quizá por sentirse reivindicado gracias a a este par de torpes aparentes". Lo hilarante es que siempre se les contrataba para hacer un trabajo casero, ya fuera pintar paredes, cortar el paso, cargar pesados muebles o pasear animales. ¿Que nadie jamás pidió referencias de ellos ni se enteró de su incompetencia?

En 1928 aparece el cine sonoro y el embate es tal que los cómicos lo resienten sobremanera. Buster Keaton no sobrevive a la nueva tecnología, tampoco Harold Lloyd. Laurel y Hardy deben hacerlo, primero, ante la popularidad de sus competidores Abott y Costello y, segundo, a que previeron las ventajas que el sonido en el cine traía consigo. Los golpes, los coscorrones y las caídas hacen ruido, y éste es suplido con efectos chuscos, con eco o de "coco hueco". La fórmula funciona y el dúo logra continuar su carrera con pocos rasguños. Sus bombines son reemplazados por uniformes cuando se unen a la Legión Extranjera e incluso por el uniforme de rayas de la prisión. Las risotadas continúan pese a los disfraces pues ambos explotan una fórmula que luego sería repetida muchas veces. El Flaco es el torpe absoluto y el Gordo, que presume ser el más mesurado, termina por ser igualmente torpe. No pocas veces se les echa de una casa a patadas.... y vuelven a tocar el timbre como si nada hubiera ocurrido.

Para mediados de los cuarenta el cine es otro. Se imponen el cine épico, de grandes presupuestos y en especial las películas animadas, que hacen obsoleto al gag tradicional así como las trompadas el pastelazo de las que ciertamente el público ya se había cansado. Es el momento para pensar en el retiro y tras un par de cintas exitosas deciden separarse, sin peleas personajes ni demandas judiciales; simplemente ambos entienden que sus personajes han cumplido su ciclo.

Hardy sufría de sobrepeso y su médico le ordena someterse a una estricta dieta por lo que llega a pesar apenas 48 kilos, muchísimo menos que en sus años de fama. Tras varias embolias muere en 1957 y su compañero Laurel recibiría un Óscar honorario tres años después. El par, porcierto, había recibido la presea anteriormente, sobre todo por la magnífica Babes in Toyland. Eran tiempos que la Academia no despreciaba al género de comedia como lo hace hoy pero de cualquier manera Hardy agradece al público, "algo que seguramente Oli, donde quiera que hoy se encuentra, comparte conmigo". Seis años después El Flaco dejaba de existir por causas naturales. En los setenta la cadena CBS transmitiría exitosamente muchos de sus cortos y películas, con gran éxito de audiencia. Pero el público pronto se cansa y siente como lugares comunes muchos de esos gags, cuando la realidad es que el dueto fue de el primero que puso en práctica muchos de ellos.

El Gordo y el Flaco fueron imitados muchas veces --nuestros Viruta y Capulina son una derivada, aunque el primero, el "flaco", era el más avispado de los dos-- pero al final su recuerdo es el que más tienen presentes los aficionados a los inicios del cine. entre ellos Louvish. Es ésta nuna biografía completísima e ideal para quienes tengan nociones mínimas acerca de quiénes fueron Stan Laurel y Oliver Hardy, dos cómicos irrepetibles y, ni qué dudarlo, talentos absolutos.

Laurel and Hardy
Simon Louvish
Random House/2002

 

 

 

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