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CINE

Rápido y tedioso

Los videojuegos que brincan al cine o viceversa hace rato dejaron de ser factor novedoso, como tampoco lo es la intención de Hollywood por promover su agenda política con cintas supuestamente llenas de acción para los aficionados a la adrenalina. Need for Speed es churro con villanos de caricatura al que pronto se le acaba la gasolina. Mejor diviértase en casa con el videojuego 

Need For Speed
Aaron Paul, Dominic Cooper, Imogen Poots, Scott Mescudi 
Dirigida por Scott Waugh
DreamWorks/2014

MARZO, 2014. Ya a estas alturas, dudar del romance cine-videojuegos es no solo ingenuo sino absurdo. El amasiato le ha resultado provechoso a ambos. Y dentro de la tradición del brinco a la pantalla grande, Need For Speed realiza el trámite tras varios años de ser uno de los videojuegos más populares del mundo: de hecho, con Need Fod Speed se busca crear una franquicia cinematográfica similar, por supuesto, al Fast and Furious. ¿Lo lograrán? Más al respecto en un momento.

Las cintas sobre corredores de autos rara vez resultan afortunadas, y como ejemplo reciente preguntemos a qué pasó con Meteoro (a su vez, parte de una caricatura setentera), quizá al mayor fiasco de los hermanos Wachosky. Ello quizá se deba a que los aficionados a es actividad prefieren manejar sus vehículos en vez de meterse a un cine para ver cómo otros lo hacen por ellos. O simplemente, no se trata de un género precisamente lucrativo, de ahí la importancia que se tenga el respaldo previo del videojuego. Desafortunadamente, muchos fanáticos del juego no tardarán en descubrir que Need For Speed no es un videojuego hecho película; es otra cosa, y no precisamente saturada de entretenimiento.

Desde su adolescencia, Tobey Marshall (Paul) siente una gran pasión por los motores de gran potencia de modo que suele correr sus modelos en los circuitos ilegales de carreras, pero la dura situación económica para sostener a su familia, Marhsall opta por asociarse con Dino Brewster (Dominic Cooper) un ambicioso y arrogante ex piloto de NASCAR. Sabedor de sus cualidades, nuestro piloto conoce a la bella Julia Maddon (Poots) para concretar una gran venta. Pero Brewster lo impide al tenderle una trampa durante una carrera con lo cual Marshall es enviado a prisión. Dos años más tarde es liberaod y busca la venganza ¿Pero cómo hacerlo? 

La oportunidad se le presenta con la carrera De León, una competencia automovilística también ilegal pero bastante prestigiosa. Y es ahí donde comienza la aventura que todo fan del video querrá ver reproducida en la pantalla, y donde habrá que esquivar la trampa puesta por Dino, algo que no contaremos aquí pese a que usted aún sienta deseos de ir al cine a ver este filme. Julia, también enojada por la injusticia cometida contra Marshall, situación que (¿echamos a perder la trama si lo decimos) terminará en romance. Juntos contra la adversidad y el corporativismo.

Marhsall logrará derrotar todos los intentos de Brewster y al final saldrá victorioso: no aparecerá el número de puntos pero el objetivo sí estará bastante claro: cómo se sabe, NASCAR es un circuito del Medio Oeste norteamericano que varias veces ha manifestado su tendencia conservadora; en esta película la intención del desalmado piloto de esa organización es extenderse hasta la liberal California para imponer ahí su ley. El contexto político de Need for Speed es tan obvio como lastimoso. Pero lo anterior sería pasable si en realidad los efectos especiales que vemos en la carrera no fueran tan monótonos para quienes preferimos ver una película que chutarnos y un videojuego. Los fans de Need For Speed pudieran pensar, mientras se encuentren en la sala, en más rapidez en la cinta para que termine pronto y vuelvan a sus casas a jugar y olvidarse de una cinta chafa que, algo que no debería sorprendernos, ha recaudado en taquilla mucho menos de lo que se esperaba. Con ello creemos haber contestado la pregunta formulada en el primer párrafo.

Cierto, el director Scott Waugh, quien aquí está por primera vez dentro de un proyecto importante, logra crear una cinta de acción con persecuciones, lujosos autos de gran velocidad, brincos de barricadas e ingeniosos escapes a las trampas tendidas por Brewster. Pero ese no el problema; sí lo es un argumento manido con un villano caricaturizado y la idea de que a los espectadores se les puede ocutar lo deficiente de la historia con escenas llenas de velocidad y emoción, y eso tampoco lo logra la inclusión en el soundtrack del excelente tema "Fly Like an Eagle", de Steve Miller.

"Ellos me quitaron todo", se lamenta Marshall en una de las escenas. Algo similar sentirá quien le interese un medio cacahuate este videojuego. Es cierto: le quitaron al actor Aaron Paul también la oportunidad de filmar una segunda parte o, mejor hacer una franquicia. Este es un fiasco al que costará mucho trabajo salir de los pits de la ignominia cinematográfica.

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