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Nacional/Deportes
Arbitrariedades
y corruptelas del futbol mexicano
Abundancia de
empates, jugadores con complejo de vedette, favoritismos,
televisoras metidas hasta el cogote... la reciente suspensión de una
jornada es apenas un pedacito de la cloaca de un balompié que parece
chiste mal contado y que rara vez brinda un espectáculo digno. Pero
mientras los aficionados sigan pagando boleto...
Versión impresión
Por Roberto Rojas P.
MARZO, 2017. A riesgo de perder a uno que otro
amigo y ganarnos unas mentadas --que terminaremos borrando; estamos
abiertos a la retroalimentación pero no al masoquismo-- tenemos que
decirlo abiertamente: el futbol mexicano es de una mediocridad
apabullante, algo así como un chiste mal contado, un chascarrillo al
que se quiere envolver con aires de solemnidad. Por décadas ha sido
así, pero me queda claro que este último par de lustros el asunto ha
ido de peor en pésimo.
Cualquier vistazo al futbol de otros países lo deja en evidencia. No
solo suele ser más rápido, más eficiente en el tiempo utilizado y
que rara vez termina en empates (como ejemplo, un equipo, el Santos
de la Laguna, se mantuvo "invicto" ¡gracias a cinco empates
consecutivos!) adicional a las faltas cometidas. Véase un partido en
Europa y atestiguaremos cómo el reloj se detiene por los fáules en
promedio cada 3 minutos mientras que en México nuestras vedettes
que se asumen como futbolistas interrumpen una jugada
aproximadamente cada minuto y medio y gastan otro tanto revolcándose
en el pasto.
(Yo no quería creer esto de las faltas que quitan dinamismo a un
partido hasta que con cronómetro en mano comparé tres partidos de
futbol europeo con otros tres del futbol mexicano... casi una falta
por minuto. Cuando el lector guste hacer ese mismo ejercicio, podrá
corroborarlo).
Desde hace rato le perdí todo interés al futbol mexicano. Claro,
para miles de compatriotas es un asunto vital, del que se habla toda
la semana, pero para mí no deja de ser, lo escribí líneas arriba, un
chiste, con lo cual ya rebasó desde hace tiempo a la lucha libre
como el principal show mediático del fingimiento. Ciertamente el
futbol nacional maneja millones de pesos en cada jornada, pero eso
no le quita su calidad de ser una liga chafa, conformista y
esencialmente mediocre.
Y pienso que al hecho de que cada fin de semana sigan entrando
millones de pesos a las taquillas por aficionados que debieran
exigir más a sus clubes se debe esa mediocridad, el no mejorar si de
todos modos la gente va a comprar boleto o a adquirir su abono.
Por ello no dejó de causar sorpresa la reciente reacción de los
árbitros quienes optaron por no pitar y así suspender la jornada 10
luego que dos jugadores, uno del América y otro del Toluca,
recibieran sanciones ridículas tras haber agredido a un silbante.
Por primera vez en décadas --el último incidente de huelga se dio,
alguien recordó por ahí, en 1979-- los árbitros se solidarizaron y
eso hizo perder dinero tanto a los clubes como a las televisoras.
En principio se diría que ninguno de éstos tenía culpa alguna de lo
que pasó pero considero que sí les toca su rebanada de
responsabilidad, como veremos más adelante.
Al final los árbitros ganaron el round, y como no, si le pegaron a
la Federación en salva sea la entrepierna y la obligaron a cambiar
su veredicto. Por supuesto que algún día que quizá nunca ocurrirá,
los clubes mexicanos optarán por no jugar en protesta por el abuso
del poder arbitral o una televisora decidirá cancelar el contrato de
transmisión con un club que invierta poco o tenga pésimos jugadores.
Ni mucho menos (y esto es más triste) se ve cercano el día en que
los aficionados exijan a un club jugar mejor so pena de no comprar
boleto ni ver sus partido por televisión.
En incontables ocasiones los nazarenos han favorecido al
América y a excepción del refunfuño y alguna que otra protesta, la
Federación se negó a cambiar el fallo. Esta vez los árbitros
midieron fuerzas y ahorcaron la realización de una jornada. Ahora sí
que resultaron ser los dueños del balón.
Nadie exige mejorar la calidad y de todos modos el dinero sigue
entrando, esa es una razón parcial de la mediocridad del futbol
mexicano. Un amigo sugirió que los aficionados, como forma de
protesta, fueran al estadio y no consumieran cerveza hasta que el
equipo jugara bien, lo que me parece una propuesta tan irreal como
el negarse a hacer lo mismo en un antro de mala calidad. Lo que se
requeriría, entonces, es no pararse en lo absoluto en el estadio o
cancelar el abono, con reembolso de por medio, si continúan los
empates o las rachas perdedoras.
Por supuesto que otro paso sería desparasitar a la pobre Federación
Mexicana de Futbol. Para nadie es un secreto que en las irrisorias
sanciones estuvo detrás la mano de cierto club y de cierta
televisora para evitar que un jugador extranjero cuya transferencia
costó millones de dólares, se fuera al caño porque el tipo no supo
contenerse y agredió a un representante de la autoridad en la
cancha.
La otra sopa es seguir festejando la mediocridad del futbol mexicano
con sus torneos cortos, intermedios, Liga MX, Liga Bancaria y demás
vainas. Un conformismo que seguirá impidiendo dar tarjeta roja a la
corrupción en un balompié nacional que sigue pareciendo de a
mentiritas.
PD: Corregimos: algo hay de rescatable en las canchas del futbol
mexicano: las porristas.
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