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LITERATURA/Censura

Se sale del guión y sus amigos le tupen con todo a JK Rowling...

El mundo ha entrado de lleno a una era orwelliana donde lo que ayer era verdad hoy es inaceptable y viceversa. Y si no, que lo diga la talentosa escritora escocesa autora de la serie literaria más importante el último medio siglo. Pero tampoco olvidemos que en algún momento, JR Rowling le siguió el juego a esos activistas que hoy quieren devorarla

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ENERO, 2020. Parece increíble pero ya estamos por cumplir dos décadas del estreno fílmico de la primera película de Harry Potter y a  22 de que salió el primer libro de la saga literaria más exitosa del último medio siglo. Los libros de Harry Potter lograron en su momento lo que de antojaba un imposible, esto es, atraer a los niños y a los adolescentes a la lectura, quizá una de las adicciones más sanas con las que cuenta el género humano. (Desafortunadamente, las versiones fílmicas fueron diluyendo ese efecto, en especial porque difuminaron la imagen que se tenía de los personajes en las novelas y cuando éstos fueron representados por actores reales).

En primer lugar, Harry Potter y la Piedra Filosofal, es una minienciclopedia que incluye extractos de lo mejor de la literatura inglesa, desde Shakespeare hasta Poe y JRR Tolkien, autor del El Señor de los Anillos y claramente la principal influencia de la exitosa escritora escocesa. Los siguientes libros fueron decayendo en calidad, en especial a partir de Harry Potter y la Orden del Fénix, las ideas se fueron haciendo repetitivas (¡50 páginas para describir un juego de quidditch!), algo comprensible dado que tras el éxito de las películas, la autora tuvo que escribir bajo presión al punto que experimentó un bloqueo mental. Adicional a todo, luego de Harry Potter, JK Rowling no ha podido duplicar su suerte, aun con la publicación de El Canto del Cuco con el seudónimo de Robert Galbraith ni Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos así como Animales Fantásticos: Los Crímenes de Gringewald, otras novelas juveniles que definitivamente no encontró el público esperado.

Cuando un autor de enorme éxito batalla para repetir la suerte, inevitablemente trata de mantenerse vigente por otros medios y eso fue precisamente lo que sucedió con Rowling, que durante una entrevista dijo que el personaje de Dumblemore "ha sido gay desde el mismo momento en que fue creado", algo que en ningún momento se aborda en las películas ni tampoco en los libros aunque la escritora argumentó que "(los editores) sugirieron omitir ese dato", algo que choca con la fama que tiene Rowling por negarse a realizar cambios importantes en sus historias --por lo menos un par de biografías sostienen que ese rechazo a modificar la historia le costó firmar con por lo menos tres editoriales o su negativa a que Steven Spielberg realizara la adaptación fílmica pues aparentemente el cineasta quería cambiar al búho de Harry Potter por una mascota canina. Se sabe además que Rowling exigía supervisar cómo iba el avance del rodaje de las películas del mago con la cicatriz en la frente.

En otra ocasión Rowling dijo que Hermoine, la simpática maguita, "tenía como intención empoderar (esa palabrita) al feminismo", lo cual resulta claramente una falsedad pues, de acuerdo a wikipedia, la autora había admitido ella misma sirvió de inspiración para crear a Harmoine, imaginándosela como ella había sido durante su adolescencia.

Ese par de declaraciones las hizo Rowling con el claro y obvio afán de quedar bien con la comunidad LGBT y también para darle un espaldarazo a los movimientos feministas que comenzaron a tomar fuerza considerable a principios de la década recién fenecida. En más de una ocasión la autora ha insistido en que sus historias son "inclusivas" y con un toque "absolutamente progresista". Ante lo primero, por supuesto, conviene recordar que los principales protagonistas de Harry Potter eran tres adolescentes blancos totalmente británicos. ¿Eso quiere decir que Rowling es racista? por supuesto que no: la novela fue concebida precisamente para ese tipo de público, es decir, niños y púberes nacidos en familias inglesas de clase media-madia alta y cuyos padres tienen estudios profesionales; Harry Potter siempre fue una estrategia de marketing editorial al buscar hacerse de ese tipo de lectores que desean escapismo en la lectura y huir del aburrimiento que, como se sabe, es uno de los principales males que sufren las islas británicas.

Por supuesto que en en 1997 no había activistas ociosos cuyos prejuicios están destruyendo a la creatividad en el cine y en la literatura. Y son grupúsculos dispuestos a echar a a la hoguera aun a quienes podrían considerarse sus aliados de causa, como la escritora Rowling.

Hace unas semanas, Maya Forstater, empelada en una agencia caritativa, fue despedida luego que en un tuit manifestara estar contra la idea de que solo existen dos géneros y que la sexualidad es inmutable, es decir, un hombre no puede convertirse en mujer y viceversa. El asunto llegó a los tribunales donde un juez (si así se le puede llamar a un sujeto que se ha limpiado el trasero con sus convicciones legales)  señaló que las declaraciones de la mujer "no tienen cabida ni respeto en una sociedad democrática". ¿Desde cuándo el mandar callar a alguien y ordenar su despido son parte del léxico democrático de un país?

Debido a esa manera totalmente orwelliana de interpretar la libertad de expresión, a Rowling le pareció lógico y "progresista" --dentro de los lineamientos que ella conoce, naturalmente-- apoyar a Forstater. Después de todo, ¿no es la pluralidad y la tolerancia un factor que debe distinguir al progresismo? Aparentemente ya no; luego de apoyar a Forstater en un tuit, a las pocas horas se le echaron encima porque la escritora se atrevió a defender la idea de que, "sin tener ningún problema con el pronombre que quieras usar", respaldó la idea de Fortsater que que al final solamente existen dos géneros.

La reacción que sufrió Rowling es muy similar a la ocurrida con la ex tenista Martina Navratilova quien publicó un artículo donde consideraba injusto que los atletas trasgénero compitieran con quienes habían nacido como mujeres. Lo que vino fue incluir a la tenista en una "lista negra" solo por haber expresado una opinión diferente, algo a lo Navratilova tiene todo derecho.

Rowling ha pasado a convertirse, pues, en una apestada. La página electrónica Vox incluso señaló que la escritora "había destruido a Harry Potter" sin explicar qué tienen que ver las ideas personales de su creadora con una historia ficticia.

Como prueba, Vox y otros medios súbitamente se dieron cuenta de que los las historias del maguito son "racistas" y ponen como ejemplo a los Goblins, esos personajes que trabajan en un banco, pues aparentemente éstos "exhiben" el "racismo" de Rowling ya que "son estereotipos de la comunidad judía que los describe como seres de narices puntiagudas".

Esta ejemplo e s lo que en Estados Unidos se ha dado en llamar cancel culture, es decir, el denunciar aislar y mandar callar a alguien que se "salga del guión" y se la atiborre con cosas que dijo o escribió hace años, incluso décadas, y que hoy con consideradas "políticamente incorrectas"...es el estalinismo en su expresión máxima.

Rowling ha mostrado en otras ocasiones ser una genuina promotora de las causas progresistas, las cuales incluyen tolerar opiniones diferentes pues al hacerlo, ha dicho, "se garantiza el mismo derecho que yo tengo para responder". Desafortunadamente, a la autora nadie le ha hecho saber que ya cambiaron las reglas, que el progresismo que ella defiende ha sido sepultado al punto que los moderados ya no tienen cabida en el discurso que hoy promueven las organizaciones en pro de los derechos de las minorías sexuales y que hoy han sido copadas totalmente por intereses políticos.

Hasta el momento JK Rowling ha evitado disculparse, algo que sí hizo el actor Mark Hamill, más conocido por su papel de Luke Skywalker, quien dijo que coincidía con el tuit de Forstater pero ante el alud de críticas se echó para atrás y escribió otro tuit donde manifestó "no haber comprendido totalmente" de qué se trataba el asunto. Ese fue un verdadero acto de cobardía. Ojalá no sea ese el casos con JK Rowling, y mantenga es tosudez que evitó que los estudios moldearan a su gusto a Harry Potter. Sería otra razón más para admirarla. De lo contrario, en efecto habrá destruido quizá no a los personajes de Harry Potter, pero sí a su esencia.

 

 

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