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Pequeña galería de odiados

El odio hacia colectivo hacia alguien o algo suele darse por lo que son, fueron o por lo que representan. En esta ocasión incluimos un brevario de algunos personajes donde hay un consenso casi general para aborrecerlos, a veces bien fundado, en otras no tanto. Veamos un puñado de ejemplos

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DICIEMBRE, 2010. Hay nombres que su sola mención nos provocan pavloviano coraje. La mayoría de las ocasiones es momentáneo, producto del momento o el periodo de la vida por el que estamos viviendo. Así, cuando somos adolescentes somos también radicales en cuanto a gustos musicales: a quien le gustaba Kiss quisiera patear el trasero de los fans de Olivia Newton John, o si te gustaba Nirvana lo peor que podías hacer era hacerte amigo de alguien que escuchaba a sus archienemigos Pearl Jam, del mismo modo en que los fans de Star Wars detestan al Doctor Spock. 

Otros odios son generacionales, donde se repudia más lo que se simboliza que a alguien en específico: quien le va a las Chivas odia a quien le va al América, River Plate vs. Boca, Yanquis-Dodgers, Vikingos-Green Bay o Dreamworks-Pixar. Pero hay odios centrados, colectivos donde en escasas veces el protagonista termina por ser rehabilitado. Hay odios que nos surgen en automático, como sucede cuando escuchamos el nombre de Adolfo Hitler, sin embargo existen otros que empleamos como escape ante nuestras diarias frustraciones o, sencillamente, nos resultan inconcebibles, por su mal gusto. Y es precisamente éstos los que deseamos abordar hoy.

La lista nos salió en principio demasiado larga. Eliminamos, entre otros, a Barney, a Britney Spears, a Catalina Creel y a Los del Río, esos que cantaban la horripilante "Macarena". Hubo un caso, sin embargo, donde nos empantanamos, con Yoko Ono y Mark David Chapman, ¿Quién de los dos es más odiado? Al final nos inclinamos por la esposa de Lennon, pues la muerte del genio de las gafas no fue sentida de igual manera por los fans de McCartney, Starr o Harrison quienes, en forma unánime, detestaban a la japonesita.

Así pues, he aquí la lista de odiados. Esperamos la mayor de las coincidencias de nuestros lectores.

CARLOS SALINAS. Antes de Voldermort, Carlos Salinas era, según López Obrador, el "innombrable". Tras seis años de porras, de loas, de aplausos desmedidos y de considerarlo una especie de deidad semicalva, Carlos Salinas de Gortari se convirtió en el parararrayos del odio nacional, de nuestras frustraciones y de que cada Mundial nos eliminen de fea manera. Ha habido presidentes peores, mucho peores (¿alguien se apunta? ¿Echeverría, López Portillo?), pero Salinas ocupa el pedestal en tal sentido. Como muestra rápida, trate usted de encontrar niños mexicanos cuya edad no pase de los 15 años y que se llamen Carlos: hallará poquísimos. Y eso se lo debemos al chaparrito de Agualeguas.

Y aunque el alzamiento zapatista terminó con el futuro político de Salinas --coronado cuando no ganó la dirigencia en la Organización Internacional de Comercio-- lo cierto es que sus primeros años fueron buenos aunque permitió que su parentela se enriqueciera impunemente. Sin embargo a Salinas se le odia más por lo que hizo que por ese hecho (¿en cuántos sexenios no ha ocurrido lo mismo sin que el enojo no pase de algunos meses?). Se le odia porque fue el primer mandatario que se dio cuenta que urgía romper con el pasado de México que le impedía ver hacia su futuro aunque al final fue devorado por ese sistema del cual él se alimentó durante tantos años. Al ser derrotado por los dinosaurios y la vieja guardia quedó en claro que las promesas de llevarnos al "primermundo" en realidad había sido palabrería hueca. Y se la aborreció más cuando se quiso hacer la víctima y organizó una ridícula "huelga de hambre" en Monterrey.

De haber logrado su propósito de sepultar al viejo sistema Carlos Salinas tendría hoy una reputación distinta... y, claro, tampoco aparecería en este listado.

GEORGE W. BUSH. Ya desde antes de los atentados del 11 de septiembre George W. Bush era un político odiado por Hollywood, la prensa, la comunidad intelectual y buena parte del mundo, un odio que se acrecentó cuando derrotó al ecoalarmista Al Gore en las elecciones presidenciales pues, argumentaban, había habido "fraude" en unas casillas de Florida. Ya en aquellos días era frecuente endilgarle el poco amable epíteto de "estúpido" al habitante de la Casa Blanca, a quien consideraban "hijo de papi", un alcohólico que como gobernador del estado de Texas había sido una nulidad.

Al ocurrir los ataques al World Trade Center y al Pentágono se le atacó incluso con crudeza por haber señalado que en la guerra contra el terrorismo "el mundo estaba con o contra nosotros... no hay más", pero a nadie irritó que algo similar hubiera dicho Osama bin Laden , el autor de los atentados, en uno de sus videos donde decía "son ellos o son nosotros, esta es una guerra por nuestra preservación". Lo tildaban de "tonto" por haberse atragantado con un pretzel, por obsesionarse en derrocar a un dictador pese a la renuencia de sus aliados europeos, con excepción de Gran Bretaña y España, la cual se retiró del pacto una vez que Rodríguez Zapatero sustituyó en el poder a José María Aznar. Paradójicamente y pese a haberlo acusado de tener un IQ de macaco, no pocos coinciden en señalar que fueron él y su camarilla de Washington --ya se sabe, los neocons, encabezados por Donald Rumsfeld, Dick Cheney y quien quita hasta Condoleeza Rice-- planearon los atentados. Pero en realidad era un odio mediático, y ficticio en buen grado, al menos entre el pueblo norteamericano, que lo eligió holgadamente en los comicios del 2004.

El siguiente motivo de odió ocurrió con la llegada del huracán Katrina a Nueva Orleáns donde se acusó al gobierno federal --a George W. Bush, pues-- de negligencia e insensibilidad por haberse tardado tanto en socorrer a las víctimas del fenómeno... pese a que el gobierno estatal y el ayuntamiento de la ciudad (demócratas naturalmente) habían rechazado toda ayuda y sólo hasta que la situación quedó fuera de control le echaron la bolita a Washington, o más bien a Bush, quien tampoco supo cómo manejar el asunto y terminó por perjudicarlo políticamente.

Hollywood lo odió con fruición enfermiza, desde los documentales de Michael Moore, los ataques de Sean Penn, Cher, George Clooney, Whoopi Goldberg y decenas más, así como películas donde se sugería que fuera asesinado o donde lo exponían como un imbécil en una cinta dirigida por Oliver Stone. En el mundo de la música tampoco ocultaba mucho su repudio mediante cantantes como Madonna y Shakira a grupos como Blink 182, Pink Floyd y aun Paul McCartney. Solamente Bono llegó a tener con él lo más cercano a una relación vagamente amistosa.

¿Pero cuál era la mejor manera para que el odio disminuyera? Sencillo, salirse de la Casa Blanca, dejar de ser presidente y, por tanto, dejar de tener poder de decisión. Y con la reciente publicación de su libro de memorias parece que George W. Bush ha quedado reivindicado: el rappero Kayne West ya le ofreció disculpas luego de haberle llamado "tarado y desalmado" en uno de sus conciertos mientras que en la pasada Serie Mundial tiró la primera bola en un partido de los Texas Rangers y la gente lo recibió entre aplausos.

JAR JAR BINKS. A diferencia de otro genio cinematográfico como Steven Spielberg, George Lucas inventa a sus personajes. Esto puede ser bueno, o pésimo. Bueno, por el lado de Darth Vader, Han Solo y Bobba Fett. Malo, por los irritantes ewoks y Jar Jar Binks, ese engendro que tuvimos el disgusto de conocer en The Phantom Menace, primera parte de la "precuela" que resultó tan decepcionante. La pregunta válida aquí es ¿qué necesidad tiene Lucas de ofrecernos personajes aborrecibles? Más aún, el cineasta se ha metido en broncas cuando quiso demandar legalmente a todos aquellos que "reeditaron" esa película y eliminaron digitalmente las escenas donde aparecía el susodicho, aunque con ese solo hecho un crítico norteamericano le haya agregado dos estrellas a su opinión a una versión sin J.J. Binks. Por décadas los odiados de Hollywood han sido los villanos, ésta fue la primera vez en que alguien del bando de "los buenos" fuera tan detestado (y al decir de Hollywood omitimos, claro, a la francesa Andreu Tatou y su Amélie, que tampoco se queda atrás en tal sentido).

Ya va a ser una década que se estrenó The Phantom Menace y los fans de Star Wars no han perdonado a Lucas. Todas las encuestas muestran al personaje, mezcla de rappero, Tribilín y sirviente del antiguo Egipto como el menos simpático de toda la trama, al punto que destronó con insólita facilidad a los ewoks, quienes ostentaban el cetro desde 1983. Sin embargo a Lucas no parece preocuparle la irritación... después de todo los seguidores ya pagaron y no hay manera que recuperen su dinero, y como muestra está en que la nueva versión Blu-Ray de la película Jar Jar Binks ahí aparece, tan molesto como si fuera un spyware o una babosada afín. ¿Qué le cuesta borrarlo de la cinta, convocar a una rueda de prensa donde diga "perdón, me equivoqué, tienen ustedes razón, Jar Jar Binks es insoportable" y enterrarlo en definitiva?

MARTHA STEWART. Aunque es poco conocida en México, Martha Stewart llegó a ser, después de Oprah, la mujer más poderosa de la televisión norteamericana, con programas de televisión y valiosos contratos publicitarios, dueña además de una revista y Omnimedia, una empresa que llegó a tener activos superiores a los 150 millones de dólares. Pero a diferencia de la Winfrey, Stewart no ocultaba su adicción al lujo y la ostentación. Había nacido en una familia pobre de origen polaco pero gracias a su esfuerzo y varios golpes de buena suerte se había convertido en una mujer rica. Pero el hecho de demostrar pocas agallas intelectuales hizo que sectores de la prensa la odiaran profundamente. "Martha Stewart ejemplifica lo peor de este país, y el porqué de nuestra decadencia", escribió la desaparecida periodista Susan Sontag.

En el 2002 la mujer entró a la Bolsa de Valores y compró unas acciones, sólo que olvidó reportar la operación al fisco, el cual no encontró registro alguno y la acusó de evasión cercana a los 70 millones de dólares por lo que Stewart fue enviada a prisión. Sus enemigos brincaron de gusto pues, como refiere un artículo de la revista American Pshychology, "nada nos encanta tanto como ver que alguien exitoso cae en desgracia", aunque la pena en prisión fue apenas de 5 meses. El emporio de Stewart se vio duramente mermado pero ha logrado sobrevivir. El odio hacia ella también ha disminuido, más que nada porque desde entonces la empresaria ha optado por ser más discreta.

SARAH PALIN. Mientras fue gobernadora de Alaska nadie hacía caso a Sarah Palin, pero una vez que Joh McCain le designó como candidata a la vicepresidencia en las elecciones del 2008 la caballería del odio de fue contra ella, un odio que escondía más bien un temor ante la posibilidad que el octogenario McCain falleciera en el cargo y la Palin asumiera el poder. En otras ocasiones se celebraba que una mujer estuviera tan cerca de acceder al puesto político más poderoso del mundo pero esta vez la reacción fue distinta, con acusaciones que invariablemente la tachaban de "estúpida", "despistada", "racista", "inepta" y "reaccionaria". Desde David Letterman hasta la cantante Cher hicieron chistes y comentarios hacia ella que, de no ser republicana, habrían armado polémica por su misoginia e incorrección política.

Cuando McCain perdió las elecciones el odio, lejos de amainar, tomó más fuerza: la comediante Tina Fey la imitó con unos guiones que más que mofa, escondían ataques personales. Se le criticó porque su hija había dado luz a los 16 años de edad, porque se expresaba bien de su marido, porque se expresaba mal, porque usaba gafas, porque se las quitaba, porque se tomó fotos en traje de baño, porque usaba suéteres. Cuando escribió su biografía un reportero del Vanity Fair recibió la encomienda de "verificar" todos los datos y denunciar aquellos que fueran falsos (¿a alguien se le ha encargado hacer lo mismo con los libros de Barack Obama?) Pocas veces la doble moral de la prensa norteamericana ha sido tan evidente como en el caso de Sarah Palin.

Pero la reacción por la que se le odia es porque ella representa a una parte de la población norteamericana que está en desacuerdo con la agenda "progresista" de los grandes medios, Hollywood y el gobierno actual. "Es una mujer que, en términos políticos, es un desecho", dijo el año pasado Paul Krugman, el analista financiero de The New York Times, quien otras veces ha mostrado sus nulas capacidades como Nostradamus pues en este momento, según Rassmussen, Palin es más popular que el mismo presidente de Estados Unidos. Y conforme se aproxime el final del gobierno de Obama el odio hacia la Palin se convertirá en huracán, aunque difícilmente alcanzará la nominación presidencial republicana. Pero ya se ve inevitable.

YOKO ONO. Cualquier beatlemaniaco la detesta con fruición, e igualmente la acusa por haber disuelto al cuarteto liverpooliano; incluso uno de ellos comentó en los foros de discusión en thebeatles.com "Yoko Ono será la última en irse de este mundo de todos quienes participaron en la historia de los Beatles (...) ya lo veremos, es de esas yerbas que tardan mucho en extinguirse".

Hay razones comprensibles para odiarla: hija de un banquero japonés, desde pequeña Yoko sintió que era "especial", algo que sirvió para alimentarle su ego de forma descomunal. Se creía "artista", "decoradora", "pintora" y, por supuesto, "cantante". Cuando conoce a John en una galería consigue ganárselo para darle un empujoncito a su fama, y ya no lo soltaría jamás. El cerebro de Lennon ya no fue el mismo: Yoko le exigía pasar con ella el máximo del tiempo posible, y del mismo modo quería estar presente en las sesiones de grabación del grupo pese a la explícita prohibición de "no novias" durante las visitas al estudio. "Ella no era parte del grupo, lo cual tensaba el ambiente e inhibía nuestra creatividad, máxime cuando ella comenzó a dar ideas y sugerencias sin habérselas solicitado", reconoció Paul McCartney en su autobiografía mientras que Harrison, menos diplomático, llegó a llamarla "bruja" a poco después de disuelto el grupo.

Tras la disolución, Lennon agregó el "Ono" a su nombre y grabó dos discos con ella. A mediados de los setenta, y justificadamente harto, el beatle de las gafas se fue de parranda toda una semana junto con Harry Nilsson y May Pang, una bella chinita que cedió a las pretensiones del músico inglés; al percatarse de ello Ono fue a "cazarlo" hasta California y se lo llevó a Nueva York donde, para regularizar la situación migratoria de éste, se casaron. Para fines de esa década habían acordado separarse amistosamente pero en 1980 sucedió lo que todo el mundo sabe y Yoko se hizo cargo del patrimonio de Lennon.

Y los fans aún no la perdonan: ni uno solo de sus discos --con excepción, claro donde había arreglos o participación de su célebre marido-- ha vendido más de 100 mil copias.

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1 comentarios

felipillovox escribe 05.12.10

La galeria de odiados es muy pequeña y en ella saben muchos más como por el Peje, Luis Miguel, Maradona y don Francisco, de cualquier manera la lista seme hace muy divertida, en especial de Jar jar Binks, sin duda el personaje más detestable de StarWars

 

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