El
10 de octubre de 1931 Hindenburg recibió a Hitler por primera
vez. El futuro Führer intentó impresionarlo, pero no lo logró.
El canciller Hindenburg pretendía extender el mandato del
presidente, decisión que debía tomar el Parlamento.
Bruning
llamó a Hitler, quería que el partido nazi aceptara la
prolongación del mandato de Hindenburg. Le lanzó un anzuelo:
ofrecía sugerir el nombre de Hitler como sucesor en el puesto de
canciller. Pero el líder nazi quería el fin de
la República
y eso significaba darle más vida. Ofreció apoyar a Hindenburg en
las elecciones si se deshacían de Bruning, nombraban un gobierno
nacional y convocaban a nuevas elecciones para el Parlamento y la
dieta prusiana. Hitler pensaba en la posiblidad de presentarse a
las elecciones. Goebbels lo incitaba a hacerlo y el líder siguió
su consejo. La campaña fue áspera y confusa.
Hindenburg
era protestante, prusiano, conservador y monárquico, tuvo apoyo
de socialistas, sindicatos y católicos. Hitler era católico,
austríaco, antiguo vagabundo, nacionalsocialista, jefe de la
clase media más baja, contaba con propios seguidores y con
algunos de clase alta y monárquicos. Para resolver el tema de la
ciudadanía y se convirtió en alemán.
Emprendió
su campaña con energía, recorrió el país, hizo ardorosos mítines,
habló a la ciudadanía y los fustigó hasta llevarlos a un estado
de frenesí.
Los
nazis hicieron una campaña de propaganda como nunca se había
visto en Alemania. Pegaron carteles en paredes, distribuyeron ocho
millones de folletos y doce millones de periódicos. Llevaron a
cabo tres mil mítines en un día. Además, hicieron uso de películas
y discos con ayuda de altavoces en camiones.
Hindenburg
conservó la red de radiodifusión a favor de su propio bando.
En
las elecciones, el canciller obtuvo el 49, 6% y Hitler el 30,1%.
Ninguno consiguió mayoría absoluta. Era necesaria una nueva
elección. Hitler había logrado aumentar la votación de los
nazis en un 86% pero el Presidente lo había rebasado. Emprendió
una nueva campaña con más ánimo. Realizó cuatro, cinco mítines
en un día, volaba en avión de un punto a otro. Se dedicó a
predecir un futuro feliz a todos los alemanes si votaban por él:
trabajo para todos los obreros, precios mejores para cultivadores,
más negocios, un gran ejército, llegó a prometer que todas las
muchachas encontrarían marido. El 10 de abril de 1932 se realizó
la segunda elección:
Hindenburg
sacó un 53% y Hitler un 36,8%. Más de la mitad de los alemanes
había expresado su confianza en
la República Democrática.
Hitler
había duplicado los votos nazis en apenas dos años. El consejo
de ministros había decidido suprimir el ejército del partido,
la SA
, ante el rumor de que si ganaba se apoderaría de Alemania. El
golpe aturdió a los nazis. Hitler obedeció, no era momento de
rebelión armada. El 8 de mayo se volvió atrás con esta decisión
de
la SA
y Hindenburg llamó a Hitler a apoyar al gobierno.
El
1 de junio de 1932 fue nombrado canciller Franz Von Papen. El
hombre no era tomado en serio por sus amigos ni enemigos. Se le
consideraba superficial, desatinado, intrigante, astuto, vano y
ambicioso. No tenía respaldo político. El 4 de junio disolvió
el Parlamento y llamó a elecciones para el 31 de julio.
El
15 de junio levantó el bando de suspensión de las SA. Le siguió
una ola de asesinatos y violencia política como no se había
conocido en Alemania. Fuerzas de asalto buscaban peleas y sangre.
Sólo en Prusia durante veinte días, hubo 461 batallas campales
en las calles con 82 muertos y 400 heridos. Papen prohibió las
concentraciones políticas antes de las elecciones. El 20 de julio
destituyó al gobierno prusiano y se nombró a sí mismo comisario
del Reich en Prusia. Además, proclamó estado de guerra en Berlín.
Hitler decidió derrocar a Papen. Los nazis se arrojaron
nuevamente a la campaña. Ganaban terreno. En las elecciones del
31 de julio, los nazis consiguieron trece millones 700 mil votos y
230 escaños en el Reichstag. Era el partido más numeroso del
Parlamento, pero les faltaba mayoría en la cámara.
Hitler
aún no conseguía la mayoría para llegar él mismo al poder. El
4 de agosto fue a Berlín. Pidió ser canciller y para su partido
varios puestos de ministros. No era tan fácil. Para presionar, el
10 de agosto las SA tendían un cerco a Berlín. Le dijeron que lo
máximo que podía aspirar era a la vicecancillería.
Hitler
se mostró ultrajado. Sería canciller o nada. Se reunió con
Hindenburg, ya de 85 años, y repitió su petición. El Presidente
replicó que con la tensa situación no podía arriesgarse a
transferir el poder a un partido nuevo que no tenía la mayoría y
que era turbulento e indisciplinado. Habló de actos de violencia
y de ataques a judíos. Hindenburg consideraba que era un partido
fuera de control. Le pidió colaboración a otros partidos y que
Hitler desechara la idea del poder completo. El viejo presidente
le dio un sermón al caudillo nazi. Cuando los alemanes se
enteraron de la petición de poderes absolutos, la causa nazi
sufrió un revés. El 30 de agosto los centristas se unieron a los
nazis y eligieron a Goering presidente del Reichstag.
El
canciller Von Papen había conseguido un decreto para disolver la
cámara. Pero Hitler ordenó votar la enmienda comunista para
derrotar a Von Papen antes de que éste disolviera el Reichstag.
Estaba fuera de sí de alegría. El 6 de noviembre hubo nuevas
elecciones. El pueblo ya estaba cansado de propaganda y discursos,
los nazis no tenían dinero para una gran campaña. Los círculos
adinerados se asustaron por la participación del partido en una
huelga de obreros del transporte en Berlín.
En
la votación, los nazis perdieron 2 millones de votos y 34 escaños
del Reichstag. Sólo tenían 196 diputados. Seguían siendo el
mayor partido de la nación pero habían retrocedido. Hitler
estaba más débil.
El
17 de noviembre Papen y los ministros dimitieron. Hindenburg,
entonces, llamó a Hitler el 19 de noviembre. El Presidente le
ofreció la cancillería si podía asegurar una mayoría manejable
en el Reichstag para llevar a cabo un programa definido o, bien,
le entregaba la vicecancillería a las órdenes de Von Papen. No
hubo acuerdo. Hitler no podía asegurar lo que pedía el anciano.
El
ejército se puso contra Von Papen y Hindenburg apoyó a la
institución armada. El canciller había sido depuesto y el
Presidente pensó que libraba a Alemania de una guerra civil. El 2
de diciembre Kurt Von Schleicher fue nombrado canciller. El
general llegaba a este alto puesto en la cumbre de la depresión.
Estuvo 57 días en el puesto, en una época de odios e intrigas.
Trató de que Hitler se uniera a su gobierno. Como no lo logró,
trató de dividir al partido. Los nazis estaban en problemas económicos,
no tenían fondos para pagar la nómina de miles de funcionarios,
para los 2 millones de marcos que costaban las SA a la semana y
debían las impresiones de los diarios.
En
las elecciones en Turingia los nazis perdieron un 40 % de los
votos. Sabían que nunca lograrían el poder mediante la votación.
Strasser
discrepaba con Hitler en la forma de buscar el poder total. Le
envió una carta renunciando, su principal seguidor desertaba.
Hitler
se sintió traicionado. Pero se esforzó por cerrar en un círculo
la lealtad al resto. El nuevo canciller estaba a punto de caer. No
contaba con la mayoría del Reichstag. El 28 de enero presentó la
dimisión a Hindenburg, quien le pidió a Von Papen que indagara
la posibilidad de un gobierno encabezado por Hitler en términos
constitucionales. Mientras los nazis celebraban, corrió el rumor
de que se estaba preparando una dictadura militar. Goering le fue
a avisar a Hindenburg y a Von Papen, mientras Hitler ponía en
estado de alarma a
la SA
en Berlín.
Se
nombró Ministro de Defensa a Blomberg el 30 de enero de 1933. El
gabinete de Hitler se había constituido y fue nombrado canciller.
Los
nazis eran minoría. Tenían 3 de 11 puestos del gabinete. Los
ministerios importantes, los tenían los conservadores que creían
estar usando a los nazis para sus fines. Nadie comprendió en ese
momento las fuerzas que se estaban ayudando a encumbrar a las
alturas.
Los
alemanes impusieron la tiranía nazi a sí mismos.
El
error:no
oponerse unidos a Hitler. Al mediodía del 30 de enero de 1933, el
Presidente nombró canciller a Hitler. Su poder, aunque grande, no
era completo. Su tarea inmediata: eliminar a quienes le quitaban
parte del poder. Con ese elemento llevaría a cabo su revolución
nazi.
A
las 5 horas hizo el primer consejo de ministros. Ayudado por
Goering empezó a obligar a sus colegas conservadores para que le
siguieran la corriente. Mandó a Goering a hablar con los
centristas, que tenían 70 escaños en el Reichstag. Como ponían
condiciones, Goering propuso disolver el Reichstag y llamar a
elecciones. Hitler dio su aprobación. Fue a hablar con ellos y
luego dijo que los del centro hacían peticiones imposibles de
aceptar y que no había posibilidad de acuerdo. Pidió al
Presidente que disolviera el Reichstag y llamara a elecciones, él
aseguró que no haría cambios en el gabinete. El 5 de marzo hubo
nuevas elecciones. Los nazis usaron vastos recursos del gobierno
para acumular votos. Tenían la radio y la prensa a su disposición,
por lo que pusieron en escena una obra maestra de propaganda.
Invitaron
a magnates a ayudarlos económicamente. Hitler suprimió las
reuniones y la prensa comunista. Goering fue nombrado ministro del
Interior de Prusia. Expulsó a los oficiales republicanos y los
reemplazó por nazis, sobre todo oficiales de
la SA
y
la SS. Ordenó
a la policía evitar hostilidades entre estas dos fuerzas. Invitó
a eliminar a todos los que se opusieran a Hitler.
El
poder policíaco de Prusia (dos tercios de Alemania) fue
recayendo en manos nazis. El 27 de febrero de 1933 se incendia el
edificio del Reichstag. Hitler acusó a los comunistas de realizar
un crimen contra el nuevo gobierno. Goering gritó que con esto
comenzaba la revolución comunista. Aunque
no hay certeza, al parecer fueron los nazis los que organizaron el
incendio. Llevaron tropas de asalto al túnel subterráneo,
rociaron con gasolina y elementos químicos inflamables y
regresaron. Luego, un pirómano comunista, elegido por los nazis,
prendió fuego. En el juicio fue declarado culpable y decapitado.
Pero , de todas formas, recayeron sospechas sobre nazis y sobre
Goering. El 28 de febrero, Hitler consiguió del Presidente un
decreto para la protección del pueblo y del Estado. Quedaban en
suspenso las siete garantías de libertades individuales y civiles
de
la Constitución. Según
Hitler, eran medidas defensivas contra actos comunistas de
violencia.
Se
autorizaba, además, al gobierno del Reich para ejercer un
completo poder sobre los Estados Federales, cuando fuera
necesario, e imponer pena de muerte a crímenes como alteraciones
graves de la paz.
Hitler
hizo callar a sus adversarios e posibilitó su arresto cuando
fuera necesario. Creó así una amenaza oficial a los comunistas
provocando miedo a la clase media y campesina. Si no votaban por
él en las elecciones, los bolcheviques se apoderarían del poder.
Unos cuatro mil funcionarios comunistas fueron arrestados.
Era
la primera experiencia del terror nazi para los alemanes. Sus
partidarios rugieron por las calles de toda Alemania. Las camisas
pardas acorralaron a víctimas, las llevaron a barracones de las
SA, las torturaron y las golpearon. La prensa comunista y las
reuniones políticas fueron suprimidas; diarios socialdemócratas
y liberales fueron suspendidos y las reuniones de otros partidos,
prohibidas o disueltas. Sólo los nazis podían llevar a cabo
campañas sin ser molestados.
Llevaron
a cabo una gran propaganda. La radio estatal difundió sus voces,
se pusieron banderas en las calles, hicieron grandes
concentraciones, anunciaban el paraíso. En las elecciones del 5
de marzo, los nazis lograron 17 millones de votos. Pero, con todo,
la mayoría seguía rechazando a Hitler, ya que esa votación sólo
representaba un 44%.
Hitler
no tenía los dos tercios en el Reichstag, necesarios para hacer
su revolución, establecer dictadura con consentimiento del
Parlamento.
Su
plan fue pedir al Reichstag la aprobación de una ley de plenos
poderes, confiriéndole al gabinete de Hitler facultades
exclusivas legislativas por 4 años. Se necesitaban, nuevamente,
dos tercios para lograrlo. Sin embargo, arrestando a unos cuantos
comunistas podía asegurar esa proporción. Hitler logró el poder
de legislar quitándole atribuciones al Reichstag. Prometió hacer
buen uso de esas nuevas facultades.
Así
fue enterrada la democracia parlamentaria en Alemania. Todo se
hizo con entera legalidad, el Parlamento había cedido su
autoridad constitucional a Hitler, cometiendo un verdadero
suicidio.
Esta
ley de plenos poderes constituyó la base legal para la dictadura
del Führer. Desde el 23 de marzo de 1933, Hitler fue el dictador
del Reich.
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