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CINE

El cuarteto Las Vegas

Cuatro amigos de la infancia se reúnen para organizar una despedida de soltero a uno de ellos y con tal efecto viajan a la ciudad del pecado donde se darán cuenta que no existe en la vida algo más relativo que la vejez y que el rencor es un síntoma que delata la obsolescencia. Súmele cuatro leyendas del cine en roles cómicos y se le garantizará un agradable rato estilo Las Vegas

Last Vegas
Michael Douglas, Robert De Niro, Morgan Freeman, Kevin Kline, Joanna Gleason
Dirigida por Jon Tarteltaub
Rowen Films/2013

FEBRERO, 2014. Dirigir a cuatro ganadores del Óscar en una misma película debe ser tarea complicada a menos, como fue este caso, en que se trata de una comedia. Desde que Robert De Niro incursionó en el género con Meet the Fockers junto con Ben Stiller, el, público y la taquilla han respondido bien a su trabajo por lo que era cuestión de tiempo para que otros actores veteranos le hicieran segunda. Kevin Kline ya tenía en su crédito una comedia donde encarnaba a un profesor que acepta ser gay en medio de su boda y Morgan Freeman, dueño de un carisma avasallador, también ya había realizado algunos pininos. El que aquí da el salto es Michael Douglas, quien se ve en excelente forma y logra transmitirnos su humor. Los cuatro se llevan la película... bueno, de hecho todo el elenco: esta es una comedia bien hilada donde cuatro figurones nos insinúan estar hartos que se les trate en serio.

También fue aquí importante la colaboración del director Jon Tarteltaub, quien ya había dirigido a Nicholas Cage, otro oscareado, en las dos partes de La Leyenda del tesoro perdido (National Treasure). Este es un cineasta que sabe llevar los ritmos, sabe controlar egos en el set y consigue la carcajada espontánea del espectador. No vemos aquí las risas forzadas como fue el caso, por ejemplo, de The Pink Panther con Steve Martin; tampoco veremos aquí los chistes escatológicos, las típicas monjitas que hacen algo indebido y otros clichés infaltables cada vez que la cámara de cine se sitúa en las calles de Las Vegas. Es una comedia para público que quiere pasársela bien y un mensaje del cual abundamos más adelante.

Billy (Douglas, ya con algunos años pero quien luce extrañamente rejuvenecido ¿el efecto Zeta-Jones?) es un sesentón que está a punto de casarse por primera vez con una chica de 33 años. Es un hombre que tiene una agencia publicitaria en Los Ángeles y le ha ido bastante bien. Su infancia transcurrió en Brooklyn y sus viejos amigos se han esparcido por todo el país por lo que Billy decide invitarlos la boda en Las Vegas. Así pues logra conectar simultáneamente por célular a Archie (Freeman), quien recibe cuidados excesivos de su hijo luego de un leve derrame cerebral, así como de Sam, (Kline, irreconocible son su barba blanca) y quien vive en La Florida. El cuarto amigo es Paddy (De Niro), quien está profundamente resentido con Sam pues éste no asistió al funeral de su esposa. Tras esa pérdida Paddy a regañadientes acepta la sopa que le regala una vecina y vive encerrado lleno de fotografías. Con todo, acepta unirse en el viaje aunque nadie le advierte que se encontrará con Sam en la ciudad del pecado. Es el inicio de una aventura que les hará ver que todavía hay vida después de los sesenta.

Abundan las escenas divertidas: en el aeropuerto, Diana (la siempre adorable Mry Steenburgen), le da permiso a su marido para echarse una canita y le entrega un sobre que contiene un preservativo y cierta pastillita azul. Sam baja del auto y cuando ella se retira él pega un brinco de gusto, o la vez que Archie, quien se llevó la mitad de los ahorros de su pensión y sus amigos temen que apueste a lo loco, la suerte le hace ganar 105 mil dólares, suficientes para cuatro tipos que a su llegada ni tenían ni reservaciones para hotel. La cruda en la cama giratoria también le arrebatará una carcajada.

"A Las Vegas se va por dos motivos: para empezar de nuevo o para terminar con todo", dijo alguien por ahí. Y eso es precisamente lo que hace Miriam (Gleason), una asesora fiscal de Atlanta que un día, ya con su hija crecida, deja su empleo y se va a esa ciudad en busca de cumplir su sueño aplazado de convertirse en cantante. Y si bien cuando conoce a los cuatro se le detecta un tipo de vampiresa, es una mujer que, al igual que ellos, coincide en que la jubilación laboral no necesariamente debe ser la del alma: todos ellos siguen siendo los mismos chiquillos que convivieron en las calles de Brooklyn y que peleaban por el amor de una chiquilla, la que terminó, casándose con Paddy, aunque en todo ello hay un secreto que, para colmo, complica el asunto cuando Paddy se enamora de Miriam quien está "quedando" con Billy. ¿Se trata de un asunto pasajero con una mujer madura u otra joven que, claramente, tiene su mirada fija en la billetera de su prometido?

Megafiestas, la sospecha que se trata de cuatro mafiosos del este y el inusitado "pegue" de los cuatro amigos (Sam está ansioso por serle infiel a su esposa luego que ésta le dio permiso, y cuando se le da la oportunidad con una bellísima chica... bueno, en la película sabrán que ocurre) y más lujoso departamento de Las Vegas el cual le ganan ni más ni menos que al rappero 50 Cent, quien realiza aquí un gracioso cameo. Hay exceso de todo; después de todo es Las Vegas y una botella puede tener un costo de 1,800 dólares en el sitio más exclusivo de la ciudad.

El mensaje de Last Vegas es muy nítido: en vez de estar sentado y lamentándose de las cosas que fueron o pudieron haber sido, salga y despabílese; olvídese del inevitable envejecimiento y disfrute el momento. "¿Por que todos me preguntan por mi próstata?", se queja Billy. Esta vez lo que ocurrió en Las Vegas con estas cuatro leyendas fue muy bueno. Usted, amigo espectador, haga lo mismo. Le espera un rato divertido con cuatro actores cuyos roles se salen de lo que nos tienen acostumbrados. Last Vegas es una apuesta de gane.

 

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