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Nacional
Javier Duarte,
un caso que causa agruras
Durante su sexenio
aumentaron la inseguridad y la burocracia mientras la corrupción
creció alegremente en Veracruz, Increíblemente, al ser detenido el
ex gobernador alega cacería de brujas en su contra y hasta
estuvo en huelga de hambre. Un asunto de desfachatez ilimitada
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Por Roberto Rojas P.
SEPTIEMBRE, 2017. Subirse a las atracciones
mecánicas de la feria, a la montaña rusa, el ponerse a dar vueltas
sin parar.. ¿qué otra cosa nos produce náuseas? Tal vez cuando nos
baja la presión, cuando nos toca un vuelo muy agitado, cuando
cruzamos las innumerables curvas de la Sierra Madre en la antigua
carretera a Mazatlán, o bien comer alimentos en mal estado mientras
que en las damas las náuseas suelen ser comunes cuando se encuentran
gestando un bebé.
En mi caso, algo que me provoca náuseas es la impunidad de los
gobernantes. Y mucho más cuando esos gobernantes son detenidos y se
asumen como víctimas o, más aún, actúan como cobardes. No es asunto
exclusivamente mexicano, por supuesto: el tirano rumano Nicolae
Ceacesucu y su esposa Elena lloraban e imploraban perdón en el
paredón al pueblo que habían pisoteado brutalmente por casi tres
décadas.
O bien Saddam Hussein, déspota donde los haya, se escondió como una
rata y al ser descubierto chillaba igual como hacen los roedores,
implorando piedad, esa que le negó, entre otros, a los kurdos a
quienes roció con gas venenoso luego que se escondieron en unas
cuevas. O qué tal ese "valgo más vivo que muerto" de Ernesto Che
Guevara cuando fue detenido el Bolivia, deferencia que el Ché no
concedió al centenar de personas a quienes se despachó a otra
dimensión, según indica el columnista cubano-americano Silvio Canto
Jr.
¿Cómo olvidar el rostro aterrado del ex gobernador de Coahuila
Humberto Moreira mientras estuvo arrestado en España y cómo
recobró su habitual soberbía una vez que supo que el gobierno
mexicano estaba haciendo lo imposible para protegerlo y traerlo de
vuelta?
Queda claro que los políticos mexicanos son campeones en el cinismo
y el victimismo cuando se da el raro caso que son atrapados in
robanti, como igualmente es extraordinariamente raro que paguen
por sus corruptelas. Y cuando ello ocurre se le atribuye el hecho de
que se pasaron de cándidos, su ambición se salió de las reglas o
resultó que no estaban tan apapachados por el sistema o por alguien
poderoso de más arriba como ellos pensaban.
Javier Duarte seguramente infló más su ya prominente pecho de
orgullo cuando el presidente Peña Nieto lo incluyó entre la "nueva
generación de priístas" que eran parte de su gobierno (una "nueva
generación", vale decir, igual o peor que la que le antecedió). De
Duarte se comentaban varias cosas: el rechoncho gobernador era un
asiduo de las páginas de Sociales junto con su esposa, igualmente
era todo amabilidad, comprensivo y carismático. Y como aún nos
cuesta trabajo pensar que alguien con esas características pueda ser
un corruptazo, la opinión pública y buena parte de los veracruzanos
consideraban que, luego de las trapacerías del gobernador anterior
Fidel Herrera, las cosas no podían empeorar. Tan ingenuos que somos.
Durante los casi seis años de Duarte --recordemos que el señor
"pidió licencia" y se peló poco antes de concluir su sexenio-- los
jarochos descubrieron que las cosas si podían empeorar más, y de qué
modo: el "bonachón" mandatario de gafas y rostro aniñado dio cuenta,
además de un tsunami de spots autoelogios que inundaron la radio,
los periódicos y la TV así como de un gradual pero imparable
deterioro general a lo largo de todo el estado. Las delincuencia
organizada realizó innumerables masacres, que incluían dejar gente
colgada de los puentes y hasta un camión lleno de cadáveres
abandonado en pleno centro de Jalapa; el "cobro de piso" a negocios,
hoteles y cualquier actividad productiva pasó a ser algo cotidiano
en toda la entidad.
Ejercer el periodismo en Veracruz se convirtió más riesgoso que
ejercer esa actividad en Irak, siendo el caso más sonado el de la
reportera de Orizaba Anabel Flores Salazar, cuyo cuerpo fue
encontrado cerca de la línea estatal con Puebla. ¿Y qué hizo Duarte
al respecto? Además de prometer que "ese crimen no quedaría impune",
prometió "reforzar" la seguridad de los periodistas jarochos.
A lo largo de su gobierno se hablaba de las corruptelas de Duarte y
de los miembros más prominentes de su gobierno, pero lo único que se
escuchaban eran las loas procedentes de los noticieros de Televisa y
Azteca. Se hablaba de sus despilfarros, de haber metido a media
parentela a la nómina estatal, de sus excesos de todo tipo. Pero
cuando fin "pidió licencia" poco después de las elecciones, Duarte
fue a Televisa donde aseguró que "no tenía ninguna intención de
salir del país" en caso que se realizara alguna investigación en su
contra; "nada tengo que temer", aseguró en el noticiero de Loret de
Mola. Menos de 12 horas después Duarte se había fugado del país y
durante casi cuatro meses nadie supo de su paradero. Finalmente la
Interpol lo localizó en Guatemala, donde tras un breve encierro fue
extraditado a Veracruz.
Desde entonces el ex gobernador ha denunciado una "persecución" por
parte de su sucesor Miguel Ángel Yunes y una "cacería de brujas"
contra su persona. Diversos medios metieron las cámaras en la Casa
Veracruz de Duarte y lo que se encontró fue un obsceno derroche de
dinero en un estado que ostenta un triste casillero entre los más
pobres del país: las exquisiteces que el regordete ex gobernante
tenía en ese sitio incluían una cava con botellas de vino con valor
cercano a los 100 mil pesos cada una, cubiertos de plata, una sala
de cine que pondría en ridículo a las VIP, así como un rancho
valorado en 600 millones de pesos cerca de Valle de Bravo, 19 casas
en Miami, más de 23 millones de pesos en centenarios escondidos en
cajas de cartón y la adquisición de una lujosa casa cerca de Houston
donde este personaje planeaba descansar luego de su extenuante
desempeño como gobernador.
El cinismo es asombroso. ¿Cómo puede alguien alegar "cacería de
brujas" cuando las evidencias de corrupción son tan contundentes?
Peor aún, una vez que lo capturaron, Duarte se dejó crecer la barba
y se puso en huelga de hambre exigiendo "justicia", una huelga que
finalmente concluyó a fines de agosto.
Igualmente increíble es que el ex mandatario insiste en que se trata
de una "vendetta" por parte del nuevo gobernador y no de los
priístas que "olvidaron" protegerlo y a quienes realmente debe su
caída. Por más voluntad que tuviera el gobierno de Yunes, si desde
el centro se diera la consigna de que no tocaran a Duarte. éste aún
seguiría libre, vivito y robando.
Obviamente esta historia que produce tantas agruras aún no termina.
Quizá mañana resulte que Duarte quede libre de toda culpa, y con "usté
disculpe" saldrá libre sin mayores contratiempos. Mientras tanto, da
enorme pena el tener que atestiguar su cobardía.
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