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LITERATURA/Que siempre
no...
Que
el lector decida ya también es políticamente incorrecto
El conocido comediante estaba a punto de publicar un libro
pero la presión y la censura terminaron por cancelar su
venta. independientemente de su comportamiento, Woody Allen
tiene todo el derecho a dar su versión de las cosas, máxime
cuando ya salió incólume de sus acusadores. Otro caso de
abierta censura por parte de quienes les gusta pegar pero no
soportan que alguien les pegue. Estalinismo en estado
químicamente puro
Versión impresión
MARZO, 2020.
Apenas unas horas antes de ser publicada su biografía, la
editorial anunció a Woody Allen que mi abuelita dijo que
siempre no (por supuesto que la hipotética abuelita debe
tener la misma edad del afamado comediante). Hachette, la
cual se ha especializado en publicar libros
"controvertidos", decidió echarse para atrás luego que el
periodista Ronan Farrow acusara a Allen de haber abusado de
su hermana Dylan hace casi 30 años, por lo cual lanzó una
campaña en
twitterlandia a la que siguió una manifestación
de varias empleadas de Hachette, quienes amenazaron con
renunciar si el libro era publicado.
"La decisión de cancelar el libro del señor Allen no fue
sencilla", dijo un comunicado de esa editorial. "Nosotros
tomamos muy seriamente nuestra relación con los autores y no
cancelamos libros sin haber analizado a fondo la situación.
Hemos publicado y seguiremos publicando libros con temas
desafiantes pero como editores, procuramos que todos los
puntos y las voces discordantes también sean escuchadas", a
lo que se debió agregar "acatadas".
Hasta hace poco se suponía que el escuchar las voces
discordantes se daba después que el libro había
salido ala venta. Pero ahora y debido a eso que el
neoestalinismo llama cancel culture, no se permite a
Woody Allen dar su propia versión de la historia. Ello
equivale a que en un juicio al acusado no se le otorgue
contar con un abogado defensor ni se le da oportunidad de
defenderse con argumentos.
La llamada cancel culture boicotea a cualquier
persona cuyos antecedentes se salen del discurso político
actual, ya sean comentarios "ofensivos", "homofóbicos" o
"sexistas" en twitter o en cualquier otro medio. No se
necesita que el acusado esté vivo: esa es la razón por la
cual varios activistas exigen que el nombre de John Wayne
sea removido a un aeropuerto de California pues el actor
dijo cosas "claramente racistas" en una entrevista con
Playboy ¡en 1970! Poco importa que los restos de Wayne
lleven cuatro décadas reposando en un cementerio.
Tampoco parece importar que Allen haya sido investigado
luego de las acusaciones y que no se le haya probado nada.
De hecho, Farrow protestó porque esa editorial "no lo había
consultado" para corroborar la veracidad del texto del
comediante.
Farrow fue de los primeros en exponer los chantajes sexuales
del repugnante Harvey Weinstein en The Atlantic luego
que sus artículos acusatorios fueran rechazados por los
principales medios, por lo que su olfato y valentía
periodística son incuestionables. Sin embargo y en este caso
Farrow está haciendo de un asunto personal sobre Allen,
quien como ya se refirió, no se le probó nada.
El libro, cuyo título es Apropos of Nothing (algo así
como Hablo de todo y a la vez de nada) estaba a un
mes de ser publicado y de hecho ya tenía 50 mil copias
vendidas por anticipado. Es comprensible: Woody Allen es una
de las figuras más importantes del entretenimiento
norteamericano el último medio siglo; se le considera el
virtual creador del stand up comedy y de haber
filmado películas cuyo humor sarcástico (Desde Todo lo
que deseaba saber sobre el sexo pero temía preguntar
hasta Annie Hall y Anna y sus Hermanas) fueron
unánimemente celebradas por la crítica.
Desde entonces --sin olvidar los lunes por la noche donde
infaltablemente se presentó durante décadas para tocar el
clarinete en un restaurant-- Woody Allen se convirtió en un
referente indispensable en el showbizz de Estados
Unidos. "Antes de Woody Allen casi nadie sabía lo que
significaba la palabra neurótico en este país", dijo
hace años el comediante Dennis Miller, "pero hoy una palabra
de uso cotidiano. A ese punto llega la importancia de Woody
Allen".
Autodeclarado un "neurótico total y sincero", Allen dijo en
una entrevista con Rolling Stone: "Mis películas
están basadas en el modo en que yo veo al mundo, un mundo
donde el neurótico suelo ser yo". Quizá esa sea la principal
razón por la cual sus cintas pasaron a ser lo que se conoce
como "de culto" pese a que buena parte de ellas sean
pretenciosas o de plano aburridas. El mejor Woody Allen se
dio en la segunda mitad de los sesenta cuando incluso fue
"villano" (?) en una de las películas "espurias" de James
Bond.
Allen también ha reconocido que le "encantan" las
jovencitas, y qué mejor muestra de ello en que su actual
esposa tenga 49 años de edad y Allen 84... vaya diferencia.
Lo que estamos viendo aquí es como Allen, independientemente
de su comportamiento que es cualquier cosa menos ejemplar,
se le esté negando su derecho de réplica aunque es muy
probable que los potenciales compradores de su biografía
estén más interesados en los logros de su carrera más que en
sus intrínguilis personales, aunque es obvio que Allen haya
incluido un capítulo su relación con Mia Farrow, la madre de
Ronnan, quien claramente no quiere que esta narración llegue
al público.
El escritor
Stephen King publicó
algunos tuits donde da su apoyo a Woody Allen, no hacia su
persona sino a su derecho a publicar un libro:
"La decisión (de la editorial) Hachette para no publicar el
libro me incomoda. No por Allen, quien me importa un comino.
Me preocupa quién será el siguiente en ser asilenciado. Una
vez que se empieza, el siguiente (en ser asilenciado) será
más fácil".
Irónicamente y pese a la cancelación del libro de Allen,
Farrow anunció que rompía su relación con Hachette, la cual
le había publicado un libro hace un par de años... total,
ese libro sí salió a la venta vendió y a nadie se le ocurrió
prohibir su publicación... ya qué más da.
King da en el clavo cuando señala en otro tuit: "Si tu
piensas que (Allen) es un pederasta, no compres el libro. No
vayas a sus películas. No vayas a escucharlo cuando toca el
jazz en el Carlyle. Vota con tu cartera... eso es lo que
hacemos en Estados Unidos".
Quizá lo que Allen escribió en el libro encolerice y moleste
a Ronnan Farrow, pero así son las reglas dentro de la
industria editorial que se aplican en un país de libre
expresión: si pegas. también tienes que estar preparado para
que te peguen. La reputación de Allen no debe ser causa para
que se detenga la publicación de un libro.
¿Qué sigue? ¿Cancelarle el contrato a otro autor porque
cuando era adolescente le dijo un atrevido piropo a una
chica en la calle o prohibir la circulación de esos libros,
muy populares en otros tiempos, que daban "tipos" para
seducir chicas y que hoy se les considera "sexistas"? Los
alcances de la decisión de esta editorial en torno al libro
de Woody Allen (quien ya está bastante grandecito para
defenderse y quien pese a su comportamiento aberrante, tiene
todo el derecho a que le den un espacio donde defenderse--se
antojan estalinistas.
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