Literatura
Jaime Bayly vs. el
Escribidor
El rompimiento entre Jaime Bayly y Mario Vargas Llosa a raíz del caso Humala marca lo que claramente es otra muestra del rencor del Nobel hacia los Fujimori, que lo ha hecho pedir el voto hacia un claro discípulo chavista. El herido ego de Vargas Llosa parece ser el
leit motiv de su nueva, contradictoria posición
JUNIO, 2011. Jaime Bayly, el enfant terrible peruano, fue centro de agradecimientos en
Pez en el Agua, el libro que escribió Mario Vargas Llosa, un compendio de sus memorias y de lo que fue su carrera para la presidencia de Perú
y que perdió a manos de Alberto Fujimori. "Nuestro equipo [se refería a Fredemo, el partido que lo postuló] contó siempre con el desinteresado apoyo del periodista Jaime Bayly" y más adelante vuelve a citarlo "(Bayly) pertenece a esa nueva generación de periodistas comprometidos con la libertad y opuestos al populismo aprista", es decir, el partido de Alan García.
Dos décadas después los elogios se han convertido en agrias recriminaciones. Una vez que Vargas Llosa instó a los peruanos a votar por Omala Hullanta para la segunda
vuelta presidencial, Bayly publicó un indignado comentario en su columna semanal donde decía "el Nobel Vargas Llosa nos pide ahora evitar el regreso del totalitarismo votando por
Humala, el amigo de Chávez que sin duda tratará de cambiar la Constitución que le permita eternizarse en el poder". En su programa televisivo, que se produce en Miami, la arremetida fue más fuerte: "Vargas Llosa ahora nos dice que hay que votar por alguien a quien él mismo ha llamado estúpido, intolerante y nazifacista en varias de sus columnas" para concluir que "más que el amor a la democracia y a los peruanos, en Vargas Llosa
imperan el odio, el rencor, hacia la familia Fujimori", y remató con una
frase que hoy ya circula ampliamente en la red "Vargas Llosa sí merecía el Nóbel, pero preguntémonos si también merece el Nobel
del rencor".
El escritor respondió escuetamente a las acusaciones y sí, con cierto rencor: "es alguien a quien tuve el infortunio de ayudar a publicar, pero que se ha convertido en un payaso al servicio de la fujimontesinocracia... no me merece el mayor respeto..." Su hijo Álvaro fue igualmente
cáustico: "ha utilizado todos los medios posibles para atacar a Humala, tengo amigos que no piensan como yo pero no por eso me insultan", y recalcó, como su padre, que a Bayly "hace mucho que le perdí el respeto..." Antes que entre ambos se perdiera el respeto, Vargas Llosa II prologó una de las novelas de Bayly.
Lo extraño del caso. o de ese paradójico giro que han dado las cosas en torno al rompimiento de esa amistad, es que, si bien Álvaro fue obligado a emigrar del país debido a una poca velada persecución política a cargo del tenebroso Vladimiro Montesinos, lo mismo le ocurrió a Bayly mucho antes cuando el mismo personaje exigió a Panamericana Televisión, donde tenía un programa de variedad,
que le "bajara" el tono a sus comentarios cada vez más duros tras el virtual golpe de estado que el fujimorismo asestó en abril de 1992. "Cuando Panamericana finalmente cedió opté por emigrar a Miami", dijo Bayly en una entrevista
tiempo después.
Algo similar ocurrió con el Nóbel, quien rompió con Fujimori una vez consumada la disolución del Congreso ese año y que lo convertía en un presidente
de facto. Denunció que el teléfono de su casa estaba intervenido y que con frecuencia se recibían llamadas
amenazantes, algo a lo que, había escrito en sus memorias "se había convertido parte de la campaña presidencial". Entonces la Universidad Complutense de Madrid lo invitó a impartir un curso.
Vargas Llosa se sintió tan cómodo en ese país que aprovechó una prerrogativa de ese gobierno que permite a los latinoamericanos de tercera generación adoptar la ciudadanía española --su abuelo había paterno había nacido en la península ibérica--
que desde entonces vive en Madrid. De hecho su más reciente Nóbel es oficialmente atribuido a Perú y España, aunque con prioridad al que es el país de nacimiento del homenajeado.
El exilio de Bayly y los Vargas Llosa es consecuencia, pues, del acoso fujimorista. La diferencia es que el hoy avecindado en Miami nunca perdió una elección presidencial --"yo me la jugué por Vargas Llosa en 1990", ha dicho-- y el flamante Nobel sí. De ahí el profundo rencor que Bayly percibe en el autor de
La fiesta del chivo y que lo ha orillado a pedir el voto de alguien que, señala, "es totalmente antidemocrático. El mismo Vargas Llosa lo ha enfatizado varias veces y ahora quiere hacernos creer que no lo sabe",
escribió en una reciente columna.
Otro curioso giro se dio en la relación de Vargas Llosa con Humala. Luego de felicitarlo calurosamente por recibir el Nobel, lo invitó a visitarlo cuando fuera a Perú. A principios de año ambos comieron juntos y, pese a los fuertes adjetivos que había usado en sus columnas, la plática fue cordial, según el mismo Humala. Hubo otro punto: el futuro candidato le prometió que como presidente "jamás permitiría que Fujimori pusiera un solo pie fuera de prisión", agregó. Puede suponerse entonces que la decisión de Vargas Llosa, más allá a las claras credenciales antidemocráticas de Humala, se dio a partir de ese momento; en tal sentido Bayly tiene razón al decir
que "el rencor obnubiló a Vargas Llosa".
No es la primera vez que el escribidor rompe amistades por diferendos políticos. Durante los sesenta tuvo su primer encontronazo con Gabriel García Márquez tras el caso del poeta cubano Ezequiel Padilla hasta que su relación quedó rota en definitiva por motivos que ambos se niegan a discutir, aunque el procastrismo del colombiano tuvo mucho que ver en ello. Años después llamó "oportunista" y "mercenario" en su libro de memorias a Hernando de Soto, autor de
El Otro Sendero y cortó toda comunicación con él una vez que Fujimori lo
contrató como asesor a pocos días de asumir el poder.
¿Se resume entonces todo a la imperdonable humillación infligida por Fujimori a Vargas Llosa, un hombre acostumbrado a ganar y con un ego tan poderoso que lo llevó a lo parecía imposible, conseguir el Nóbel de Literatura? A juzgar por el tono de las cosas, así es. Es lo que explica más claramente este inesperado golpe de timón
vargasllosista.
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