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Carlos Castaneda, en México se le sigue leyendo

Hay quienes, como el virtual candidato priísta, tienen poco o nulo interés en la lectura. Pero quienes sí conservan ese hábito y según una encuesta, prefieren un libro publicado hace 44 años y escrito por un autor que murió hace más de un cuarto de siglo. ¿Qué buscan, y quizá encuentran, en Las Enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda?

ENERO, 2012. Una reciente encuesta realizada por Rasmussen arrojó, entre muchos datos interesantes, que entre los mexicanos que regularmente leen libros --se deduce que Enrique Peña Nieto no participó en el sondeo-- uno de los más mencionados es Las Enseñanzas de Don Juan, escrito por Carlos Castaneda, lanzado originalmente en 1967. Resulta interesante preguntarse qué buscan y qué encuentran allí miles de personas pese a que muchos expertos consideran que los escritos de Castaneda son parte del realismo mágico inventado por el autor, por no decir que el chamán de referencia nunca existió.

Hablar de Carlos Castaneda (así sin ñ, letra que no existe en inglés) es referirnos a un autor que sigue vendiendo pese a haber muerto hace un cuarto de siglo que se cumple este año. En torno a él siempre rondó el misterio, y éste aún no ha sido totalmente develado al punto de saber quién fue exactamente tan reclusivo autor. No existen fotografías suyas: las que había en la UCLA, donde estudió la universidad, "desaparecieron" y no se sabe su real destino, ofreció varias conferencias pero en todas aseguró que "al primer flashazo" se levantaría y se iría del lugar. Esa costumbre, más que simple ego, quizá tuvo más que ver con el hecho de que Castaneda consideraba que una foto podría "robarle" el aura; el caso es que todos los asistentes respetaron sus deseos, aunque en estos tiempos de celulares que pueden tomar fotografías sin que el aludido se entere del "flashazo" hubiera sido mucho más sencillo haber obtenido una foto de Carlos Castaneda.

La encuesta de Rasmussen da preponderancia a Las Enseñanzas de Don Juan pero igualmente confirma que los otros libros de Castaneda son también populares y requeridos entre los lectores mexicanos, sin importar que sean de calidad inferior, e incluso pretenciosos. Pero eso no parece importar: Castaneda sigue siendo hoy popular como cuando estaba en su auge en los primeros setenta.

La propuesta del libro es bastante sencilla: el autor se ubica como un estudiante en la UCLA que se considera a sí mismo nulo en todo conocimiento ancestral y que cruza la frontera hacia el sur, precisamente en el estado de Sonora donde se pondrá en contacto con Don Juan, una especie de chamán que le proporcionará una importante cantidad de sabiduría heredada durante decenas de generaciones. Todo ello incluye consumir peyote y mezclar especias para encontrar el "yo" interior. Aparentemente aquella había sido la tesis de Castaneda y se supone que alguien --aunque posiblemente no el chamán-- le sugirió que la publicara. El éxito fue impresionante, además, un prólogo escrito por Octavio Paz a nadie perjudica.

El mayor mérito de Castaneda es haber puesto su libro a la venta en un momento increíblemente oportuno. Corrían la época en que el hippismo marcaba su cenit, Jim Morrison había dicho que Las Enseñanzas de Don Juan lo habían introducido al chamanismo, y más al oriente, la filosofía hindú promovida por los Beatles le ofrecía al mundo las respuestas que los jóvenes no podían hallar en el mundo occidental. A partir de ese momento la mescalina, el peyote, los hongos alucinógenos y la mariguana, que por muchísimos años habían sido empleados en rituales en las comunidades indígenas desde Arizona hasta la Patagonia, adquirieron naturalización entre los jóvenes que, embebidos de flores, buscaban todo aquello que alterara sus mentes y su realidad.

Las Enseñanzas de Don Juan aparecieron en momentos que un grupo de tribus indígenas invadieron la antigua prisión de Alcatraz en San Francisco con intención de crear ahí un nuevo país; la reivindicación de los "locales" prendió entre miles de jóvenes norteamericanos mayoritariamente blancos que buscaban así insultar de manera simbólica su herencia, su historia, su sangre y sus genes; ciudades que parecían pertenecer a ese "realismo mágico" (el que por esos años también había descrito Gabriel García Márquez en su mítico Macondo) fueron ubicadas en Real de Catorce, San Luis Potosí o Santa Fe, Nuevo México. Los sarapes con motivos indígenas, los aretes hechos con piedras preciosas, los tippis en vez de las casas de campaña, las trenzas en vez del cuidado cabello a la Marilyn Monroe, el cabello largo alaciado. Todo ello presentaba una boga cuando Carlos Castaneda publicó su obra. Era prácticamente imposible que no se convirtiera en éxito editorial.

Luego vendrían los "hongos alucinógenos" de Maria Sabina, una octogenaria que vivía en una inaccesible barranca de Oaxaca y a la que supuestamente visitaron celebridades como Mia Farrow, John Lennon, Norman Mailer y hasta políticos como el futuro primer ministro canadiense Pierre Trudeau. Tras la desilusión del Yogi Maharishi, el "realismo mágico" al que hacía referencia Carlos Castaneda se convirtió en parada obligatoria.

Inevitablemente, también, innumerables lectores optaron por realizar sus "viajes", frecuentemente con malos resultados. Y es que, lejos de estimular la conciencia y la creatividad, los hongos, el peyote y otras plantas incluyen dosis químicas intoxicantes capaces de matar a cualquier animal de tamaño pequeño que quiera devorarlos. Es un mecanismo de defensa que al ser ingerido por humanos produce una intoxicación leve que altera el sistema nervioso. El efecto es similar al del borrachín que llega a ver "elefantes rosas". Desafortunadamente muchos lectores realizaron el viaje sin "supervisión" o ignorantes del peligro terminaron en el hospital en el más alentador de los casos.

Pero tras el sensacional éxito en ventas de Las Enseñanzas de Don Juan la pregunta es cuánto de lo descrito por Carlos Castaneda era real y cuánto pura invención. El autor jamás despejó la interrogante pero podríamos mencionar que en su libro hubo algo de ambas cosas. De acuerdo a la mayoría de quienes han indagado sus orígenes, Castaneda nació en Brasil, aunque otros lo ubican como peruano, sitios donde en algún momento tuvo que enterarse de las propiedades medicinales, y recreativas, de los hongos y las plantas en las comunidades indígenas. En algún momento --se presume que al transcurrir la segunda mundial y cuando era un veinteañero-- Castaneda se traslada a California donde efectivamente estudia Arqueología en la UCLA. Es posible, asimismo, que en unvestigación haya viajado a la vecina Arizona donde se empapó sobre información acerca de las plantas descritas en su libro.

Por lo que toca a Don Juan, su existencia permanece en la duda, y se cree que Castaneda la creó para dar a su relato una forma lineal al que se le añadieron varios conceptos vertidos por el chamán que buscan ser sorprendentes y novedosos a ojos occidentales pero que en realidad son tan antiguos como al humanidad misma. Los escépticos que fueron a buscar a Don Juan al desierto de Sonora jamás lo encontraron, es más, ni siquiera chamanes, de los cuales era posible encontrarlos en mayor cantidad en una zona que comprende Arizona y Nuevo México. Pero cuando aparecieron las Enseñanzas, la mayoría en realidad solo explotaban una veta netamente occidental: la de cobrar por un servicio turístico prestado.

Castaneda llegó a afirmar que su mentor "había emigrado a otra dimensión" mucho antes que se publicara el libro. ¿Y sus familiares, si los hay, les tocaron regalías? Asimismo, Castaneda no da referencias geográficas donde vivía el chamán, algo raro en el que es uno de los estados más grandes de México y donde es fácil perderse en la inmensidad de su desierto. Los defensores de Castaneda han respondido al respecto: se trata del "realismo mágico" que no tiene porqué adecuarse a la realidad tridimensional de la que somos objeto. Pero de ser así ¿cómo accesó entonces Castaneda a ese mundo si desde un principio se autoasume como un "neófito"?

A las Enseñanzas siguieron otros libros de Carlos Castaneda, aunque los dos últimos suenan ya a abierta charlatanería. De cualquier manera y aunque en buena parte del mundo esa "respuesta ancestral" ya no tiene la misma popularidad que en los años sesenta, Carlos Castaneda sigue siendo un autor muy requerido entre los lectores mexicanos. ¿Por qué así como hay políticos que no leen, hay quienes sí lo hacen pero con autores como este peruano-brasileño (?) norteamericano? Buena pregunta...

 

 

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