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Don Benito y el derecho ajeno

La memoria respecto a este prócer puede resumirse en una frase que cualquier mexicano conoce. Sin embargo pocas veces nos hemos puesto a analizar su significado: quizá por ello, precisamente, seguimos sin estar en paz

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JUNIO, 2017. Antes que nada quiero agradecer a esta universidad su invitación y su excelente trato, sobre todo al proponerme abordar el tema sobre uno de los personajes más interesantes en la historia de México, y esto no tanto por el incienso que se nos esparcía encima nuestro cada vez que se hablaba sobre Benito Juárez allá en nuestros lejanos años de la escuela primaria, sino por el repaso histórico, y mucho más imparcial, el cual pone a don Benito bajo una luz más humana aunque indudablemente más excepcional.

No sé si con ustedes ocurrió en la primaria lo mismo que con mi generación cuando el maestro, con voz solemne y con los libros de texto abiertos a más no poder, nos aleccionaba cómo don Benito había nacido en Guelatao, Oaxaca, cómo de niño había cuidado ovejas, que el piso de su jacal era de tierra (nada fuera de lo común en ese tiempo, por cierto), que caminaba diariamente largas distancias para llegar a la escuela, descalzo y con frío, y cómo luego se convirtió en presidente de México tras estudiar abogacía... una historia completa, redonda, la cual se contaba con el máximo respeto ¡y pobre de aquél que hiciera bromas sobre el benemérito de las Américas, como también lo conocemos!

Es conocida la anécdota de cómo el Loco Valdés, que tenía un programa de comedia en la TV, alguna vez se refirió a él como "Bomberito Juárez, el primer bombero de la patria" y lo sacaron del aire por un par de semanas (risas) Lo curioso es que, de acuerdo con un repaso a la historia como les digo más ecuánime, se concluiría en que a don Benito le habría producido una sonrisa una puntada como esa pues no era el ente seriote que se ha querido hacer de él, además que detestaba la lambisconería.

También recuerdo que se hizo una película sobre Benito Juárez, y luego una telenovela oficialista, esto es, dándole totalmente por su lado a la versión priísta, que en aquellos años era el partido al que todos llamaban el invencible. Era un culto asfixiante el que se le rendía a don Benito, pero lo más chocante es que se exaltaba al mito y se dejaba de lado al hombre, con todas sus virtudes y sus defectos.

Si resumimos exageradamente, don Benito redacta las Leyes de Reforma que separan los caminos de la Iglesia y el Estado, algo totalmente innovador para su tiempo en la América latina, enfrentando así a un clero que hasta entonces había mantenido una serie de privilegios inaceptables para un país que llevaba décadas sumido en el caos. Don Benito comenzó así a construir un endeble Estado de Derecho que luego permitiría cimentar al México que incluso tenemos actualmente. Muchas de las leyes de la época de don Benito aún se mantienen y otras se han modificado, pero esencialmente son las mismas. Eso refleja cómo don Benito fue un personaje que respondió a los retos de su tiempo, cualidad que prácticamente hoy se ha extinguido entre los políticos de hoy, incluidos los de alcance mundial.

Asimismo en la primaria se nos resaltaba mucho de su honradez (también casi extinta entre nuestros politicastros actuales), de cómo vivía austeramente y de la devoción que le profesaba a su esposa Margarita Maza. Luego supimos que aquello no era del todo cierto pues Juárez tuvo sus aventurillas, según escribió el historiador Armando Ayala Anguiano, y al morir dejó bienes que fácilmente pudieron ubicarlo como alguien poseedor de una fortuna respetable, muy lejos de la "austeridad republicana" que tanto nos machacaba el oficialismo priísta hace décadas.

Sin embargo, y éste es el punto al que quiero llegar, ¿alguno de ustedes conoce la frase que de inmediato identifica a don Benito Juárez? A ver, levanten la mano quienes sepan a cuál frase me refiero... (prácticamente todos los asistentes lo hacen).

A ver, ¿cuál es la frase? ¡Por supuesto! No pienso repetirla, no quiero cometer la misma insensatez que hacen muchos profesores de escuela, funcionarios oficialistas y politiquetes quienes al proferirla lo hacen lentamente, con ridículo suspenso, y disfrutan la frase como si ninguno de nosotros supiera cómo termina eso de "el respeto al derecho ajeno..." y blá bla blá. La frase, como dije, la conocemos sobradamente, y volverla a expresar con exagerada fruición (palabra que significa que algo nos produce un gusto enorme) no haría sino enfatizar el teatro de lo absurdo. Así pues, doy por enterado que ustedes ya conocen, de tantos miles de veces de haberla escuchado, la frase de don Benito Juárez García.

Lo paradójico del asunto es que hemos repetido la frase infinidad de veces y rara vez nos ponemos a analizar lo que realmente significa. Noten que dije realmente, no lo que el oficialismo quiere que pensemos que significa.

Empecemos, ¿qué entienden ustedes por eso del "derecho ajeno"?

(Cuatro asistentes toman el micrófono y dan sus versiones. La primera, "el no meterse con los demás"; una muchacha de anteojos responde "el estar tranquilos con todos los demás", el tercero "no tomar las cosas sin permiso" y un cuarto, "dejar hacer su vida a los demás").

Buenos intentos, y los felicito. Curiosamente, sus definiciones son aproximadas pero al mismo tiempo un tanto inexactas de eso que don Benito quiso enfatizar. ¿Saben ustedes qué es realmente "el derecho ajeno"?

¡Es la propiedad privada!

Quizá alguno de ustedes pensó en "propiedad privada" pero no se atrevió a decirlo. ¿Por qué? Bueno, porque en nuestro país, en nuestra sociedad no solo mexicana sino latinoamericana, aun española, la palabra propiedad privada se ha convertido, casi casi, en una altisonante. A muchos de nosotros se nos ha inculcado que "propiedad privada" equivale a explotación, a comerciantes insensibles que suben los precios a su antojo, a ricachones que se han apropiado de algo que, por razones nunca claramente aclaradas, nos pertenece, o bien industriales que cada día inventan formas de saquear nuestros bienes... ¡eso es la propiedad privada para muchos mexicanos y latinoamericanos, y sin embargo el más grande prócer que ha dado este país prácticamente dijo que el respeto a la propiedad privada es la paz!

A veces he pensado por qué don Benito no dijo "propiedad privada", quizá porque en ese tiempo, en efecto, el "derecho ajeno" era como se definía a la propiedad privada, término que, por cierto, es un término relativamente nuevo, quizá acuñado durante la posguerra. Otra posibilidad es que, como también su frase aludía a las naciones, al hablar de "derecho ajeno" hablaba sobre de la soberanía de los otros países. Y es que, si lo vemos con detenimiento, cada país es una propiedad privada, por lo menos para los extranjeros. ¿O qué, acaso para ingresar a Estados Unidos, a Canadá, a Guatemala, nomás entramos legalmente dando los buenos días a los agentes de Migración? Claro que no, necesitamos que se nos otorgue un permiso representado en una visa o en un pasaporte, del mismo modo en que para entrar a la casa de alguien generalmente ocurre cuando éste nos concede la entrada a lo que, de todos modos, no deja de ser el derecho ajeno, es decir, la propiedad privada de la persona que nos recibe.

Si la frase de don Benito hubiera dicho "propiedad privada" en vez de "derecho ajeno", México sería un país diferente, estoy seguro. Lo que sucede es que ningún maestro oficialista se molestó, o evitó abundar, en eso que significa "respeto al derecho ajeno" y en vez de ello se nos obligó a tragarnos la frase entera sin siquiera detenernos a analizarla y a apreciar su significado real.

Si yo respeto la propiedad privada, o el derecho ajeno, no tengo porqué meterme entonces con la mujer de mi compadre (risas) ni quedarme con un objeto que encuentre en la calle sin dueño aparente, ni tirar la basura en un lote baldío, ni andar espiando lo que hacen mis vecinos, ni andar inventando chismes, etcétera. Para estar en paz con los demás, hay que respetar el derecho ajeno, es decir, a la propiedad privada.

Si nuestros gobiernos y nuestros políticos realmente respetaran el derecho ajeno, no nos atosigarían todo el santo día con mensajes oficiales inútiles, no nos cobrarían impuestos abusivos, tampoco nos obligarían a pagar servicios públicos aunque sean deficientes ni nos cobrarían un impuesto tras otro por utilizar un automóvil. Es más, si el "respeto al dereho ajeno" aplicara en México, nuestros políticos darían un uso correcto a nuestro dinero que reciben vía impuestos.

Ojalá don Benito Juárez hubiera hablado de propiedad privada en vez de derecho ajeno que, como se ve, son términos con idéntico significado. El derecho ajeno es aquello que es mío y no es tuyo del mismo modo que tu propiedad privada no es la mía. Por eso, porque no hemos hecho caso a la frase de don Benito Juárez pese a que irónicamente estamos saturados de ella, es la razón por la que no estamos en paz.

Muchas gracias por venir y que la tarde les sea breve. (aplausos).

 

Transcripción de la conferencia Juárez y el Derecho Ajeno de Óscar Fernández, dictada en la Universidad Autónoma de la Laguna en marzo, 2017

 

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