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Y DEMÁS/Libertad de expresión

JK Rowling, ahora la admiramos más

La autora de las novelas de Harry Potter desde hace rato declaró ser progresista. Sin embargo acaba de darnos un ejemplo de su congruencia y el verdadero concepto de la libertad de expresión en contraste con quienes suelen utilizarla como una excusa totalitaria

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JUNIO, 2016. Gracias a la prensa internacional nos hemos enterado que la escritora escocesa JK Rowiling se ha embolsado tanto dinero que hoy tiene una fortuna más grande que la reina de Inglaterra, lo cual es relativamente cierto pues las propiedades inmobiliarias de la soberana superan holgadamente los 650 millones de dólares que Fortune estima es el patrimonio de la creadora de Harry Potter. O igualmente supimos de la alharaca que se armó en estos medios y en las redes sociales cuando Rowling aseguró que el viejo mago Dumblemore era gay, o que su intención siempre fue que Hermoine se convirtiera en icono feminista.

Y seguramente se enteraron nuestros lectores cómo JK Rowling dijo que Donald Trump "era peor que Voldemort", quien, escribió en un tuit, "nunca habría llegado a tanto como querer construir un muro y que lo pagara otro país".

Desde que comenzó a hacerse famosa gracias a los libros de Harry Potter (el último fenómeno literario en ventas de alta calidad. Luego vendrían porquerías como Crepúsculo y 50 Shades of Grey) JK Rowling ha dejado en clara su postura progre. Llamó "chiflado" al ex presidente George W, Bush, advirtió que las historias de Harry Potter "son inclusivas y multiculturales, quien no esté de acuerdo en esas posturas mejor absténgase de comprr mis libros". Pero también se opuso a la independencia de Escocia de la Gran Bretaña y se sabe que cada día esta más incómoda con la censura políticamente correcta que azota a su país.

Lo que la prensa internacional, extrañamente, apenas difundió lo que JK Rowling dijo durante una reunión literaria en Nueva York. Entre otras cosas la autora dijo: "La intolerancia de puntos de vista alternativos se está extendiendo a lugares que a mí, una moderada y una liberal, me hacen sentir muy inconfortable", esto quizá en relación a que los lunáticos políticamente correctos han señalado que las pócimas mágicas que se mencionan en Harry Potter "inducen a practicar la cultura de la violación".

Más adelante Rowling apuntó: "Hace sólo un año vimos una petición en la web para prohibir la entrada de Donald Trump al Reino Unido. Tenía medio millón de firmas (...) Yo siento todo lo que el señor Trump dice es objetable. Lo considero ofensivo y fanático. Pero él tiene mi apoyo total para venir a mi país y ser ofensivo y fanático aquí. Su libertad de expresión protege mi libertad de llamarlo a él fanático. Su libertad garantiza la mía".

Eso es tener una mente progresista e inteligente, de las cuales (la brillantísima ensayista gay y feminista norteamericana Camille Paglia es otra de ellas) desafortunadamente hoy existen muy pocas. La escritora establece claramente su postura hacia Donald Trump (y en la cual, por cierto, coincidimos aquí en fasenlinea). Y es que como bien dice Nick Hume, de la página libertaria inglesa sp!ked, hoy el mundo occidental vive "el brutal sometimiento del léxico donde los que se dicen opositores al fascismo y promotores de la libre expresión son los primeros en mandar callar y castigar a quienes se atreven a tener una opinión diferente".

Prosiguió la escritora: "A menos que tomemos una posición absoluta sin excusas, habremos puesto nuestros pies en un camino que tiene solo un destino. Si mis sentimientos ofendidos pudieran justificar una prohibición a que Donald Trump entre al Reino Unido, yo no tendría base moral para argüir que los que se ofenden por el feminismo, o por los derechos de los transexuales o por el sufragio universal no deben oprimir a los que hacen campañas por esas causas. Si tú buscas la remoción de los derechos de tus oponentes simplemente porque ellos te han ofendido, tú has cruzado la línea que lleva a tiranos que aprisionan, torturan y matan exactamente con la misma justificación".

¡Exacto! El ejercer la libertad de expresión no incluye únicamente que mis opiniones son válidas y deben difundirse mientras que las de mis adversarios deben ser suprimidas u asilenciadas. Ese camino conduce, inexorablemente, al terror. La izquierda ha sido incapaz de entender de lo que sucedió tras la Revolución Francesa: ya con hechos con el poder absoluto, sus líderes acallaron a sus adversarios para siempre vía la guillotina; cualquier disidencia era considerada "acto contrarrevolucionario" al punto que se cometió la enorme estupidez de ordenar decapitar a Antoine Lavoisier, quien puso el nombre a elementos como el carbón, el oxígeno y el hidrógeno además de establecer la Ley de Conservación de la Masa, aquella de que la materia no se pierde, únicamente se transforma. Asimismo se cambió de nombre a los días de la semana, los meses y las estaciones del año y se cometieron todo tipo de arbitrariedades.

Tampoco parece que aprendieron de la "revolución cultural" en China donde incluso escuchar música clásica era considerado "acto burgués"; sus resultados son terribles: hoy ese país carece de figuras literarias o artísticas de renombre. Como bien lo sabe Rowling, una ávida lectora de la historia, a la brutal censura de los revolucionarios franceses le siguió Napoleón Bonaparte. El ascenso de Donald Trump, como bien lo ha dicho Jonah Goldberg, editor de la revista conservadora National Review, "no se puede explicar sin las ataduras políticamente correctas que llegaron en los ocho años de Barack Obama". Goldberg, por cierto, es abierto crítico y opositor del multimillonario.

Por más en desacuerdo que se esté con Donald Trump, quienes quieren impedirle visitar la Gran Bretaña están asumiendo una postura similar a la de los simpatizantes nazis que quebraban los cristales de los negocios judíos en los años treinta. "La libertad de expresión es un derecho de dos vías; los totalitaristas solo quieran que corra en el sentido que a ellos conviene", dijo el fallecido ensayista francés Jean Francois Ravel. 

Al asfixiar la libertad de expresión de sus oponentes, la izquierda traiciona uno de los ideales que le dieron origen, de ahí que el comentario de JK Rowling no podía ser más certero: mi derecho a defender un postulado debe ser protegido como el que tiene alguien más para disentir de él.

Por esa razón aplaudimos hoy a JK Rowling. Su defensa de la libertad de expresión ante los embates que quieren liquidarla han profundizado nuestra admiración hacia ella. 

 

 

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