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La biografía de Juan Pablo Rojas Paúl

 

 

RAMÓN J. VELÁSQUEZ:

LA RED DE LIBERALES Y SOCIALDEMÓCRATAS

Edgar C. Otálvora

 

 Integración y cambios generacionales

Luis Carlos Galán visitó Caracas los primeros días del mes de agosto de 1989. Su figura ya comenzaba a hacerse conocida no sólo entre los sectores políticos venezolanos, sino también entre los medios de comunicación. El día antes de su viaje de regreso a Bogotá, Galán y Velásquez repitieron su costumbre de reunirse para conversar. Esta vez con un escenario particular: Galán había regresado al Partido Liberal, estaba disputando la nominación presidencial la cual sería escogida en una consulta popular, lo que lo transformaba en un probable próximo presidente de Colombia. Los mesoneros del restauran del Hotel Hilton de Caracas, uno de ellos colombiano, fueron testigos de aquellos dos personajes que, sin tomarse un trago, permanecieron hasta entrada la madrugada, más allá de la hora del cierre del local, hablando de política colombiana y venezolana. Entre los temas obligados de aquella tenida estaba la situación de violencia desatada en Colombia por los carteles productores de drogas. No podían quedar  fuera de la conversa el asunto bilateral, sobre el cual Galán estaba muy optimista. Velásquez ha rememorado la profética despedida:

 

-- Aquella noche, parados ante los ascensores del Hotel Hilton, Luis Carlos  me hizo una invitación. Me dijo que si no lo mataban antes, desde ya me invitaba para que fuera a Bogotá el 07 de agosto de 1990, para su toma de posesión.

 

Poco menos de una semana después, en la noche del 18 de agosto de 1989, Galán sufre un atentado fatal en medio de un acto proselitista en Soacha, Antioquia.

El gobierno Barco decretó la Guerra al Narcotráfico y desde entonces, las reuniones de las Comisiones Fronterizas se realizaron bajo altas medidas de seguridad cuando tenían como sede el territorio colombiano. Se entendía que los comisionados presidenciales venezolanos podían ser un objetivo del terrorismo de los carteles de la droga o de los frentes guerrilleros, lo que hizo que el gobierno colombiano desarrollara ostensivas operaciones militares de protección cuando las comisiones cumplían sus primeras reuniones en Cúcuta (septiembre de 1989) y en Valledupar (enero de 1990).

Velásquez presidió la COPAF desde su creación en marzo de 1989 hasta junio de 1993. El decreto mediante el cual fue creada la comisión venezolana, en contraste con su homóloga colombiana, le asignó no sólo tareas como agente bilateral sino además le dio carácter de comisión asesora de la Presidencia de la República en materias de desarrollo fronterizo nacional.

 

Ramón J Velásquez y Edgar C Otálvora

Ramón J. Velásquez, Presidente de la COPAF y Edgar C Otálvora, Secretario Ejecutivo. Guasdualito, estado Apure, agosto de 1991

El Informe de Actividades de ese lapso da cuenta de 57 reuniones plenarias internas de la comisión venezolana, 17 reuniones plenarias de las comisiones binacionales, 35 reuniones técnicas bilaterales, 43 reuniones y seminarios técnicos de carácter nacional. El trabajo de diagnóstico y elaboración de propuesta fue cumplido por doce equipos técnicos nacionales coordinados por la COPAF. El listado de venezolanos que participaron en las actividades nacionales y bilaterales suma quinientos cinco personas, entre funcionarios civiles y militares, académicos y representantes de organizaciones estadales fronterizas (COPAF, 1993). Las jornadas de consulta y análisis bilateral se cumplieron con la presencia de actores gubernamentales y privados, locales y nacionales de ambos países (Cardozo, 1992, 99 y Hernández, 2002, 48). Además de la reducción de las tensiones entre ambos gobiernos, las comisiones aportaron un listado de temas fronterizos de interés bilateral en cuyo desarrollo también intervinieron, auspiciando el tratamiento por parte de los organismos públicos responsables de cada área.

En tanto, en Colombia se cumplía la campaña electoral con vistas a las elecciones de 1990.

En 1989, Ernesto Samper Pizano representaba una de las opciones presidenciales liberales y tras el asesinato de Galán, por unas horas, aparecía como un posible  heredero de los activos políticos del pre-candidato muerto. El 20 de agosto de 1989, día de las honras fúnebres a Galán, en las afueras del Cementerio de Bogotá los partidarios de Samper se aglomeraban reclamando los votos de Galán con vistas a la consulta popular que elegiría al candidato liberal. En tanto dentro del camposanto, Juan Manuel Galán Pachón el mayor de los hijos de Galán, indicaba a Cesar Gaviria, Jefe de Debates del comando electoral galanista, como el ungido para recoger la bandera del Nuevo Liberalismo. Samper tendría que esperar una nueva coyuntura para presentar su postulación. Un año después, Gaviria fue electo presidente de Colombia y Samper entraba al gabinete para encargarse de temas económicos, lejos de los ministerios políticos a los cuales había aspirado (Vargas, 1993).

 

--Ese hombre que viene como Ministro de Desarrollo Económico va a ser el próximo presidente de Colombia. Afirmó Velásquez ante el personal de la COPAF, en una reunión interna de trabajo previa a un encuentro bilateral a finales de 1990, cuando el presidente Gaviria ya había confirmado la continuidad del mecanismo bilateral.  

 

Velásquez quiso aprovechar aquella oportunidad para conocer de cerca a quien cuatro años después podría convertirse en el nuevo gobernante de Colombia. Samper era una figura de indiscutida  presencia en el partido liberal. Pero, pese a la proximidad de Samper con Alfonso López Michelsen, de quien había sido  jefe de campaña en su intento reeleccionista de 1981, no se conocían mayores vínculos personales entre el Ministro Samper y la política venezolana.

El asesinato de Luis Carlos Galán y el triunfo de Gaviria en 1990 abrieron las puertas para un cambio entre quienes dirigían el Estado colombiano, con la irrupción de un joven grupo de políticos liberales, muchos sin experiencia previa en funciones de gobierno. Quizás, salvo por la participación del académico Rodrigo Pardo García-Peña (nieto de Roberto García Peña) en el equipo de campaña y posteriormente como Vicecanciller y como Embajador en Caracas, el gobierno Gaviria no tuvo entre sus principales constituyentes a políticos pertenecientes a la red de contactos que liberales colombianos y socialdemócratas venezolanos habían ido  formando a lo largo del siglo.  No por ello, el gobierno de Cesar Gaviria abandonó una línea de cercanía con Venezuela. En febrero de 1992, Gaviria y su Canciller Noemí Sanín de Rubio se pronunciaron rápidamente rechazando el intento golpista militar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Luego, el 06 de agosto de 1992, en el marco de la XVI reunión de las Comisiones de Asuntos Fronterizos celebrada en San Cristóbal, se produjo un acto público con asistencia de los presidentes Pérez y Gaviria de respaldo del gobierno colombiano al sistema democrático venezolano.

La crisis política venezolana siguió su avance, adquiriendo la forma de un proceso judicial contra el presidente Carlos Andrés Pérez, quien debió abandonar su cargo en junio de 1993. Como consecuencia de ello, Ramón J. Velásquez ejerció la Presidencia de Venezuela por designación del Congreso Nacional, hasta febrero de 1994.

 

Los presidentes Ramón J. Velásquez y Cesar Gaviria Trujillo reunidos en Maracaibo el 17 de agosto de 1993

El presidente Velásquez designó al socialdemócrata zuliano Omar Baralt Mendez, para que lo sucediera como  presidente de la COPAF venezolana. Las Comisiones de Asuntos Fronterizos organizaron su décima octava reunión en Maracaibo. Los presidentes Velásquez y Gaviria asistieron al acto de instalación de la reunión el 17 de agosto de 1993, en lo que constituyó un renovado respaldo colombiano a la democracia venezolana y la única visita de un mandatario extranjero durante el gobierno de transición. La oportunidad fue utilizada por Velásquez  para expresar a Gaviria su percepción en cuanto a las negociaciones bilaterales, las cuales debían entrar en receso en espera de la asunción de un nuevo gobierno en Venezuela. Tal posición fue aceptada por el gobierno colombiano. Tanto la COPAF como la Comisión Negociadora encargada de los temas limítrofes, fueron instruidas para  preparar los informes que deberían ser entregados al presidente que resultara electo en el mes de diciembre (Otálvora, 1994,79-81 y Sureda, 1995, 231-233 ).

La violencia guerrillera en la frontera hizo que la cooperación militar bilateral se incrementara y que el presidente Velásquez  decretara la creación de las zonas de seguridad fronteriza. La integración económica entre los dos países fue reforzada institucionalmente, al dársele rango de Ministro de Estado al, para entonces, Presidente del Instituto de Comercio Exterior, responsable de las negociaciones comerciales andinas. Salvo por un incidente verbal entre los Ministros de Relaciones Exteriores ocurrido durante una rueda de prensa en Bogotá el 31 de agosto, las relaciones bilaterales mantuvieron la tónica de distensión que habían adquirido desde 1989.

En el discurso que pronunció el 28 de enero de 1994 ante el Congreso, para dar cuenta de la gestión de los ocho meses de su gobierno, el presidente Velásquez  afirmó:

 

“Se mantuvo la paz pública y las relaciones con todos los sectores del país político dentro de un clima de comprensión y probada amplitud; cumplimos los compromisos internacionales y acentuamos nuestra presencia directiva en los procesos de integración económica latinoamericana” (Velásquez, 1994, XXVII).

 

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