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Literatura/Biografía

El rescate emocional de Keith Richards

Superviviente y miembro de uno de los grupos legendarios del rock inglés, en esta biografía el guitarrista suelta no solo memorias sino un cerro de historias y anécdotas indispensables para aficionado al género, bueno, quizá con algunas páginas totalmente saltables

MAYO, 2011. Detrás de ese rostro del que mucho se ha dicho pertenece a alguien que miró hace tiempo y no se ha dado cuenta de ello, existe una de las fuerzas más importantes del rock and roll, al mismo nivel, y a veces superior, al de Lennon-McCartney, un amante del blues y un obseso con la música de Chuck Berry. Y es además un sobreviviente de la vorágine que ha representado más de medio siglo de existencia del género; desde sus amigos Brian Jones y Gram Parsons, desde Morrison hasta Cobain y otros quedaron en el recorrido. No es casualidad que este libro lleve el título de Life (Vida): si alguien ha sabido cómo aferrarse a ella paradójicamente retándola con toda clase de excesos, ha sido Keith Richards.

Cuando salió a la venta el pasado noviembre, Life causó controversia por el modo poco amable en que su autor se refiere a quien ha sido una especie de alma gemela y de quien, escribe, "lo he conocido tres cuartas partes de mi vida". Se han escrito decenas de biografías de los Rolling Stones, de Richards y de Mick Jagger, pero nada mejor que escucharla del mismo autor, quien optó por acelerar el término de su biografía luego que cayera de un árbol durante unas vacaciones en el Caribe. Y, en efecto, aquí encontramos lo que ya se ha referido en otros libros stoneianos, aunque también se corroboran, o difuminan, algunos rumores: ¿fue un alumno que sufrió lo que ahora se conoce como bulliyng en su escuela? "Desde chico comprendí que pocas cosas había tan horribles como estar encerrado en una institución educativa en Inglaterra"; ¿se fumó las cenizas de su padre poco después que lo incineraran? "Yo estimaba mucho al viejo como para hacer eso: él fumó más tabaco que yo en toda mi vida", ¿ha subido completamente drogado al escenario? "Sin duda, pero no fueron buenos conciertos, ese hábito lo abandoné a principios de los setenta".

Richards recuerda claramente su infancia donde, para escapar de las palizas de sus compañeros de clase, escuchaba la música de Muddy Waters, de BB King y de Howlin' Wolf quienes, señala, "expresaban un sentimiento tal de dolor que me hizo ver no era el único". En una de esas mañanas escolares y entre agujeros dejados por las bombas alemanas y que aún abundaban en las calles de Londres, Keith Richard conoce a Mick Jagger, un estudiante de Contabilidad; se juntan para escuchar discos de blues hasta que en 1963 deciden formar un grupo. Estaban lejos de imaginar que serían protagonistas d ela segunda revolución del rock inglés después de los Beatles.

Pero a diferencia de éstos, escribe Richards, el éxito les llegó sin mayor dificultad: "Una semana teníamos un hit y a la siguiente ya éramos superestrellas"; incluso Lennon y McCartney les pasan una de sus canciones titulada "I wanna be your man" para cimentar su carrera. Ambos grupos siempre fueron amigos aunque la relación de Richards se centraba más con Lennon.

El contacto de Richards con las drogas se da en 1965. De ahí en adelante las consumiría casi a diario o bien las combinaba con whisky. Cuando Brian Jones muere el guitarrista se encuentra en una etapa de "alto vuelo" y causa sorpresa cuando entra al día siguiente al estudio de grabación para preguntar si "han sabido qué fue de ese muchachito que dejó el grupo". Los setenta serán de pesadilla en la vida personal de Keith Richard: lograrán recuperar su esencia con el clásico Sticky Fingers (1971) y harán de "Angie", dos años más tarde, otra joya inmortal en su repertorio. Pero Richards sigue sumido en las drogas. Intenta grabar un álbum con John Phillips, el vocalista de Mamas and Papas, pero el proyecto aborta debido al abuso de drogas de ambos. En 1979 y en plena oleada disco, Richards consigue desintoxicarse pero deja hundida a su compañera Anita Pallenberg para iniciar una relación con la modelo Patti Hansen.

Como se sabe, la relación con Jagger está lejos de ser idílica, y en este libro lo reitera: Richards critica a su compañero por esa "actitud juguetona detrás de la cual existe un complejo de Peter Pan no superado", apunta que los discos de los ochenta de los Stones --en especial Dirty Work (1986) y Steel Wheels (1989)-- fueron "repuestas contractuales" dentro de una tregua forzada de dos artistas que ya no se soportaban. Pero páginas más adelante y seguro que Jagger le perdonará su franqueza, Richards escribe: "(Mick) es como un hermano". Hasta el momento el cantante no ha declarado nada en torno al libro.

Y como hemos apuntado en otro texto, los riffs más grandes de los Stones son cortesía de Richards y no de Jagger. Aparte de "Satisfaction" están "Jumpin' Jack Flash", "Brown Sugar" y muchas más, incluido, insólito, el de "Miss You", su hit disco incluido en Some Girls.

Con excepción de un capítulo totalmente prescindible en torno a su grupo X-Pensive Winos, Life es una biografía indispensable para los seguidores del rock británico. Quizá no sea la definitiva ni arroje detalles sorpresivos. Pero está bien contada, y ello cuenta mucho. La presunción suene arruinas las biografías de muchos artistas de rock. Esta vez, y afortunadamente, no es así.

Life
Keith Richards y James Fox Little
Brown/2010

 

 

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