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MEDIOS/Prensa

Por si aún hubiera dudas que los medios informativos norteamericanos son más propaganda demócrata que espacios informativos, esta portada de Newsweek es prueba irrefutable de ello. Veamos cómo ese desprestigiadísmo semanario acaba de dar el máximo ridículo periodístico del 2016

¡Qué caray, nos equivocamos!

Por si aún hubiera dudas que los medios informativos norteamericanos son más propaganda demócrata que espacios informativos, esta portada de Newsweek es prueba irrefutable de ello. Veamos cómo ese desprestigiadísmo semanario acaba de dar el máximo ridículo periodístico del 2016

NOVIEMBRE, 2016. Luego de las recientes elecciones presidenciales, los verdaderos deplorables quedan al descubierto. Nos referimos, naturalmente, a los medios norteamericanos que mandaron al retrete la poca objetividad que les quedaba, convirtiéndose así en paleros oficiales del Partido Demócrata.

La catástrofe ha sido tal que The New York Times aceptó en una reciente editorial que "este periódico siempre se esforzará para entender y reflejar los efectos en todas las perspectivas políticas y experiencias de vida en los artículos que publicamos para ustedes". Traducción: "Nos obsesionamos tanto en querer llevar a Hillary a la presidencia que nos olvidamos que quienes no estaban de acuerdo con ella también tienen derecho al voto... y lo ejercieron".

El asunto llegó a tales niveles de insensatez que para estos medios era mucho más importante que la esposa de Trump hubiera posado en miniprendas hace muchos años que el riesgo en que estuvo la seguridad nacional porque Hillary enviaba información clasificada en sus mails privados. Cuando wikileaks reveló los miles de mails hackeados surgieron otros contenidos, entre otras lindezas, la "sugerencia" del asesor de Hillary John Podesta "para infiltrar a la Iglesia católica hasta lograr su disolución", o que el ex procurador noeyorquino Anthony Wiener le hubiera mandado propuestas sexuales a una niña de 14 años. En vez de ello, medios como The New York Times optaron por distractores como el asunto Bill Cosby --donde, por supuesto, nadie acusa racismo contra el actor-- pero quien no puede ser acusado de pederasta, como todo lo evidencia es el caso de Wiener.

Sin embargo no fue wikileaks el que expuso el descaro absoluto que los medios, ya despojados de toda supuesta objetividad, dieron a la ex candidata demócrata. Se trata de un semanario, desde hace rato hundido en el desprestigio total, el que quizá con esta acción prácticamente haya escrito su epitafio. Hablamos, naturalmente, del Newsweek, el cual ha publicado tanta información inventada que, según el columnista Matt Labash, de The Weekly Standard, hace del semanario sansacionalista National Enquirer "una fuente mucho más confiable" que el Newsweek.

¿Qué hizo este semanario? Por la tarde del martes 8 de noviembre comenzó a imprimir el ejemplar especial que daba el triunfo a Hillary Clinton llamándola "Madame Presidente", en alusión a una fallida serie producida por Morgan Freeman que pretendía "colocarla" a Hillary entre los millenials y con la llamada de portada "El histórico viaje de Hillary Clinton rumbo a la Casa Blanca". La idea era que el ejemplar comenzara a circular la mañana del miércoles, lo curioso es que los ejemplares que anunciaban el triunfo de Donald Trump jamás fueron enviados a los puestos de revistas. A ese punto llegaba la seguridad de Newsweek de que Hillary Clinton había ganado la Presidencia.

Sin embargo aproximadente a la 1:22 de la mañana ya era un hecho que Trump se había convertido en presidente y que los ejemplares del Newsweek súbitamente ya eran inservibles y habían representado una gigantesca pérdida de dinero de modo que se ordenó su retiro de los puestos de venta aunque para entonces, sobre todo por el morbo, alguien ya había adquirido por lo menos 500 de esos ejemplares.

Por supuesto que no es la primera metida de pata de Newsweek. Entre las más recientes se encuentra un artículo donde se aseguraba que los terroristas islámicos eran sometidos, entre otras vejaciones, a ver cómo varios libros del Corán eran echados al retrete, o la afirmación, rayana en la estupidez, de que los bebés son racistas.

Independientemente que se trate de una pésima opción para dirigir a los Estados Unidos, la elección de Donald Trump fue un golpe brutal para los medios liberales norteamericanos, en primer lugar porque los exhibió, de acuerdo con Labash, "ahora sí, como tigres de papel" con un poder claramente sobreestimado. Y, segundo, quedaron como meras marionetas del Partido Demócrata en vez de medios informativos que, ingenuamente, aún muchos pensaban actuaban con imparcialidad.

Luego de esta pifia monumental, no debiera extrañarnos que muy pronto Newsweek ingrese al cementerio de las revistas norteamericanas.
 

 

 

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