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Otra herencia funesta de Peña Nieto: boom de la economía informal

Con su fallida miscelánea fiscal del 2013, el gobierno federal no solo tronó a la actividad productiva sino que aceleró el éxodo hacia el sector informal. La herencia de Peña Nieto amenaza con empeorar dado que ningún candidato parece contemplar una reducción de impuestos y, por el contrario, se insiste en esquemas meramente recaudatorios

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FEBRERO, 2018. Cuando el despacho en que trabajaba como abogado prescindió de sus servicios hace ocho años, Juan Sergio Contreras (nombre cambiado) vio su liquidación como una oportunidad y decidió abrir un pequeño local comercial para vender afiches deportivos. En ese entonces el norte del país atravesaba por una dura oleada de violencia producto del choque del crimen organizado con el gobierno federal por lo que Contreras decidió abrir a principios del 2013, seguro de que los priístas habían aprendido la lección de mantener la estabilidad económica mientras fueron oposición.

"Recuerdo cómo en una entrevista televisiva Peña Nieto dijo que para él era una prioridad impulsar el pequeño comercio y simplificar el enredado y confuso esquema fiscal mexicano", recuerda Contreras. "Esa fue la luz verde que me animó a abrir mi establecimiento en febrero del 2013".

En los primeros meses, efectivamente, el nuevo gobierno parecía respetar la estructura fiscal del calderonismo pero a fines de ese año, sin consultarlo con los sectores productivos y mucho menos con los microcomerciantes, el gobierno federal aumentó los impuestos a los refrescos, subió un punto el IVA y eliminó varias exenciones que habían permitido a empresarios como Contreras seguir a flote y con ganancias relativas. "A partir de enero los inspectores cayeron como buitres sobre mi negocio, tuve un par de auditorías en menos de cuatro meses, lo que me retenía el Seguro Social se disparó y, para acabar pronto, todos los servicios que presta el Estado subieron desmesuradamente".

A fines de diciembre y con una Navidad más que austera, Contreras cerró su establecimiento y despidió a sus siete empleados, pero no ahogó las ganas de juntar dinero para sacar adelante a su familia.

Para febrero del 2014 Contreras se había sumado el numeroso ejército de trabajadores informales gracias a las "palancas" de un amigo que le permitieron poner un stand en un tianguis el cual abre los martes, sábados y domingos. "Lo único que tuve que hacer es pagarle a un líderzuelo y rápido se me proporcionó un cable con energía eléctrica. En los días más flojos ganó unos 2 mil pesos diarios vendiendo afiches deportivos pero cuando hay final de futbol o el Superbowl mis ganancias aumentan hasta 12 mil pesos en un fin de semana, cantidad que dufícilmente ganaba cuando era yo contribuyente cautivo y de lo cual tenía que dar hasta un 40 por ciento de mis ganancias a un Estado gastalón e irresponsable... en los tres niveles, municipal, estatal y federal".

Agrega: "No niego que dentro de la economía informal hay enormes mares de corrupción pero son mucho menores al monstruo que existe dentro de la economía formal con un Estado insaciable decidido a matar la creación legal de fuentes de trabajo".

El Otro Sendero, el conocido libro publicado en los años 80 por el analista peruano Hernando de Soto lo dejaba en claro: hay una conexión innegable entre un Estado intervencionista y voraz y el crecimiento de la economía subterránea, es decir, aquel sector de la actividad productiva que no reporta contribuciones al fisco.

De Soto señalaba que en América latina existe un incipiente potencial para hacer negocios y crear empleos superior a la exigencia de buscar reivindicaciones sociales."La mayoría de los pobres [en Perú] preferirían tener su propio negocio para subsistir en vez de crear comunas o centros colectivos para repartir la riqueza (...) saben perfectamente que una una transacción comercial mutua beneficia a más gente que el reparto y entrega de tierras por parte del Estado".

El problema para los burócratas, naturalmente, es que con más microempresarios independientes ellos pierden poder y control político. O como escribió alguna vez el economista Luis Pazos: "Lo que impide explotar el enorme potencial productivo de países como México es la burocracia que ve al poder como un ente que debe ser monopolizado y no debe ser compartido con nadie".

"Hay tres clases de economía informal, la del ilegal que alguna vez fue legal, la del ilegal que quiere ser legal y la ilegal que seguirá siendo ilegal", establece el contador Raúl Perea, "esta última se presenta en el tráfico de armas, venta de droga, lavado de dinero y otras actividades ilícitas".

En su opinión, personas como Contreras "marcan el enorme fracaso que representa el sexenio de Peña Nieto para que la gente con iniciativa o una buena idea se haya ido por la libre. Y es que te puedo asegurar que si mañana desparecieran todos esos trámites idiotas que impone la burocracia mexicana al comercio legal, la mayoría de quienes se encuentran dentro de la economía subterránea optarían por dejar de estar ahí. En la economía subterránea no impera el estado de derecho, tampoco hay prestaciones de ley, fondos de retiro o cajas de ahorro, la gente vive al día esperando que no sufra una enfermedad que lo mande a un hospital y lo saque de circulación".

Y si bien hay gente dentro del sector informal que puede acogerse a servicios de seguridad social, en opinión de Perea ese no es el origen del problema sino una consecuencia de la voracidad fiscal. "Nuestros burócratas siguen creyendo que aumentando los impuestos aumentará la recaudación cuando la experiencia nos demuestra con admirable terquedad que ese esquema solo fomenta la evasión fiscal y el empleo informal. Es cierto, cada aumento de impuestos mete a las arcas del Estado millones y millones de pesos, pero serían mucho más con una economía donde se está creando riqueza en vez de buscar sofocarla".

Contreras acepta que no es fácil moverse en la informalidad pese a que generalmente obtiene buenas ganancias. "No puedes conseguirte proveedores, por ejemplo, al momento que te piden facturar ya patinaste, también me sería muy difícil conseguir visa si no compruebo que tengo un empleo en una empresa establecida".

Contreras se graduó en Leyes y encontró empleo con cierta facilidad. Pero ya lleva rato en que sus conocimientos no le han servido de nada, si mucho para entablar discusiones y ofrecer asesoramiento legal, "aunque las leyes han cambiado tanto desde entonces que ya me siento descontinuado", bromea.

Perea considera que la inversión en gente como Contreras "representa un enorme desperdicio de recursos de quienes se graduaron en universidades públicas y que no ejercen en aquello que la sociedad gastó tanto dinero para prepararlos. El Estado mexicano destruye con su voracidad recaudatoria aquello que supuestamente prepara con esmero en las aulas universitarias durante cuatro años. Es dinero echado a la basura".

Para colmo, no se avizora que algún candidato incluya en su programa cambiar el esquema fiscal mexicano. "Si alguien lo propone rápido van a decir que quiere imitar a Trump, que es agente de la CIA y ese tipo de pendejadas", dice Perea. "Pero lo cierto es que la reducción impositiva estimula la creación de empleos y por ende la creación de más riqueza. El esquema meramente recaudatorio es contraproducente. Desafortunadamente los candidatos, empezando por López Obrador, insisten en que el Estado nos siga tratando como niños chiquitos o, peor aún, como castrados de iniciativa".

Por lo pronto Contreras espera que el tabasqueño no gane la Presidencia el próximo julio: "Si ahorita se calcula que los informales representamos el 40 por ciento de la economía, con ese señor nos llenaríamos de exiliados fiscales porque seguramente los impuestos aumentarán muchísimo con las ideas que trae ese señor. Peña Nieto nos jodió a los microcomerciantes, pero el ya saben quién trae la espada desenvainada para desaparecernos".

 

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