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Lo que nos faltaba: ¡Avatarzán!

Hay que sentirse la mamá de Tárzan para querer cambiar el concepto que hemos tenido durante décadas de este huérfano que más tarde llega a dominar el reino animal africano. En esta cinta alemana se nos receta un sermón ecologista sospechosamente parecido al de alguien que hace muchísimo tiempo, en una remotísima galaxia, dirigió Titánic. Aquí Tarzán se cae, sin remedio, de la liana

Tarzan
Kellan Lutz, Jaime Ray Newman, Robert Capron, Brian Bloom
Dirigida por Reinhard Klooss
Constantin Film Production/2013


ABRIL, 2014. Mencione usted a Tarzán y nos vendrá a la mente un huérfano, seguramente de padres ingleses, abandonado en algún país africano en el siglo XX y quien logra dominar a los animales de la selva con un extraño grito, que tenía como compañera a Jane y que su amiga inseparable era la chimpancé Chita. En su momento, Tarzán fue visto como un símbolo de la Inglaterra victoriana en el gigantesco continente y de cómo la presencia de la Corona ahí era indispensable para traer orden y civilización; esa era la tirada por ejemplo, del Dr. Livingstone, quien se perdió en aquellos territorios ¿Supongo?

El cine está de lleno en su etapa revisionista pero los espectadores se resisten a cambiar el concepto que por siempre hemos conocido de esos personajes --al Noé de Russell Crowe le cayó el diluvio encima, por ejemplo-- aunque no sea una labor exclusivamente hollywoodense. En esta película animada hecha en Alemania, el revisionismo se ha ido, si no a la cocina, entonces sí a las recónditas cataratas Victoria de Uganda. Es una película animada, con su infaltable formato tridimensional, y con un mensaje (¿acaso esperábamos otra cosa?) anticapitalista, anticolonialista y proecologista. El director Reinhard Kloos nos ha trazado a un Tarzán políticamente correcto... y adivinen que: la película está resultando un fiasco, tanto así que en su país de origen se estrenó el pasado octubre y hasta hoy viene llegando a estas desérticas latitudes.

Amigos lectores: con ustedes Avatarzan vs. el desalmado mundo de la civilización capitalista hecha caricatura.

Nos encontramos a mediados del siglo XIX y una pareja de millonarios concientizados defensores de la ecología mueren en un accidente donde solo sobrevive su hijo quien es rescatado y criado por una manada de gorilas que lo adaptan al punto que, pese a ser un humano, deja de identificarse con ellos. Pasan los años y la quietud de la selva pronto es interrumpida con la llegada de varios hombres blancos encabezada Miller, un (¡adivina, adivinador!) ejecutivo dueño de Greystoke, una multinacional cuyo propósito es invadir esas tierras para explotar sus riquezas lo cual traerá, faltaba más, la destrucción del ecosistema.

Jane, una chica defensora de la ecología, le enseña modales a Tarzan y le ayudará a combatir a Miller y a los invasores. En esta tarea le ayudarán sus amigos gorilas y los demás animales, pues también se trata de defender a la mujer que ama

Casi casi esperábamos que, en una de ésas, a Tarzan se la cayera su avatar y dentro de él encontráramos a James Cameron, quizá feliz porque este es un descarado remake de su película, quizá molesto porque aquí no le dieron crédito alguno.

El villano-corporativista es ya un lugar común del cine actual pero igual se sigue recurriendo a él en vez de apuntar a otros depredadores de la ecología africana. Gracejadas como el gobierno de Tanzania, que hizo quemar miles de hectáreas para evitar que por ahí se colaran tropas de los países vecinos, de Zimbabwe, donde la estupidez de Robert Mugabe mandó al infierno tierras fertilísimas que hoy no sirven de nada o de Sierra Leona, donde los últimos 30 años han desaparecido casi la mitad de sus bosques por la irresponsabilidad de su gobierno... y así podríamos seguirle antes de culpar a villanos, como en esta cinta, totalmente de caricatura.

Un mensaje positivo de Tarzan es que los humanos somos parte de la naturaleza y que todo el daño que le hagamos, por tanto, nos lo infligimos nosotros mismos. Cualquier niño, y no solo los adultos, debemos estar conscientes de ello. El problema con esta película es el tufo ecopopulista que se carga.

Es triste que una historia tan aleccionadora como la de Tarzan sea manipulada de una forma tan burda. Volvamos a la fuente tarzaniana que todos conocemos y olvidémonos pronto de esta película. Dejemos que Avatarzan se pierda en la selva y se quede ahí por un buen rato.

 

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1 Opiniones

pelacas_moreno escribe 26.06.14

Cuando era niño recuerdo que en la cartelera de las películas le llamábamos Tarzán de los monos ¿le quitaron esa definición para que los pobres chimpancés no se sientan ofendidos? 

 

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